Por Gustavo Portocarrero Valda: Crisis en la Acción ecologista
Enviado por Barometro
Internacional el domingo, 18 enero, 2015 a las 13:04
Las
ideas ecologistas del Siglo XXI, como nunca anteriormente, se
convierten en más fuertes y el instinto espontáneo de protección
en favor de la Tierra se extiende en forma vigorosa. No hay país
donde no se haya concientizado a la gente y los organismos y
asociaciones de este tipo proliferan en todas partes y se
multiplican. También se percibe que se incrementa su
intelectualidad y desarrolla temas críticos, antes insospechados,
tanto del problema internacional como de las situaciones regionales
y locales que sufren la crisis terrestre. Hasta aquí todo va muy
bien en esta materia.
Infelizmente,
de lo que más nos interesa –el conjunto los resultados– no
podemos decir que sea positivo, ni que se halle a la altura del
potencial humano ecologista. No es difícil darse cuenta y
reflexionar sobre la cruda realidad entre las ideas y su
materialización:
• Se
percibe el abuso del pensamiento contemplativo sobre el tema y éste
ha llegado demasiado lejos, al extremo de elaborar ideologías
diversas sobre la relación del ser humano con su casa natural.
• Paralelamente
han proliferado los ecologistas de escritorio (de entidades públicas
y privadas) y, en su entusiasmo e inspiración, los políticos ya le
ha concedido generosos derechos al planeta Tierra, como si se
tratara de un ciudadano más, sin entender su falta de potestad para
semejante magnanimidad, ya que sólo se trata de deberes personales
con la casa planetaria.
• Estas
y otras disquisiciones teóricas están entreteniendo peligrosamente
el principal deber –auténtico, primigenio, simple e
impostergable– que tiene todo humano: cui-dar, proteger y aún
pelear por aquella.
Escapando
a cualquier juego o jugarreta con el pensamiento, lo evidente es que
el estado físico del planeta acusa crecientes, nuevos e incontables
problemas (por no decir dolencias) y la situación de la Tierra no
se pinta nada optimista.
El
fenómeno perceptible, tanto de la crisis terrestre, como de la
acción humana vigilante, muestra un negativo cuadro panorámico de
cosas, que puede resumirse como sigue:
1.
El mundo físico no solo anda mal; empeora mundial y localmente.
Cada vez continúan apareciendo nuevas desgracias y situaciones de
peligro.
2.
Las organizaciones ecologistas se dedican sólo a protestar y
lamentarse. Muy pocas son combativas, como lo requiere el momento
presente.
3.
Los gobiernos se dedican a elaborar leyes y normas protectoras, sin
mostrar energía ni respetabilidad para hacerlas cumplir. Además
hay reparticiones estatales contrarrestan a las del medioambiente.
Estas últimas –burocráticas como son– carecen de fuerza
ejecutiva.
4.
La actividad, acelerada, incesante e incrementada de gran industria
y el comercio internacional, –las corporaciones económicas
mundiales– continúa acelerando el desastre, esta vez al por
mayor.
5.
Los gobiernos del Norte del mundo, de gran poderío e influencia
económica y poli-tica sobre el orbe terrestre –particularmente
los EE.UU. y Europa– son fieles obedientes del sistema de
corporaciones; consiguientemente, parte del proceso destructivo.
6.
La industria local, el comercio, los gobiernos y aún las
actividades regionales no dejan de tener su parte de culpa.
7.
Aún los pobres e indigentes, se ven obligados por las
circunstancias, a constituirse en destructores y contaminadores
adicionales.
8.
Son pocos los intentos efectivos por superar la crisis y muchos los
lamentos.
De
otro lado la actividad de las instituciones ecologistas
internacionales muestra más su cara burocrática y cuánto estiran
su mano para obtener contribuciones. Muchas de ellas se dedican a
restaurar ambientes de bosques desaparecidos o destruidos, lagos
contamina-dos, eliminar pestilencias, protección de animales, etc.,
etc. sin apercibirse que, aunque logren su objetivo, el peligro
destructor persistirá sobre lo que aquellas hagan.
Por
su antigüedad y prestigio obtenido, las más importantes, como
Greenpeace, ejercen presión sobre los organismos políticos
internacionales, concurren a congresos, se alojan en hoteles de
cinco estrellas y se gastan buena parte de las contribuciones del
público en menesteres domésticos de administración. Cuando se les
escribe con ideas y sugerencias, la mayoría de aquellas ni siquiera
contesta a la correspondencia, así sea creadora y debidamente
estructurada. El mismo problema va surgiendo con varias entidades
locales, produciendo desconfianza, al igual que los organismos
burocráticos gubernamentales, donde impera la lentitud y la rémora.
En
innumerables países han hecho su aparición –así sea de nombre–
partidos políticos que se dicen “verdes”, algunos por
oportunidad y otros con buenas, aunque ingenuas in-tenciones. Parece
que no se han dado cuenta que también los partidos tradicionales
(lea-les al sistema dominante) ya han adoptado el color verde, así
sea como figura decorativa. En este mundo de confusión, el propio
capital depredador ya es parte del hoy denomina-do “capitalismo
verde”; destacando que paga a científicos inescrupulosos para que
nieguen el cambio climático.
Resulta
por lo demás curiosa la magnanimidad de las corporaciones “verdes”.
Por un lado destruyen, ensucian, contaminan, pero por otro hacen
también importantes donaciones a conocidas entidades ecologistas
como WWF (World Wide Fund) Dicho sea paso, como una experiencia
personal, recuerdo que cuando mi persona trató insistentemente de
tomar contacto con la Presidenta del tal WWF, para hacerle conocer
planteamientos y sugerencias, aquella posiblemente, pensando ésta
que yo le escribía por estar interesado en venderle algo o en
pedirle un puesto de trabajo, trataba de eludirme. Tras mucha
persistencia personal, sumada a mi testarudez, me respondió con un
saludo cortés por mis publicaciones, sin darme la posibilidad
alguna de tocar los temas que tenía para formularle.
Mi
conclusión ante esta y otras tentativas de comunicación,
incluyendo al Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente,
PNUMA, me resultó inobjetable: sus ensimismados ejecutivos
–pobrecitos atareados y sin tiempo– se hallan tan ocupados que
rehúyen todo contacto intelectual.
Ante
la comodidad de aquellas situaciones burocráticas y sus privilegios
–porque también se les ha denunciado malos manejos de fondos–
existen ecologistas de base –los llamaremos, ecologistas
espontáneos– que sufren de frustración por no saber qué hacer
ante la virtual parálisis medioambiental por no tener un norte de
orientación. Un importante funcionario de la Organización de
Estados Americanos, OEA me contaba que muchas gentes que lo
visitaba, se expresaba con tristeza, angustia y rompía a llorar al
tocar el tema terrestre, pero estaba dispuesta a cualquier acción
positiva.
Infelizmente
a nadie se ha ocurrido ocupar a esta gente voluntaria para tales
acciones de utilidad. Líneas adelante veremos lo que se puede hacer
y cómo hacer aportar a todos en la lucha general que el planeta
Tierra espera.
El
principal problema actual no es tanto el cúmulo de situaciones,
sino la existencia de una enorme masa humana en el mundo que
–dormida o adormecida– es la única efectiva que podría
intervenir para salvarlo. La necesidad precisa de una gran acción
masiva para hacer respetar el nuevo orden ecológico. De lo
contrario todo continuará con su crítica frustración.
Infelizmente, o la sordera es fuerte o no se comprende en su justa
magnitud aquella perspectiva.
Es
sabido que las necesidades que requiere del Planeta Tierra han
generado y generan la resistencia de los dueños de la economía, y
no se van a lograr resultados si los pueblos organizadamente
agrupados no ejecutan su acción colectiva, coordinada. Por ello, a
la fuerza de la resistencia a los cambios se debe contrarrestar con
la fuerza de la insistencia ecologista, mediante movimientos y
acciones concretas y homogéneas.
La
Tierra requiere con urgencia de guardianes planetarios; por supuesto
sin acciones des-aforadas, pero con metas claras de lo que se busca.
Se precisan de grupos que actúen como verdaderos ejércitos, aunque
sin armas, con distintas estrategias de trabajo y movilización.
Esta
situación ya ha comenzado a aplicarse espontáneamente en algunos
países, donde las labores ecologistas no le dan tregua al sistema y
ya van encontrando cierto grado de atención de sus gobiernos.
Desdichadamente estos últimos tardarán en entender que ya no
pueden hacer lo que les venga en gana en contra del medioambiente.
Aprovechando
la reciente reunión (diciembre 2014) de la Organización de las
Naciones Unidas, en Lima Perú, hizo conocer su voz un vibrante,
como combativo, pronuncia-miento de organizaciones internacionales
de base de innumerables países. Todos decidió-ron enfrentar como
se merece al sistema dominante, su pretendida economía verde y su
actividad destructiva contra la Tierra.
*Gustavo Portocarrero Valda Attorney at Law –
Journalist – Degree in Philosophy – Writer (16 books) 7308 Pine
Park Drive North – Lake Worth, FL - 33467 USA
gus_port@adtekz.com - gustavop2@hotmail.com - 1
(703) 825 8358- 1 (571) 269 0869
(Organización de Escritores por la Tierra) Lake
Worth, Fl. USA.
gustavop2@hotmail.com
Cortesía de Suramericapress
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