Por Leandro Albani: Un halcón israelí en el Congreso de Estados Unidos
Enviado por Barometro
Internacional el miércoles, 11 marzo, 2015 a las 20:25
Las
desavenencias y enfrentamientos dentro de los sectores de poder se
cobran con denuncias y revelaciones escandalosas que, con el correr
del tiempo, casi siempre caen en el olvido. Lo importante, para estos
sectores, es que su engranaje de dominación siga funcionado pese a
las diferencias.
Los
recientes entredichos entre los gobiernos de Estados Unidos e Israel
es uno de estos casos. Mientras el gobierno de Barack Obama busca un
acuerdo con Irán sobre el programa nuclear con fines pacíficos que
lleva adelante la nación persa, la dirigencia del partido
Republicano y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu,
redoblan sus esfuerzo para que esas negociaciones naufraguen, aunque
cuenten con el aval del Grupo 5+1, integrado por los miembros
permanentes del Consejo de Seguridad más Alemania.
El
discurso que Netanyahu brindó el martes pasado en el Congreso
estadounidense fue en esa dirección. Con anterioridad, el cruce de
declaraciones dejó a la vista las diferentes líneas que se disputan
dentro de la Casa Blanca. Es sabido que el gobierno demócrata
intenta destrabar conflictos que llevan décadas, a través de una
doctrina de política exterior basada en la injerencia de “los
buenos modales”. Si bien esta metodología se vio recientemente con
Cuba e Irán, el gobierno demócrata mantiene aceitados sus
mecanismos financieros y guerreristas para la desestabilización.
En
el plano militar, la Casa Blanca busca la intervención junto a la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), como en Libia;
en el marco de Coaliciones Internacionales, como en Siria; o
“tercerizando” la invasión y la injerencia, como en Venezuela,
Siria e Irak.
Ventilar
las cifras
El
supuesto enfrentamiento entre Washington y Tel Aviv llegó a su punto
máximo el lunes 2 de marzo, cuando la portavoz del Consejo de
Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Bernadette Meehan, reveló las
millonarias ayudas que Estados Unidos brinda a Israel. En un
comunicado, la administración Obama dejó en claro que “la
colaboración estadounidense con Israel ha crecido y se ha
fortalecido a un nivel sin precedentes”.
Aunque
las declaraciones entre Obama y Netanyahu últimamente choquen, el
texto oficial detalló que el actual gobierno estadounidense envió a
Tel Aviv más de 20,5 mil millones de dólares en ayuda militar. Solo
en el año fiscal 2014, la Casa Blanca desembolsó hacia Israel 3,1
mil millones de dólares.
La
portavoz estadounidense agregó que Obama “ha proporcionado una
financiación de 2,9 mil millones de dólares para los programas y
sistemas de defensa misilística” de Israel y “ha proporcionado a
Israel más de 1,3 mil millones de dólares solamente para el sistema
de Cúpula de Hierro, incluyendo 225 millones de dólares en
financiamiento urgente”.
Pese
al impacto de las cifras, el comunicado oficial aclaró que Estados
Unidos continuará siendo el principal aliado de Israel. Como
ejemplo, se recordó que en 2014 Washington rechazó 18 resoluciones
de Asamblea General de las Naciones Unidas que condenaban a Tel Aviv.
A esto se suma que el gobierno demócrata vetó la resolución
presentada por Palestina ante el Consejo de Seguridad de la ONU, en
el que solicitó su reconocimiento como Estado independiente y el fin
de la ocupación hebrea.
Por
supuesto, el comunicado de la Casa Blanca no hace referencia si la
administración Obama buscará rever esta situación en la cual los
millones de dólares vuelan hacia Tel Aviv, mientras en Estados
Unidos los desempleados y subcontratados rozan los 10 millones.
Un
guión repetido
El
plan nuclear desarrollado por Irán acarrea un historial de disputas,
operaciones de prensa y amenazas que pocas veces se remiten a la
realidad. En su participación en el Congreso de Estados Unidos,
Netanyahu mantuvo la línea de acusar sin presentar pruebas
concretas, y de infundir terror ante la “amenaza nuclear” de la
nación de los Ayatollahs.
Hasta
el momento, las inspecciones de la Organización Internacional de
Energía Atómica (OIEA) no encontraron rastros de que Teherán
construyera armamento atómico. Por su parte, el gobierno iraní
acusó en más de una oportunidad a funcionarios de la OIEA de
intentar ingresar a instalaciones militares con el único objetivo de
realizar espionaje. Un punto importante en este escenario es el apoyo
de Rusia a Irán para el desarrollo de su programa nuclear. Moscú,
convertido en un importante aliado de Medio Oriente, mantiene varios
convenios con Teherán para brindar asistencia en plantas atómicas.
El último fue firmado el lunes pasado, en el cual Rusia aportará
mantenimiento a la planta de Bushehr, en el sur de Irán.
Con
el rechazo de los legisladores demócratas y la condena unánime de
varios países, igualmente Netanyahu descargó sus municiones contra
el gobierno islámico de Hasan Rohani, al que comparó con el Estado
Islámico (EI). El premier israelí insistió en que “acabar con el
Estado Islámico y dejar que Irán consiga armas nucleares sería
ganar una batalla pero perder la guerra”.
Aunque
Irán forma parte del Tratado de No Proliferación Nuclear –del que
no participan ni Israel ni Estados Unidos-, Netanyahu acusó a
Teherán de romper “las leyes”. “Irán puede estar operado
instalaciones nucleares de las cuales no estamos enterados”,
manifestó.
Como
broche de oro, afirmó que “Irán bombardeó la embajada israelí
en Buenos Aires”, una acusación por demás de frágil, ya que la
investigación judicial por la explosión de la sede diplomática en
1992 es nula y cruzada por irregularidades.
Las
respuestas
Finalizado
el discurso de Netanyahu, diferentes voces condenaron, criticaron o
restaron valor a los dichos del primer ministro.
El
propio Obama declaró que Netanyahu no ofreció “alternativas
viables” al proyecto de acuerdo con Irán y remarcó que no aporta
“nada nuevo”. El presidente estadounidense confirmó que su plan
es bloquear la posibilidad de que Teherán construya armas atómicas,
por lo cual las actuales negociaciones son “el mejor acuerdo
posible”.
Del
lado iraní, la respuesta estuvo a cargo de la portavoz del
Ministerio de Asuntos Exteriores, Marzie Afjam, que calificó el
discurso de Netanyahu como “iranofóbico”, plagado de denuncias
“repetitivas y aburridas” y con el único objetivo de sumar
adeptos para los comicios israelíes del próximo 17 de marzo.
Afjam
aseveró que “la opinión pública del mundo no otorga valor a un
régimen que asesina niños”. La alocución de Netanyahu demuestra
la “debilidad y extremo aislamiento de los sectores más radicales,
incluso entre quienes defienden al régimen sionista, y supone un
intento más por imponer en política internacional sus planes
extremistas e ilógicos”, indicó la funcionaria.
A
su vez, la jefa de la Diplomacia de la Unión Europea (UE), Federica
Mogherini, alertó que “extender el miedo no es apropiado en estos
momentos en que trabajamos por un acuerdo que garantice no solo la
seguridad en la región, sino en todo el mundo”.
En
su reciente artículo “El futuro del Medio Oriente”, el analista
e investigador Thierry Meyssan arriesga sobre lo que podría suceder
si se lograra el acuerdo entre Estados Unidos e Irán. “Dentro de
unos meses –escribe Meyssan-, quizás incluso hacia finales de
marzo, Washington y Teherán llegarán a un acuerdo global. Estados
Unidos reanudará los contactos con Siria, seguido de cerca por los
Estados de Europa, incluyendo a Francia. Se descubrirá entonces que
el presidente Al Assad no es un dictador, ni tampoco un torturador. Y
a partir de ese momento comenzará el fin de la guerra contra Siria
mientras que una verdadera coalición internacional se dedicará a
reducir la envergadura de las fuerzas yihadistas. Y cuando acabe
todo, la CIA se encargará de enviar los yihadistas sobrevivientes al
Cáucaso ruso o la región china de Xinjiang”.
Un
análisis inquietante que no se contradice ni con la actual apuesta
diplomática iraní ni tampoco con la génesis expansionista de
Estados Unidos.
leandroalbani@gmail.com
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