Por Ilka Oliva Corado: Ser negro en Estados Unidos
Enviado por Barometro Internacional el viernes, 23 octubre, 2015 a las 10:14
Cuando
fue la inauguración de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004,
yo llevaba viviendo en Estados Unidos apenas unos meses, la
transmisión la vimos en inglés, y no entendía un carajo, pero la
imagen de la mujer vestida de blanco que fue la anfitriona me hizo
ponerme de pie y aplaudirla y vitorearla por todas las mujeres que el
mundo de los deportes ha discriminado a lo largo de la historia.
Lloré emocionada, recordaba la historia de los Juegos Olímpicos que
había estudiado cuando cursaba el magisterio de Educación Física.
Esa mujer vestida de blanco, siendo la anfitriona era un mensaje al
mundo acerca de la discriminación de género. Era tan hermosa
físicamente que robaba el aliento, estoy segura de que millones se
fijaron en su cuerpo y no asociaron el mensaje que
aquella Venus le gritaba al mundo con su sola presencia. Lo personal
es político, el deporte también debe serlo.
Y
un ejemplo muy claro es la hazaña de tres hombres que le dio
la vuelta al mundo, una sola fotografía bastó para que se
inmortalizaron tres atletas (dos estadounidenses negros y un
australiano blanco) en los Juegos Olímpicos de México 1968. Para
esos tiempos yo no había nacido, pero la historia es atemporal, no
es moda, está ahí imperecedera, como ese libro que siempre espera
ser descubierto, leído, compartido. Hay que compartir esa parte de
la historia que nadie quiere ver, que la mediatización mundial se
empeña en mantener oculta. Hay que escarbar, hay que rasguñar, hay
que insistir hasta darle luz a aquello que es importante por su
carácter transformador.
¿Qué
hay detrás de esa fotografía? ¿Qué sucedió con esos tres hombres
después de bajar del podio? Se cumplen 47 años de aquella proeza.
En Página 12, Argentina. En el artículo “El tercero de la foto”
el columnista lo detalla punto por punto. Surge la pregunta, ¿qué
ha cambiado en el país después de la muerte de tantos mártires?
Poco o nada. Lo vemos muy bien cuando la policía estadounidense
dispara a quemarropa contra los afros. Cuando les levantan cargos
inexistentes cuando realizan las limpiezas sociales, con tal de ver
pudriéndose en una cárcel a la maravillosa juventud negra.
Lo
vemos cuando les niegan las becas para ingresar a un universidad, por
el único motivo de su color de piel. Lo vemos cuando les niegan un
ascenso porque ningún blanco puede con la sola idea de tener un jefe
negro, porque el negro siempre tiene que decirle patrón al
caucásico. Lo vemos cuando estereotipan por la complexión
física, cuando el color está relacionado con la explotación
sexual. Cuando dicen que los negros somos solo músculo y no tenemos
seso. Eso cuando se refieren a los brillantes deportistas de élite.
Jamás lo dirán de un científico, de un narrador, de un poeta, de
un doctor.
No,
no ha sido ganga para la comunidad afro descendiente tener un
presidente negro. Obama se va debiéndole mucho a la comunidad afro.
A esta comunidad se le sigue estereotipando, negándosele
las oportunidades de desarrollo, sino los tratan de drogos, los
tratan de delincuentes y a las mujeres de putas. La
película The Help sigue siendo tan real en el día a día. También
“12 años de esclavitud”, aunque con diferente escenario. No hay
que tener un elevado coeficiente intelectual para ver la ironía de
la celebración del Mes de la Historia Afroamericana, un burla total
a la comunidad negra.
Imposible
que el sistema, que la sociedad piense positivamente en
el potencial de esta comunidad, el imperio blanco no lo permite. Por
esa razón siguen los crímenes raciales, sigue la violación de los
Derechos Humanos, de los Derechos Civiles. Es una comunidad
empobrecida económicamente porque la rezaga el sistema. En cultura,
en creatividad es millonaria, pero no hay escenarios que le permitan
brillar, están restringidos. Para muestra del talento y del ingenio
están los artistas callejeros que enamoran el verano estadounidense.
Ser
negro en Estados Unidos significa ser discriminado, estigmatizado,
violentado, asesinado como un perro a plena luz del día sin que el
país se indigne. Porque la muerte de un negro vale menos que la
muerte de un perro. No digamos la de los latinos indocumentados. No
es lo mismo que una mujer blanca caucásica vaya a una estación de
policía a poner una denuncia por violencia intrafamiliar, por
violación sexual, a que lo haga una afro descendiente. A la negra
nunca le creerán. Ella siempre será culpable ante los ojos de
la ley gringa y encima la abusan sexualmente en las carceletas.
¿Qué sistema le creerá si lo denuncia? Y peor le va si es
latina e indocumentada. No es lo mismo entrar a un barrio de negros
que a uno de blancos.
En
los barrios de blancos también hay drogas y en cantidad,
hay delincuentes, asesinos pero nunca lo expondrán como lo hacen con
los barrios negros, con toda la intención de desacreditarlos. Ser
negro en Estados Unidos es como ser indígena en Latinoamérica, como
ser un “nadie” en las urbes. Como ser mujer en una sociedad
patriarcal y misógina. Jodido ser mujer negra, ser negra y latina.
Ser negra, latina e indígena. Ser negra, latina e indígena
indocumentada. Y así se va desmenuzando este sistema de castas
segregacionistas.
Hay
mucho qué decir acerca de ser negro en Estados Unidos. Y tanto que
denunciar acerca de ser latinoamericano y también
indocumentado en este país. Porque aunque parezca contradictorio los
negros discriminan más a los latinos que los propios anglos y
viceversa. No aprendemos los humanos.
@ilkaolivacorado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario