miércoles, 15 de enero de 2014

LOS ALCANCES DE LA RACIONALIDAD EN EL PROCESO DE LA PLANIFICACIÓN



Henry Tovar

ELEMENTOS DE LA RACIONALIDAD EN LA PLANIFICACIÓN

Abordar el tema de la planificación en el contexto de la realidad actual, requiere comenzar por el señalamiento de un problema de principio. El problema de la percepción de la misma realidad. Sabemos que aquello que llamamos realidad o situación, no siempre se nos presenta como un concepto unívoco. Este es el problema inicial desde el cual se ha de construir una determinada racionalidad. Es decir, definir con cierta intersubjetividad, los aspectos de la realidad sobre la cual se pretende intervenir con cierta racionalidad.

El acto de definir, esta consustanciado con el acto de valorar. La realidad, sabemos, es una categoría polivalente. Se define, necesariamente, como realidad para nosotros y desde nosotros. La globalización, por ejemplo, es un fenómeno propiciador de aceptación o de rechazo, conforme se se le justifique o se le padezca, conforme se pertenezca al centro o a la periferia.

La realidad, no es una percepción aséptica. Llegar a cierto consenso sobre los atributos que la constituyen, pareciera también función del principio de la racionalidad pretendida en la acción de planificar. La función de la planificación se inicia entonces, con el diagnóstico de la realidad, con la definición de aquello que aparece como un problema, lo cual será el objeto de la problematicidad de la planificación. Es decir, la determinación de los métodos sobre los que se sustentará la acción de la planificación. Llegados a este punto inicial, parece necesario definir lo que constituye la acción de planificar.

APROXIMACIÓN A UN CONCEPTO GENERAL
No existe un concepto único. Existen tantos conceptos, como enfoques de la planificación, es decir, como interpretaciones de lo que debe ser la planificación. Ello ha dado origen a conceptos, tales como planificación global, indicativa, imperativa, integral, nacional, social etc. Los distintos enfoques representan también, modos de abordar la naturaleza o la especificidad de los problemas, cuya problematicidad esencial es, racionalizar el uso de recursos escasos para alcanzar objetivos múltiples. En un concepto citado por Ander-Egg, expresado en una publicación de las Naciones Unidas, se le ha definido como "el proceso de elección y selección entre cursos alternativos de acción, con vistas a la asignación de recursos escasos, en orden a obtener objetivos específicos sobre la base de un diagnóstico preliminar que cubre todos los factores relevantes que pueden ser identificados" (Diccionario de Trabajo Social. Pág. 284. 1982). El mismo investigador, señala que, la planificación "establece procedimientos para la optimización de las relaciones entre medios y objetivos y proporciona normas y pautas para la toma de decisiones coherentes compatibles e integradas que conducen a una acción sistemáticamente organizada y coordinadamente ejecutada."(Idem. Pág. 284).

Algunas interpretaciones distinguen entre planificación y gestión, y en ese sentido se refieren a planificación y gestión como procesos de una práctica que por su enfoque puede ser diversa. Este podría constituir un elemento general de la racionalidad en la planificación. Es decir, la concepción metodológica y su despliegue o instrumentación, como fases de un mismo proceso. Para finalizar este aparte, tenemos que, una concepción bastante general debería incluir el elemento con el cual ensayamos esta aproximación. Valga repetir, la necesidad de utilizar metodologías que permitan una cercana aproximación a un concepto de realidad o situación. Entonces, todo el proceso de planificación, indistintamente de su enfoque, parece que debería contener, un diagnóstico de la realidad, una perspectiva metodológica para su concepción y un conjunto de procedimientos para su ejecución, incluidos en esta última, los medios para su evaluación.

PLANIFICACIÓN: PERSPECTIVA DESDE LA COMPLEJIDAD VERSUS LA PERSPECTIVA DESDE LA VIABILIDAD
Un elemento de la teoría de la complejidad, sugiere la existencia de una cinergética, según la cual, "hay un vasto número de procesos tanto en la naturaleza como en la sociedad que tienden a su propia autoorganización." Definida también como "la tendencia constante y espontánea de un sistema para generar patrones de comportamiento global". (Física cuántica de Hernán Haken, Atlan, Marturana). También en el campo de la física, después de los aportes de la física cuántica, se discute la inexistencia de partículas elementales. Al parecer no existe jerarquía entre las partículas conocidas. Todas ellas tendrían una función complementaria, la cual determinaría la estructura de la totalidad. Este fenómeno está expresado en un principio definido como de la autoconsistencia (Chew, Capra, Bootstrap). Según esta teoría, también los procesos sociales son afectados y podrían ser comprendidos a través de estos principios. Resulta demasiado audaz pretender dar explicaciones mecanicistas de los problemas sociales. Ya ocurrió en el pasado y sus intentos forman parte de la historia de la filosofía. Pero incluso, si asumiéramos que estos fenómenos físicos tienen su correlativo en la vida del hombre, habría que señalar que también allí, la comprensión de esas dinámicas, nada agregaría al problema fundamental ya planteado por Carlos Marx, según el cual, los filósofos no han hecho más que explicar el mundo y de lo que se trata es de cambiarlo.

Por otra parte, la aceptación de tales postulados de la teoría de la complejidad implicaría que el hombre es un objeto y no sujeto de su historia, lo cual está en contradicción con el conocimiento y la vivencia que tenemos de la misma historia. Si los conocimientos que hoy tenemos de la física cuántica son ciertos, no son más ciertos porque hayan sido descubiertos recientemente. Ello supondría una existencia anterior que permitiría explicarnos por ejemplo al derrumbe del Imperio Romano y de todos los imperios y de modo muy particular al feudalismo y a toda la Edad Media (principio de autoorganización, y el de autoconsistencia). Incluso permitiría explicarnos las dinámicas de todas las revoluciones sociales.

La complejidad del mundo es cosa conocida con anterioridad a la teoría de la complejidad. La incertidumbre, tampoco es mayor, porque sea nuestra incertidumbre. La historia del hombre también ha sido la historia de la incertidumbre, y es ella la que le otorga sentido a los universales de la cultura, explicados por la antropología. El sentido de los universales, es comprensible como antítesis de una concepción caótica del mundo. El hombre ha tenido la necesidad de racionalizar a un mundo que carece de razones. Todas las culturas conocidas han tenido la necesidad de darle sentido al mundo. Y ese afán por racionalizar el mundo, es que lo explica en parte, la complejidad social, política, económica y tecnológica del mundo contemporáneo. El hombre ha tenido la necesidad de recrear al mundo, y eso podría vincularse al concepto de artificialeza explicado en la teoría de la complejidad, conforme al cual, "La naturaleza está deviniendo en artificialeza, el ámbito de lo natural se agota amplificándose bajo el impulso de la creatividad humana que más que eliminar construye una realidad dentro de esta."(Laszlo, Hayles)

Otro concepto particularmente importante dentro de la teoría de la complejidad es la noción de causalidad. Este negaría la comprensión de la realidad por la concepción de algunas causas absolutas, suposición que también ha sido abordada por la dialéctica materialista, la cual distingue entre causas absolutas y causas relativas. El principio de la causalidad en la teoría de a la complejidad parece bien sustentado, fundamentalmente con relación a la explicación de los fenómenos físicos y naturales. Pero se contradice con relación al sentido que otorgan a ciertos fenómenos y con relación a los conceptos que explicarían las dinámicas sociales. Por ejemplo el principio de la amplificación por fluctuaciones, señala que "Elementos simples, al entrar en estado crítico pueden desencadenar procesos que cambian completamente las condiciones del sistema."(Lorenz, Poincaré, Prigogine). Es decir se admite la existencia de unas causalidades iniciales, aunque no sean las que determinen finalmente la alteración completa de un sistema. Esto valida la concepción de una causalidad relativa y podría permitir la suposición de cierta capacidad para controlar cierto tipo de variables. Ello supone también la validez de los conceptos racionales que permiten la intervención sobre determinados procesos. Parece que el error de los teóricos de la teoría de la complejidad, consiste en suponer el carácter universal de sus conceptos, con lo cual, todo intento de racionalidad pareciera inútil.

Planificar desde la concepción de la complejidad, podría suponer, admitir la imposibilidad de racionalizar, con cierta relatividad, los procesos que les son propios. Explicaría también el fracaso reiterado de los procesos de planificación en Venezuela y en Latinoamérica. Pero a su vez, haría incomprensible a los procesos exitosos que se dan dado, sin ir muy lejos, en el siglo XX, y los que aún se desarrollan en las sociedades abiertas, industrializadas y supercomplejas del mundo contemporáneo. Ello ha hecho pertinente el concepto de la viabilidad. Conforme a cierta racionalidad, los planes y determinados proyectos, pueden ser posibles o imposibles, viables o inviables, sustentables y autosustentables e insustentables. De modo que, la comprensión de la complejidad de los fenómenos sociales es la que justifica todo intento de racionalizar. Es la que hace posible una concepción de la planificación como posibilidad de "aplicar la inteligencia para tratar los hechos y las situaciones como son y para encontrar un modo de resolver los problemas"(Nehru). Una jerga de la planificación, da cuenta de su propia concepción de la complejidad.

Esa complejidad aquí aludida, es también la que da sentido al surgimiento de muchos enfoques y perspectivas orientados a explicar y enfrentar una realidad heterogénea. Esos diversos enfoques han surgido para dar respuesta a ciertas realidades. El proceso de desarrollo de América Latina, su complejidad y sus retrocesos. no podían seguirse abordando con las prescripciones de una concepción normativa. No obstante, ninguna de las concepciones, entendidas como formula única, parece estar en capacidad de proporcionar explicaciones autosuficientes para problemas de la planificación.

LOS ENFOQUES DE LA PLANIFICACIÓN EN AMÉRICA LATINA
Conforme a los estudios y seguimientos de IVEPLAN, el debate académico y las prácticas sobre planificación y gestión se centran en las modalidades normativa, estratégica, corporativa, estratégica, situacional, prospectiva, comunicacional y gestión de la calidad en América Latina. La primera es un enfoque fundamentalmente dirigido hacia la gestión de los procesos de desarrollo, impulsados fundamentalmente desde el CEPAL y desde el ILPES. Es una propuesta, al parecer necesariamente indicativa cuando el sujeto de operacionalización es el Estado. Utiliza la integración operativa de técnicas de proyección de tendencias con técnicas de programación a mediano plazo. Mientras que la concepción estratégica corporativa es una concepción orientada a la solución de problemas, considerando recursos financieros, resultados y opciones estratégicas para cada área de la organización. Se inicia con un análisis ambiental para conocer sus debilidades y fortalezas. El diagnóstico del ambiente determinará la elección de sus estrategias. El enfoque comunicacional parte del principio de que lo fundamental es la capacidad para crear redes comunicativas facilitadoras del acuerdo y la acción cooperativa. Obviamente, cada uno de estos enfoques parece responder a determinadas necesidades. Pero no parecen constituir castas enemigas. Parece que ningún problema de realidad puede abordarse desde percepción de la monotematicidad y de la monotécnicidad. La necesidad de enfrentar la complejidad debe dar origen a un proceso racional fundado en la complementariedad, hasta donde sea posible y compatible. Si algo nos enseña la teoría de la complejidad es un principio conforme al cual el estudio y la intervención sobre la realidad no pueden abordarse desde la monodisciplinariedad, sino desde la interdisciplinariedad de todos los campos del saber. La costumbre griega de parcelar la realidad, constituye todavía una estimable cualidad. La diferencia estriba en que la formación de los griegos era multidisciplinar y generalista, tal como lo demandan hoy las necesidades de la sociedad contemporánea. Formar más generalistas y menos especialistas.

EL MODELO DE PLANIFICACIÓN NACIONAL EN EL CONTEXTO DE LA MUNDIALIZACIÓN

Uno de los más importantes temas de discusión actual lo constituye el efecto disgregador de la mundialización, En efecto esta nueva etapa del capitalismo, ha tenido entre algunas de sus más inmediatas consecuencias, el debilitamiento de los estados nacionales. Y junto a ello, el desmantelamiento de los proyectos nacionales (políticos, económicos, sociales) de los países en vías de desarrollo. Desmatelamiento y privatización de industrias, aperturas indiscriminadas de sus mercados, subordinación a las pautas financieras del mundo desarrollado. Sustitución de modelos comunicacionales, educativos, legales y adopción de modelos transnacionales que tienden a unificar la cultura internacional. Pero, paradójicamente, ensanchando las diferencias entre países desarrollados y subdesarrollados, poseedores y desposeídos, centro y periferia, modernidad y atraso.

Este proceso, aparentemente irreversible, y con características benéficas potenciales para la humanidad, tiende a pervertir o destruir los contrapesos que generan los necesarios equilibrios para cualquier sistema. La riqueza de la cultura universal es la consecuencia de la multiplicidad y la variedad de fuentes que la nutren. Las universidades nacionales de los países en vías de desarrollo tienen ante el reto de generar las reflexiones conducentes a generar modelos alternativos de integración, sin sumisión. Tienen la responsabilidad de convertirse en los custodios de la cultura nacional. Y por otra parte, la responsabilidad de generar niveles académicos que nos permitan acceder y acrecentar los conocimientos y tecnologías facilitadoras de la competencia internacional. El cómo hacerlo, tiene sus premisas en la necesaria definición de un modelo económico alternativo fundado, invariablemente, en nuestra realidad nacional y en nuestras posibilidades de integración sub-regional, en el poblamiento y desarrollo de nuestro propio territorio y en la complementariedad de las economías sub-regionales. Venezuela, por ejemplo, no puede ígnorar los influjos geoeconómicos que se derivan de su vencidad con Colombia, del mismo modo que Colombia tampoco puede ignorar la reciprocidad de esos influjos. El problema de Latinoamérica, parece evidente, ha sido su fragmentación, su aislamiento interior, y su intercambio con polos extremadamente desiguales de desarrollo.

La planificación del desarrollo de las regiones tiene que considerar la potencialidad y las oportunidades de complementariedad de las regiones vecinas más próximas. Esto concepción del desarrollo, parte de la misma premisa con la que se abordó en Venezuela, desde los años sesenta, el desarrollo intraregional. Es decir, la concepción de desarrollo nacional, parte del concepto de desarrollo de la región, como elemento integrador, ordenador y complementario de los recursos, energéticos, comunicacionales, poblacionales, asistenciales, necesarios para hacer sustentables determinados planes de desarrollo. Esta concepción a la vez que social y económica consolida las bases de la integración nacional y sub-regional. Estos conceptos (planificación nacional y sub-regional), parecen contrarios a los paradigmas del libre mercado, predominantes en materia de planificación, los cuales suponen que la sub-región puede generar desarrollos autónomos, interactuar con diversos polos económicos, al margen de regiones contiguas y de un proyecto nacional y con actores distintos al Estado. Tal pretensión es contraria a la persistencia del Estado nacional y a la posibilidad de un Estado supranacional. Peor aún, constituye la posibilidad cierta de nuevos procesos de fragmentación y desarticulación social y política, como los que dieron origen a Uruguay, Paraguay, y Centroamérica. Amén de la profundización de nuestra dependencia.

La enseñanza que se desprende del proceso de globalización es la necesidad de generar respuestas racionales a eventos que se nos presentan como fatalidades. Los procesos planificados de integración regional, constituyen una respuesta racional a las tendencias desreguladoras de la economía y a la apertura indiscriminada del libre comercio. También una respuesta a la institucionalización de la injerencia y la intervención a escala global. La planificación debe constituir un elemento para hacer posible la integración sub-regional y la participación de sectores sociales, hasta ahora, excluidos del desarrollo nacional.

LA REINTERPRETACIÓN DE LA REALIDAD, DESDE LA CONSTRUCCIÓN DE OTRA RACIONALIDAD-DISCURSIVIDAD, Y DESDE LA MISMIDAD.

Parace evidente que la racionalidad es una construcción. Su cualidad parece tener orígenes en la propia complejidad, a veces, antecedida por el despliegue del caos, y de diversas lógicas borrosas. Parece consecuencia del principio de autoorganización e incluso del principio de artificialeza, que recrea e imagina realidades. Se explicaría por la generalización, interacción y conectividad de estructuras semánticas que buscan su espacio de autoconsistencia, autosemejanza o fractalidad. Semántica y fractalidad serían lo mismo. Elementos fractales o semánticos de la planificación, serían la planeación, el plan, la programación, la planificación normativa, prescriptiva e indicativa o la planificación estratégica, corporativa, regional y local, o la planificación estratégica situacional, o la planificación regional centralizada o bien la planificación prospectiva desde un marco indicativo, o bien la planificación comunicativa o la planificación desde el enfoque de la calidad total, enfoque global, etc. Cada uno de estos elementos, vistos desde la fractalidad, constituyen rizomas o líneas de segmentariedad, desde las cuales construyen su propio significado.

Parece evidente, dijimos, que la racionalidad es una construcción, que busca también su autopoiesis en un proceso de recursividad infinita "que vuelve sobre mismo en bucles, en rizos, en espirales creativas" del mismo modo como Hegel concibe la historia. No obstante, se afirma que, "El rizoma es un sistema acendrado, no jerárquico y no significante, sin general, sin memoria organizadora o autómata central, definido únicamente por una circulación de estados" (Principios o Características de... Deleuze, Guattari) Conforme a esta distinción, el rizoma territorializa, segmenta, estratifica y otorga significados. En su proceso de segmentación, y territorialización, codifica y significa, pero en su tránsito elíptico, ¿curvo?, en su recursividad, reconstruye, decodifica, ¿se niega así misma? Y vuelve a codificar, ¿en un proceso dialéctico? ¿De que modo, el concepto de rizoma la explica la vida útil del proyecto? La vida útil del proyecto de nación, fundación y refundación o transformación? Creemos que el principio del rizoma se desencadena por la acción de elementos contrarios en estado de inestabilidad. Parece evidente que la prolongación del segmento es una variable determinada e indeterminada y multidimensional. Responde a una determinadas necesidades y a nuevas necesidades. Se afianza de modo transitorio por la correlación de fuerzas sinergéticas, que inicialmente, se orientan de modo disipativo hasta confluir en un nuevo estado predicado, o bien, impredicado, es decir, en estado final amplificado por diversas fluctuaciones. Esta característica de la complejidad, condiciona los procesos de planificación, los cuales se condicionan por dependencias múltiples o diversos grados de sensibilidad. La sustentabilidad de un proyecto, por ejemplo, podría depender no sólo de su rentabilidad económica o bien social, sino también de la viabilidad y la permanencia de un conjunto de programas que animan un determinado modelo de desarrollo. Dependerá también de la estabilidad económica de un sistema, o de la sensibilidad con la cual reacciona un sistema por causa-consecuencia de sus debilidades estructurales. Esto hace posible que la planificación pueda ser desplegada, organizadora y reoganizadora. Permite que pueda ser afectante y afectada. Organizada y autoorganizada. Normativa y eventualmente situacional, necesariamente alternativa y ocasionalmente disfuncional. Puede ser predictiva e impredecible. Adoptable, adoptada y adaptable. Permite que se construya a partir de lógicas borrosas, de propiedades emergentes y de resonancias mórficas.

Parece que lo dicho hasta este punto agrega elementos novedosos, nuevos conceptos, para la comprensión y la reinterpretación de realidad de los problemas sociales. Parece que, partiendo de los mismísimos conceptos de la modernidad, pretende negarla. Parece que no es posible construir nuevos conceptos partiendo de la nada. Parece que desde los presocráticos, hasta los postmos, la construcción de conceptos es una expresión de rizomas, fractales y autosemejanzas. Identidad y desarraigo. Tesis y antítesis, para lograr una nueva síntesis, es decir una nueva autopoiesis. Pareciera que estamos reinventado el concepto de polis, en el cual, la arkhé no se concentra en la cúspide de la organización social. Pareciera que en materia de planificación, buscamos retornar al ágora, a la planificación desde lo local, de un modo distinto, pero con ese sentido esencial.

BIBLIOGRAFÍA REVISADA

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