La hipocresía de
las Naciones
Unidas Por Vicky Peláez
"Las
Naciones
Unidas
no
existen
como
tal,
pero
sí
hay
una
comunidad
internacional
que
ocasionalmente
puede
ser
dirigida
por
el
único
poder
real
que
existe
en
el
mundo:
Estados
Unidos,
siempre
y
cuando
esto
le
convenga.
Cuando
toma
el
liderazgo
lo
único
que
le
queda
a
la
ONU
es
seguirlo" John Boulton 1994 (ex
subsecretario
de
Estado).
La reciente resolución
de la Asamblea de las Naciones Unidas que califica de “inválido”
el referendo de Crimea, después de que fracasara la misma resolución
en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas debido al veto
ruso, hace recordar la política de doble rasero que siempre adoptó
las Naciones Unidas durante los 94 años de su existencia.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU), desde su fundación en 1920 tras la Primera Guerra Mundial y cuando todavía se llamaba Liga de las Naciones, jamás pudo evitar el surgimiento del nazismo y prevenir la Segunda Guerra Mundial.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU), desde su fundación en 1920 tras la Primera Guerra Mundial y cuando todavía se llamaba Liga de las Naciones, jamás pudo evitar el surgimiento del nazismo y prevenir la Segunda Guerra Mundial.
Tras aquella guerra, la
Liga de las Naciones desapareció temporalmente para resurgir de
nuevo en 1946 como la Organización de las Naciones Unidas con sede
en New York y así se convirtió en un aliado y subordinado
incondicional de Norteamérica avalando con su silencio o el
consentimiento las invasiones de los EE.UU. a Panamá
(1918,1920,1925, 1958,1989), Cuba (1917-1933), Filipinas (1948,
1954), Honduras (1919, 1924-1925), República Dominicana (1965-1966),
Rusia (1918-1922), Yugoslavia (1999), Guatemala (1920, 1954,
1966-1967), El Salvador (1932), Irán (1946, 1954), Grecia
1946-1947), Vietnam (1960-1975), Egipto (1956), Líbano (1958,
1982-19849, Laos (1962, 1971-1973), Cambodia (1969’1975), Grenada
(1983-1984), Somalia (1992-1994), Afganistán (2002 hasta el
presente), Irak (1958, 1990, 2003-sigue hasta ahora).
Y esto sin mencionar
las resoluciones favorables de las Naciones Unidas para el uso de
fuerza militar de la OTAN en Libia que terminaron con el país
“balcanizándolo” y destruyendo toda su infraestructura
productiva. Por algo el ex senador norteamericano Henry Cabot Lodge
caracterizó a la Liga de las Naciones alguna vez como “una
creación diabólica con un nombre angélico”. Sin duda alguna, si
Cabot Lodge hubiera vivido no dudaría en decir lo mismo sobre la
ONU, tomando en cuenta su pasividad y el apoyo implícito a los
intentos subversivos de la OTAN, bajo el completo control de
Washington, de apoderarse de Siria y producir cambios que favorecen a
sus intereses geoestratégicos y geoeconómicos en Ucrania. Tampoco
dice ni una palabra la ONU sobre los intentos abiertos del
departamento de Estado y de la CIA, denunciados oficialmente por el
gobierno de Venezuela, de producir un golpe de Estado en este país
para poner fin al chavismo y al proceso de integración regional que
sigue promoviendo el presidente venezolano, Nicolás Maduro.
Los estrategas de Wall
Street para explicar la conducta de las grandes corporaciones, de los
líderes de los países o de los simples seres humanos siempre apelan
a la frase: “seguir el movimiento del dinero”. Así para los
latinoamericanos es muy fácil entender la política de la sumisión
de la Organización de los Estados Americanos (OEA) a Washington que
es responsable del 67 por ciento del presupuesto de este organismo.
Algo parecido pasa con la ONU tomando en cuenta que Norteamérica
cubre el 22 por ciento de su presupuesto.
Esto significa que para
el año fiscal 2014-2015 el aporte norteamericano es de 1,216
millones de dólares. A la vez para las operaciones de paz las
Naciones Unidas mantienen un presupuesto aparte de siete mil millones
de dólares en que participan unos 120,000 militares, policías y
empleados civiles. Los Estados Unidos financian el 27 por ciento de
estas operaciones aportando 1,890 millones de dólares al año. Todo
esto explica la política de doble rasero de las Naciones Unidas que
no puede resistir a las presiones de la única superpotencia del
mundo que utiliza este organismo para promover sus intereses
nacionales.
Los últimos
acontecimientos en Ucrania lo ilustran claramente. De acuerdo al
semanario norteamericano “American Free Press” lo que las
Naciones Unidas llama la lucha del pueblo ucraniano contra la
corrupción y por la democracia, que se convirtió finalmente en una
revolución, en realidad era un simple “golpe de Estado que costó
más de cinco mil millones de dólares y que fue organizado por la
CIA, el departamento de Estado, la Unión Europea y las
Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) después de 20 años de
preparación y entrenamiento de los futuros “revolucionarios”.
Por supuesto que los líderes de las Naciones Unidas bajo la dirección de Ban Ki-moon no se han enterado de este proceso y frecuentemente intentaron presentar a Rusia como el culpable de lo acontecido en Ucrania siguiendo las instrucciones del departamento de Estado norteamericano. La resolución adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas declarando “no válido” el referéndum de Crimea, a pesar de la voluntad de más del 97 por ciento de su población y retornar la península a Rusia desligando así su territorio de Ucrania, fue resultado de la presión de los países con mayor influencia en la región buscando a avanzar sus propios intereses geopolíticos haciendo dividir a la comunidad internacional en bloques de influencia.
Por supuesto que los líderes de las Naciones Unidas bajo la dirección de Ban Ki-moon no se han enterado de este proceso y frecuentemente intentaron presentar a Rusia como el culpable de lo acontecido en Ucrania siguiendo las instrucciones del departamento de Estado norteamericano. La resolución adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas declarando “no válido” el referéndum de Crimea, a pesar de la voluntad de más del 97 por ciento de su población y retornar la península a Rusia desligando así su territorio de Ucrania, fue resultado de la presión de los países con mayor influencia en la región buscando a avanzar sus propios intereses geopolíticos haciendo dividir a la comunidad internacional en bloques de influencia.
El representante de
Rusia ante la ONU, Vitaliy Churkin afirmó que “preparándome para
esta Asamblea, yo visité varios grupos regionales en las
Naciones Unidas. Muchos países se quejaron de la presión de las
naciones occidentales para que apoyaran la resolución” que fue
presentada por Ucrania, Canadá, Alemania, Lituania, Polonia y Costa
Rica. A la vez la propuesta de Argentina, según el canciller Héctor
Timerman, que decía que “si el tema era respeto a la integridad
territorial entonces se mencionen todos los territorios cuya
soberanía se encuentra disputada de acuerdo a las Naciones Unidas”,
fue simplemente ignorada por este organismo. Como subrayó Timerman,
“no fuimos escuchados pero sí presionados para imponernos el texto
finalmente adoptado”…”Por eso no debe extrañar que, al igual
que los demás miembros fundadores del Mercosur y la mayoría
integrantes de la Celac, nos hayamos abstenido y opuesto a la
resolución en cuestión”.
En total, esta
resolución, no vinculante, fue aprobada con 100 votos a favor,
incluyendo tres países latinoamericanos: Colombia, Chile y el Perú,
11 en contra, 58 abstenciones y 24 países, incluyendo a Israel que
simplemente no se presentaron para la votación. Los resultados
finales que muestran que 93 países de los 193 miembros de la ONU no
están apoyando a los EE.UU. y la UE, reflejan una clara división
que se ha producido en el mundo, debilitándose el concepto del
unilateralismo impuesto por los EE.UU. y reforzándose el del
multilateralismo o plurilateralismo como solía decir Hugo Chávez.
Sin embargo, estos
cambios no se sienten en la actitud de las Naciones Unidas que sigue
siendo fiel en su política a un dicho latino que reza: ”Lo que
está permitido a Júpiter, no se le permite al toro”.
El ejemplo de Kosovo confirma esta tesis de la parcialidad programada de las Naciones Unidas. Valdría la pena recordar la “liberación de Yugoslavia” por la OTAN que se inició hace 15 años y duró 78 días durante el cual 27,000 toneladas de bombas y misiles fueron lanzados sobre el territorio de aquel país, principalmente Serbia. Por supuesto, las Naciones Unidas mantuvo un silencio cómplice frente a aquella masacre llamada por Bill Clinton “una intervención humanitaria”.
El ejemplo de Kosovo confirma esta tesis de la parcialidad programada de las Naciones Unidas. Valdría la pena recordar la “liberación de Yugoslavia” por la OTAN que se inició hace 15 años y duró 78 días durante el cual 27,000 toneladas de bombas y misiles fueron lanzados sobre el territorio de aquel país, principalmente Serbia. Por supuesto, las Naciones Unidas mantuvo un silencio cómplice frente a aquella masacre llamada por Bill Clinton “una intervención humanitaria”.
Tampoco dijo este
organismo una palabra cuando Kosovo, la cuna de la Fe Ortodoxa
Cristiana de los serbios fue declarado independiente con el
consentimiento de las Naciones Unidas a sugerencia del uno de los más
siniestros especuladores internacionales, George Soros. Este
financista aconsejó a la Misión Internacional de las Naciones
Unidas en Kosovo “tomar urgentemente el Complejo Minero Trepca y
sacar de allí a los serbios”, inclusive explicó cómo
hacerlo. Resulta que Kosovo posee los yacimientos de oro y plata más
grandes de Europa estimados en cinco mil millones de dólares de los
cuales George Soros quiso apoderarse. Este financista invirtió 150
millones de dólares en el complejo minero y actualmente es su
accionista mayor.
Como en este mundo
nadie, excepto los estudiosos, revisan la historia y menos los
políticos que viven a base de datos en su mayoría tergiversados y
“doctorados” por los medios de comunicación corporativos
globalizados, no es de sorprender la reciente declaración de Barack
Obama sobre Kosovo. En su discurso pronunciado el 26 de marzo pasado
en Bruselas, el presidente norteamericano hablando sobre Crimea
mencionó el referéndum fantasma que tuvo lugar en Kosovo y que fue
acordado con la ONU y los países vecinos. Sin duda alguna Barack
Obama fue mal asesorado e ignoraba la verdad. La independencia de
Kosovo fue aconsejada por Soros, declarada por el parlamento de
Pristina y aceptada inmediatamente por los Estados Unidos y su brazo
militar en Europa la OTAN. También las Fuerzas de Paz de la ONU
participaron en este proceso.
Ahora George Soros,
interesado en la riqueza de Ucrania elaboró un plan para “castigar”
a Rusia por sus “acciones en Crimea”. Según este “plan”,
Estados Unidos tiene que soltar al mercado internacional sus reservas
estratégicas de petróleo para hacer caer el precio del barril
debajo de 100 dólares lo que afectaría supuestamente el presupuesto
de Rusia seriamente. Lo que no calcula este especulador voraz que los
695,5 millones de barriles de oro negro de las Reservas Estratégicas
Nacionales afectarían la economía de Rusia solamente durante 64
días, el plazo insignificante para hacer un daño significante al
presupuesto de Rusia que tiene sólidas reservas financieras. También
Barack Obama está tratando de convencer a Arabia Saudita de aumentar
la producción de petróleo con el mismo propósito.
Mientras tanto la
Organización de las Naciones Unidas sigue brindando su apoyo
habitual a los que se consideran ser amos de este mundo sin darse
cuenta que el mundo está retornando lentamente a su rumbo
multilateral que no acepta fácilmente las imposiciones. Solamente
las Naciones Unidas no lo perciben o no lo quieren ver.
Por algo la escritora
hindú Arundhati Roy caracterizó a la ONU en 2003 como “la chica
ONU de siempre. Se ha convertido en la conserje del mundo. Es la
filipina de limpieza, la novia del correo de Tailandia, la au pair
jamaiquina. La han contratado para limpiar la mierda de otros. Usan y
abusan de ella a su voluntad”.
LA
OPINIÓN
DEL
AUTOR
NO
COINCIDE
NECESARIAMENTE
CON
LA
DE
RIA
NOVOSTI
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