Por Sergio Rodríguez Gelfenstein: Estados Unidos eligió un mal camino para llegar a Panamá
Enviado por Barometro
Internacional el sábado, 21 marzo, 2015 a las 17:06
Aunque
los presidentes de Estados Unidos nos tienen acostumbrados a la
prepotencia y la soberbia, Barack Obama ha agregado a esos
“atributos” la desfachatez más insólita. Uno no llega a
comprender si esta “honestidad desbordante” es una expresión de
realismo político o una afirmación de lamentable desesperación
ante los contundentes golpes que ha estado recibiendo tanto en su
país como en el exterior.
Al
dramático reconocimiento de que la política de 55 años de su país
contra Cuba había fracasado, por lo que según él, se debe seguir
buscando a través de otros medios y con otros instrumentos, el
objetivo de derrocar el sistema político de la isla, ha
añadido ahora la aceptación pública de algo que todo el
mundo sabía. El presidente estadounidense confesó que la
decisión de invadir Irak en 2003 supuso el origen del grupo
terrorista Estado Islámico (EI). Obama afirmó, -en una entrevista
concedida al canal de noticias norteamericano Vice News- que el EI
“es una consecuencia directa de Al-Qaeda en Irak, surgida como
resultado de nuestra invasión” durante el gobierno de George Bush.
Sólo
unos días después, volvió a estremecer los medios de información
internacional cuando admitió que debió haber cerrado el penal
de Guantánamo nada más al llegar a la Casa Blanca en 2009
cuando parecía haber consenso con la oposición republicana sobre su
clausura. Dijo que no lo hizo “porque en ese momento teníamos un
acuerdo bipartidista de que Guantánamo debía cerrarse. Pensé que
teníamos un consenso y que lo haríamos sosegadamente”, explicó
el mandatario.
Da
mucho temor constatar que el presidente del país más poderoso del
mundo “piense cosas” que no están apegadas a la realidad y que
sea tan inocente para caer en la celada de los congresistas
republicanos, quienes según él le prometieron algo que no
cumplieron cuando estaban en minoría y por tanto débiles. Hoy la
situación ha cambiado, el partido republicano es mayoría en ambas
cámaras y desde esa posición de fuerza está imponiendo la
agenda internacional, mientras da la impresión que al presidente no
le queda nada más que constatar los errores del pasado. Si se le
diera el beneficio de la duda y se aceptara que ambas decisiones se
originaron en su antecesor republicano, ¿qué explicación puede
tener su decreto ejecutivo del 9 de marzo en el que caracteriza a
Venezuela como una amenaza para la seguridad de Estados Unidos?
Pareciera
también que no hay coherencia en la política exterior de ese país
vistas las contradictorias decisiones respecto de Cuba y Venezuela
tomadas con solo un día de diferencia en diciembre del año pasado.
Me permito suponer que tal incoherencia no se sustenta en visiones
distantes sobre política exterior entre los dos partidos de Estados
Unidos, sino en la adelantada confrontación interna que se comienza
a visualizar de cara a las próximas elecciones presidenciales, en
momentos en que los republicanos responsabilizan a Obama de la
pérdida de liderazgo de Estados Unidos en el tablero mundial.
El trasfondo, refleja la impotencia ante la incidencia de China,
Rusia y los BRICS como potencias emergentes que manifiestan, mayor
capacidad de decisión en la problemática global con el paso de los
días, así como la debilidad del dólar que cada vez pierde
más espacio en las transacciones económicas y financieras en
el planeta.
Esta
lógica comienza a funcionar respecto de la confrontación planteada
por la administración estadounidense contra Venezuela. Ello se puede
deducir de la exposición de Michael Fitzpatrick, representante
interino de Estados Unidos ante la OEA, en la que explicó que la
Orden Ejecutiva del Presidente Obama no pretende golpear ni a
Venezuela ni a su pueblo. Afirmó que “El lenguaje de esta Orden se
ha sacado de contexto”. Dijo que quería dejar muy en claro “que
Estados Unidos no está preparando una agresión militar”
ratificando que “no estamos preparando un golpe ni estamos en una
conspiración”.
Tres
negaciones en una oración generan sospecha, sobre todo cuando se
recuerda el prontuario de mentiras del gobierno de Estados Unidos.
Regularmente le digo a mis alumnos que expresen sus ideas a través
de afirmaciones, cuando se niega para tratar de aseverar algo, es
porque se tiene carencia en el manejo del lenguaje o porque se quiere
esconder un objetivo real.
De
todas maneras, Fitzpatrick afirmó que las órdenes ejecutivas están
sustentadas en una ley de 1977 “que le da poderes al Presidente
para aplicar sanciones económicas y que se ha usado de manera
rutinaria desde entonces” y que en este momento existen 26 de ellas
que pesan sobre distintos países. ¿Qué quiso decir el funcionario
estadounidense? ¿Qué los venezolanos no nos debemos sentir
predilectos por ese “privilegio” que concede el gobierno de
Estados Unidos? Pareciera que para Estados Unidos, la desvergüenza
no tiene límites.
El
representante de Estados Unidos en la OEA remató su intervención
rememorando que las órdenes ejecutivas se usan para luchar contra el
crimen organizado en todo el mundo y que países como Colombia y
México “antes han agradecido órdenes ejecutivas similares pues
ellas los han ayudado a combatir flagelos como el narcotráfico”.
Aunque la soberanía es un principio fundamental del derecho
internacional, cualquier país lo puede interpretar como le parezca.
No es de extrañar que gobiernos de Colombia o México hayan aceptado
que se viole la propia, pero ello no impide afirmar como valido que
tal principio sea vulnerado por una ley unilateral dictada por el
gobierno de una potencia extranjera.
Vistas
así las cosas, se podría entender que la Casa Blanca esté
desarrollando una política exterior a partir de la práctica del
“ensayo y error”. En el caso que discutimos, el gobierno de
Estados Unidos vuelve a dar golpes a ciegas y nuevamente recibe una
contundente respuesta mundial y sobre todo regional objetando
sus propósitos. Celac impugnó por unanimidad de sus 33 miembros la
Orden Ejecutiva de Estados Unidos. Por su parte Unasur, en una
declaración hecha el 14 de marzo reiteró su firme rechazo, -también
por unanimidad- a “estas medidas coercitivas que no contribuyen a
la paz, la estabilidad y la democracia en nuestra región” y
exigieron al presidente Obama derogar su orden ejecutiva contra
Venezuela. Así mismo, la Alba rechazó “la Orden Ejecutiva emitida
el 9 de marzo de 2015 por el Gobierno de Estados Unidos de América “
y la calificó de “injustificada e injusta”
caracterizándola como “ una amenaza de interferencia contra el
principio de soberanía y el principio de no intervención en los
asuntos internos de los Estados”. El Movimiento de Países No
Alineados conformado por 130 de los 193 miembros de la ONU condenó
categóricamente la aplicación de medidas unilaterales por parte del
gobierno de Estados Unidos contra Venezuela expresando su
solidaridad y respaldo al pueblo venezolano. Hasta en la
reunión de la OEA, varios países tomaron la palabra para reiterar
que el único camino para solucionar las diferencias es el diálogo,
como lo propugna el gobierno venezolano.
A
esto se han sumado multitudinarias marchas y concentraciones de apoyo
en muchos lugares del mundo: Perú, Argentina, Canadá, Túnez,
Puerto Rico, Ecuador, Palestina, Nicaragua y Paraguay entre otros,
declaraciones de amistad con el pueblo y gobierno de Venezuela de
gobiernos, como los de China, Rusia, Argentina, Cuba, cientos de
organizaciones populares y sociales, partidos políticos,
personalidades del arte y la cultura y luchadores por los derechos
humanos se han manifestado en solidaridad con Venezuela,
El
gobierno de Estados Unidos acusó el golpe ante el impacto
multitudinario de apoyo a Venezuela. Fizpatrick se vio obligado en la
OEA a decir que su gobierno aceptaba el diálogo con Caracas, pero un
funcionario de rango superior el subsecretario adjunto para América
Latina del Departamento de Estado, Alex Lee, durante una audiencia
celebrada en el Subcomité de Asuntos para Latinoamérica del Senado
estadounidense dedicada a analizar la situación de Venezuela informó
que “La crisis que atraviesa Venezuela será una de las prioridades
del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en la Cumbre de las
Américas que se celebrará en Panamá el mes próximo, donde instará
a sus socios latinoamericanos a promover la máxima transparencia en
el proceso electoral venezolano de este año”.
Es
decir que el Departamento de Estado pretende utilizar la Cumbre de
Panamá para debatir sobre un tema interno de Venezuela. Nuestro país
no tiene que discutir sobre sus elecciones parlamentarias con ninguno
otro. Ellas están ajustadas a la Constitución y reguladas por el
Consejo Nacional Electoral, que es un poder autónomo del Estado.
Será el poder electoral quien decida a quien invita como observador
en las elecciones. Ni la OEA, ni Estados Unidos tienen calidad moral
para ello. Bienvenidos los países hermanos de Celac y Unasur. A
nadie se le ocurriría debatir en la Cumbre sobre el antidemocrático
método estadounidense de elegir a su presidente. Es un problema
interno de Estados Unidos y así debe ser entendido.
El
objetivo es claro, Obama intenta polarizar la Cumbre. Parafraseando a
su hoy repudiado antecesor, intenta crear un nuevo paradigma “O
están con nosotros o están con Venezuela”. El propósito es
evidente. Su diplomacia lo está preparando. Así lo atestiguan las
reuniones del vicepresidente Biden con Caricom y los países
del Triángulo del Norte. Incluso su último intento de
amedrentamiento será el 9 de abril, día previo a la Cumbre, cuando
el presidente Obama se reúna en Jamaica con los países de Caricom.
Ese es precisamente el objetivo ulterior de la agresión a Venezuela,
una polarización que conduzca al quiebre de los mecanismos de
integración regional que han ido adquiriendo fuerza y autonomía en
la toma de decisiones, al alejarse de la tradicional imposición
hegemónica que Estados Unidos estableció por casi 200 años.
Venezuela
y América Latina y el Caribe deben impedir eso, ampliando la agenda.
Otros temas de interés regional deben ser discutidos: el fin del
bloqueo a Cuba, la desmilitarización con armas nucleares de las
Malvinas, la independencia de Puerto Rico, la aprobación por parte
de Estados Unidos de una política migratoria basada en la defensa de
los derechos humanos, el cierre de la ilegal cárcel de Guantánamo,
el apoyo irrestricto a las conversaciones de paz en Colombia y, por
supuesto la derogación de la orden Ejecutiva del 9 de marzo, entre
otros.
Estados
Unidos eligió un mal camino para llegar a Panamá. Lo que prometía
ser una reunión en un clima de respeto, paz y concordia en la que
por primera vez en la historia participaremos todos, se ha
transformado en un nuevo affaire en la búsqueda del conflicto y la
desintegración. El 11 de abril es una fecha oscura en la historia de
Venezuela, cuando en 2002 las fuerzas del mal pretendieron imponerse.
Indudablemente, el 11 de abril de 2015 servirá como homenaje a la
memoria del Libertador cuando en la tierra donde convocó al Congreso
Anfictiónico de unidad regional en 1826, Latinoamérica y el Caribe
refrenden su apuesta de paz y de futuro, incluso, a pesar de las
zancadillas imperiales.
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