martes, 15 de enero de 2019

DEL SINGULAR CONGRESO DEL FUTURO A: FUTUROS INTERSTICIALES



Omar Villanueva Olmedo                                                                                                      
Director OLIBAR Consultores Interstitial Strategies -desde 1972-
Lic. Ing. FEN Universidad de Chile                   
ovillanueva.comunica@gmail.com                                                                                            
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El aporte y divulgación del conocimiento. El Congreso del Futuro es sin duda un aporte y una divulgación del conocimiento, en particular para las personas que están interesadas en aprender sobre los diferentes temas, con expositores que han demostrado su saber. Desde hace años que seguimos sus contribuciones, evoluciones e innovaciones y por eso hemos publicado numerosos artículos en los medios nacionales y los hemos distribuido entre autoridades de gobiernos, congresales, líderes universitarios, centros de estudio, partidos políticos y directivos empresariales.
Los múltiples aportes singulares del Congreso. En nuestra opinión el Congreso del Futuro 2019 presentará charlas y encuentros sobre muchos temas, la mayoría de los cuales tendrán un contenido único que se distinguirá de los demás. Para nuestros efectos cada tema que se presente y que se distinga por sus propiedades o características únicas será una “singularidad”. Lo cual sin duda que es un importante aporte a la divulgación del contenido de ellas y representará un esfuerzo de gran relevancia para el país. Sin embargo, hasta ahora el Congreso ha sido un conglomerado de exposiciones diversas, dispersas e inconexas y de grandes anuncios con sus amenazas para el mundo y para el país. Por su parte, los medios de comunicación exageran sus aportes y al poco tiempo se olvidan del seguimiento necesario.

Cada singularidad tiene sus propiedades, atributos y características. Ahondando en el significado de singularidad debe considerarse que: cada una se puede distinguir por sus múltiples características o atributos, los que pueden ser limitados como en el caso de un alfiler y hasta alcanzar cifras enormes para la biología o astronomía. Lo cual está relacionado con lo limitado que puede ser el conocimiento que tiene cada persona del público presencial o virtual.

Los conocimientos singulares y su desarrollo.  Desde siempre las sociedades han sido propiciatorias a los conocimientos singulares y a su desarrollo porque ha ayudado a resolver los múltiples desafíos y problemas de vida y de sobrevivencia y este enfoque ha llevado a que un gran número de actividades se muevan en ese ambiente. Si Ud. es estudiante de educación básica se habrá dado cuenta que cada materia es una singularidad: matemática, historia o biología, lenguaje. Si conoce de universidades se habrá dado cuenta que hay diferentes carreras y títulos para ellas: medicina, ingeniería, derecho o diseño, que son otras singularidades y como ironizaba el poeta Huidobro “a mí que, títulos de limitación”. Si asiste al Congreso Nacional se encontrará con diferentes comisiones: economía, trabajo o relaciones exteriores y que decir de los ministerios: interior, justicia, trabajo, cultura o deportes, todos son terrenos singulares y algo similar ocurre en casi todo: banco, isapre, caja, superintendencia, corredora, previsional, minera, agrícola o transporte.

Las personas y organizaciones necesitamos interrelacionar los conocimientos singulares. Efectivamente cada persona necesita para desenvolverse en cualquier actividad relacionar las diferentes singularidades. Si se tiene que hacer una presentación a un público desconocido deberá relacionar por lo menos las siguientes singularidades: lugar, audiencia, tiempo disponible, apoyos digitales, contrato, viaje, fecha, y muchas más y todo esto lo habrá aprendido sistemáticamente o por prueba y error. Pero hay otras interrelaciones que son más complejas como tener que resolver una demanda ante un juzgado en la cual intervendrán múltiples singularidades: legislación, abogados, fiscales, jueces, detenciones, declaraciones, testigos, etc. y casi cualquier persona encontrará que tiene el conocimiento suficiente sólo para una parte mínima de todo lo que le tocará vivir y lo hará, también, con un conocimiento mínimo de cómo interrelacionar ese enjambre de singularidades y salir airoso. Y es poco probable que tenga tiempo para adquirir los conocimientos necesarios para dominarlas.

Y, por lo tanto, los participantes en el Congreso si quieren “conocer o comprender” parte del conjunto de los temas singulares tendrán que hacer sus propias reflexiones si quieren integrar los diferentes contenidos y lo hará cada uno con su mejor saber y entender.

Invitamos a revisar el término futuro que contiene el título del Congreso.  El futuro podría ser que algo existirá en un momento posterior. No sabemos qué y, por lo mismo, pueden ser muchos y diferentes futuros que es posible imaginar que ocurrirán, sin saber cuándo, o cuánto diferirán de lo imaginado. En otras palabras, el futuro es en términos de conocimiento actual un conjunto infinito de posibles estados por lo que: preferimos hablar de futuros. Y eso es lo que podemos agregar, puesto que algunas de las singularidades que serán presentadas pueden caer en tener un futuro único y conocido. Pero lo cierto es que lo que ocurra con cada singularidad en el futuro es incierto, y por eso es más recomendable mostrar diferentes escenarios en los cuales la singularidad se podrá encontrar en 10, 20 o 100 años más con diversidad de atributos y propiedades.  Pero esta no es la presentación que hemos visto más utilizada en antiguas charlas del Congreso.

Las singularidades necesitan interrelacionarse con otras singularidades. Los cultores de las singularidades casi siempre reconocen que para avanzar en el desarrollo de su conocimiento se hace necesario combinarlo con el de otra u otras singularidades, que aportan nuevas vías para encontrar respuestas nuevas a problemas vigentes o que llegan a producir nuevos resultados sorprendentes. Las formas para relaciones singulares son variadas, entre las que se encuentran las tradicionales interrelaciones: inter, trans, intra, multi y supra disciplinarias.

Para eso nacen nuevos conceptos como los ecosistemas. Dado que se hace necesario integrar conocimientos singulares para representar las complejas interacciones que existen entre los organismos que conforman las plantas, las bacterias, los hongos, junto con la energía y otros materiales se da nacimiento al concepto de ecosistema. Lo cual es un acercamiento a reconocer que: una singularidad está, aunque no se conozca cómo, unida de diferentes formas con otras y de esa manera aparecen ecosistemas industriales, de ciencia y tecnología, etc. Y así nos acercamos a reconocer una parte de las muchas debilidades que contienen las singularidades: porque un ecosistema nos acerca al conocimiento del Universo.

De la esfera de la suma de las singularidades al conocimiento universal actual. Existe un conocimiento universal que se puede representar -imperfectamente- por una esfera que se amplía cada vez que se da a conocer un avance. En la esfera se acumula todo lo que se sabe. Al mismo tiempo que podemos concluir que: “el espacio que está afuera de la esfera es mucho más grande y no tiene fin”. Y todo ese infinito conocimiento es del universo dentro del cual todo está relacionado, pero ese conocimiento está… por descubrirse o crearse.

Del conocimiento universal actual al desconocido conocimiento intersticial. Es posible que con el tiempo la esfera del conocimiento universal se amplíe y probablemente lo siga haciendo a través de las singularidades actuales y futuras, a la que también aportarán las interrelaciones y los ecosistemas singulares del conocimiento, pero ese camino no considerará algo que es fundamental y que se deja de lado: los espacios o intersticios sin conocimientos que quedan entre las singularidades tal como las conocemos hoy día y las seguiremos conociendo en los futuros.

El conocimiento intersticial intenta reducir las barreras de interrelación entre singularidades. Y por lo tanto a abrir un mundo de nuevos conocimientos de manera creativa. Este tema lo trataremos en profundidad en un artículo ad hoc –ya escrito y registrado en el Departamento de Derechos Intelectuales de Chile- que publicaremos más adelante, una vez que un diverso grupo de lectores seleccionados haya reconocido que viven entre singularidades, con sus beneficios y debilidades. La razón principal de esta decisión es que, para aceptar un nuevo conocimiento como El Conocimiento Intersticial ECI; dado que mayoría vivimos entre singularidades, interrelaciones y ecosistemas se debe aceptar que, si no lo conozco, una primera reacción a su presentación podría ser de rechazo y resistencia al concepto ECI o suponer que ya se sabe o que sería lo mismo que la interdisciplina o una mera combinación de algunas de ellas. Por lo tanto, si Ud. reconoce que vive entre singularidades y le interesa adentrarse en nuevos caminos, lo invitamos desde ya a leer ese artículo sobre este nuevo paradigma ECI por publicarse.

Y hablando de los futuros:

Damos nuestra bienvenida al nuevo “Ministerio de la Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación” donde el orden de los factores a veces altera el producto y el que esperamos que sea cuidadoso con el desarrollo, divulgación y aplicación de sus cuatro (4) singularidades en forma equilibrada y de manera que se concentre en el aporte al crecimiento y un desarrollo nacional … para todos.
¿El fin del futuro… singular? Esperamos que en el “Congreso del Futuro 2020”, entre tanta supuesta singularidad, se destine por lo menos una charla a dar a conocer: lo que es, sus características y los grandes avances que se pueden lograr con el “El Conocimiento Intersticial” y con la muestra de algunos de sus ejemplos y sus casos de logros a nivel local y mundial. Y todo esto a costo cero en moneda nacional y sin incurrir en trámites de viajes y viáticos por tratarse de exponentes locales y para que así en alguno de los posibles futuros y quizás con una Estrategia Nacional Intersticial de Desarrollo... dejemos de ser singulares en nuestra propia tierra.



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2. “¿Congreso del Futuro o los Futuros?: Desafíos metodológicos para legos y expertos” 2017.
3. Congreso del... Futuro y Desarrollo Nacional: ¿Por eventos o por entornos? enero 2016 y ¿Que escenarios Ud. Vislumbra para el 2018? diciembre del 2015).
4.El Futuro No Existe” IV Congreso del Futuro” Diario Radio Universidad de Chile enero 2014 y “Chile´s Futuros: su anticipación no es cuento de adultos y niños” agosto 2014.
5. “Los futuros del país y las regiones: escenarios & contra escenarios para este año el 2013, 2014 y
siguientes” enero 2013 y “Que crecimiento del país para el 2013?: el impacto de los pronósticos erróneos” diciembre 2012.
6. “Escenarios 2012: ¿Por qué no jugar a ganar en Chile?” Enero 2012
7. “Turbulencias Económicas 2012: estrategia de las empresas y governance” diciembre 2011.



Coocrea OLIBAR Team Publishing x Responsabilidad Social Profesional
 Consultores Int´l desde 1972
Estudios & Interstitial Strategies para el desarrollo y la empresa 
Preside: Don Carlos Olavarría Aranguren, Master of Science M.I.T / U.S.A

Enero 2018, Santiago, Chile






lunes, 22 de octubre de 2018

ALEGRÍAS Y RIQUEZAS DEL DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL NACIONAL ¿HASTA CUÁNDO HABRÁ QUE ESPERARLO COMPATRIOTAS?




Omar Villanueva Olmedo

Director OLIBAR Consultores Interstitial Strategies -desde 1972-
Lic. Ing. FEN Universidad de Chile
villanueva.comunica@gmail.com

Coocrea Team Publishing OLIBAR x Responsabilidad Social Profesional

¿Hay empresas potentes para aportar al desarrollo nacional acorde a las demandas del siglo XXI y los nuevos niveles de competencia e innovación en el mundo? ¿Existe una estructura de sectores económicos del país similares a la que distingue a los países económica y socialmente desarrollados? ¿Tenemos líderes y liderazgos que impacten positivamente capaces de conducirnos hacia el desarrollo? ¿Es posible pasar de un desarrollo económico y social de tipo singular al nuevo paradigma de desarrollo plural intersticial? ¿Existe alguna institución que sea responsable y encomendada explícitamente de conducir el país a lograr su desarrollo económico y social? ¿Tenemos una estrategia país consensuada para al desarrollo económico social? Existen diferentes caminos para incursionar al interior de estas preguntas:


I.- Hay una coexistencia de muchas empresas tradicionales, con insuficiente innovación menos aún disruptiva y con escasos emprendimientos de magnitud y éxito mundial.

En general son empresas antiguas (desde antes de 1980) operando en la agricultura, la pesca, la minería, la manufactura y los servicios (varios de dudosa calidad); muchas de ellas se han ido vendiendo a empresas extranjeras, y algunas han tenido incursiones internacionales principalmente extendiendo sus operaciones tradicionales en el continente. En el año 2016 existían más de un millón de empresas, con apenas 1,3% grande y más de 60% micro, según el Servicio de Impuestos Internos (*). Las primeras son las que se centran en la incorporación de tecnologías extranjeras principalmente en sus procesos y algo en productos. Entre las otras empresas se multiplican las comerciales y se destacan algunas pocas pymes que se dedican a las nuevas tecnologías.

Las grandes y medianas empresas se modernizan en materias comercialización, publicidad informatización y de la selección de personal. Las empresas de las nuevas tecnologías, en buena parte extranjeras, son pequeñas y tienen serias dificultades para vender, exportar e introducir sus tecnologías más avanzadas en el mercado.

Los directivos de las empresas mayores tienen formación profesional en el país y en exterior, pero con déficit en su perfil de liderazgo, de acuerdo a los cánones de centros de excelencia internacionales, lo cual supone la inexistencia de autoevaluación de sus características personales, aparte de los esporádicos esfuerzos que realizan en la aplicación de estrategias disruptivas a nivel de negocios y corporativa, a excepción de las empresas multinacionales. Este medio le da gran importancia a los cambios profundos que demandan las actuales y futuras condiciones de la economía y del mercado nacional e internacional, pero al tiempo que se advierte la tendencia a postergar indefinidamente los cambios profundos, por los temores de fracasar, lo que se refuerza por el bajo grado de conocimiento de la cultura y los valores que dominan al interior de la empresa.

Las empresas nacionales están centradas de preferencia en el mercado interno - sólo algo más del 4% hace envíos al exterior – priman las empresas familiares - casi el 50%y muchas tienen sus ventas concentradas en pocos clientes. Se carece asimismo de un poderoso mercado de capitales de riesgo (Venture Capital) para apostar seriamente a nuevos emprendimientos que de soporte a la innovación compleja y de magnitud mayor que se requiere para un fast development. Asimismo, en el débil Mercado de la Industria de la Innovación y Emprendedurismo, sus actores y sus esfuerzos están: híperfragmentados, inconexos, dispersos y superpuestos.

El espectro empresarial es de concentración de muchas industrias en pocos competidores con sus efectos sobre la competencia y los peligros de acuerdos poco éticos. Aunque, por otra parte, para las pymes en los mercados en que colocan sus productos o servicios hay mucha competencia y sin olvidar un gran comprador, sin otra alternativa, que es el sector público, que impone sus reglas y plazos y opera sin mucha transparencia.

Dentro de este mundo se destaca la penetración de internet y de teléfonos inteligentes, con más de 14 millones de personas respectivamente, mostrando que las personas han avanzado mucho más que los productos y servicios que entrega el actual mercado proveedor nacional.

Dentro de este panorama son muy limitados los emprendimientos en nuevos rubros, especialmente en las nuevas tecnologías singulares de crecimiento exponencial, que se constituyan en “nuevas empresas que sean relevantes” en cuanto a su aporte al producto nacional. Esto a pesar de los millones de dólares que ha invertido o gastado, por ejemplo, la Corfo y otras agencias en el último decenio, en el incentivo al emprendimiento de empresas nacionales y extranjeras.

Finalmente, se puede concluir que no hay indicios claros de que se hayan creado, se estén creando o que se crearán empresas de tamaño grande o mediano e innovadas de alto impacto que contribuyan a duplicar el Producto Interno Bruto (PIB) nacional hacia el año 2028.


II.- La composición sectorial del producto interno de un país identifica a los que son desarrollados, de los que no lo son.
Las grandes empresas nacionales se concentran en casi los mismos productos desde hace más de 30 años, con avances menores en la digitalización y modernización de procesos con inteligencia externa y algo en productos.

Se reconoce en los países desarrollados la existencia de una determinada relación entre sus sectores económicos, como se muestra a continuación. Por ejemplo, los países desarrollados tienen un sector agrícola que constituye alrededor del 1% del PIB (USA, Japón, Alemania) o cuando más un 2% (Italia, España) en comparación al casi el 4% de nuestro país. La industria es un sector que en los primeros países aporta del orden del 20 al 30% del PIB, en Chile aporta más del 30%. Finalmente, los servicios en los países desarrollados contribuyen con alrededor del 70% del PIB, en nuestro país es de menos de 60%.

Por lo visto para poner a tono y acortar las brechas desarrollo-subdesarrollo los sectores de la economía nacional y llegar a PIB como los de los países que lo han logrado habría que: (1) Hacer crecer las empresas de materias básicas como agricultura, silvicultura, pesca y minería, pero (2) Al mismo tiempo, hacer crecer un poco más a las empresas industriales y (3) Dar un gran impulso a los serviciosespecialmente a los innovados de valor. ¿Será eso posible de aquí al 2028 al paso que se avanza? Es urgente y prioritario.

Es innegable que los empresarios han hecho un importantísimo aporte al desarrollo de las dos últimas décadas, dadas sus características: empuje y valor para invertir y correr riesgos no menores, pero su responsabilidad no es el crecimiento del PIB nacional y damos el crédito que el estado ha hecho lo posible dentro de lo que la Constitución actual mandata. Sin embargo, ese esfuerzo es insuficiente para el crecimiento deseado y requerido, puesto que se anticipa -en un escenario- que la economía crecería un máximo 4% anual en los próximos ejercicios (según la mayoría de los profesionales consultados) cuando para llegar al nivel de país desarrollado se debiera crecer desde ahora al 2028 a tasas superiores al 6% anual. Y no se vislumbra que las actuales empresas y las que se pudieran crear puedan llegar en 10 años a duplicar el PIB.

Para algunas autoridades la innovación y emprendimiento puede ayudar a mejorar el desarrollo, pero siendo una industria fundamental para el cambio de los sectores, hay que reconocer que es una industria novel, en etapa de pleno crecimiento, está en sus primeras etapas, con muchos adeptos y animadores, pero con escasos éxitos, con poco capital de riesgo, con creciente publicidad y con un ícono con ya bastantes años como son las “lagunas” del siglo pasado y ahora “esquinas de compra” vendida a un grupo internacional. Pero es poco probable que en la próxima década se produzca una revolución nacional que lleve, por ejemplo, a que muchas innovaciones en el sector de los servicios se transformen en exitosos emprendimientos que aporten de manera significativa al PIB, pero que además, tendrían que ser exitosas en la medida que, principalmente: sus servicios se produzcan en el país y sus mercados y sus clientes estén en los mercados externos o extranjeros consumiendo sus producciones chilenas.

Finalmente, se puede concluir que es poco probable que la composición de la estructura de los sectores económicos nacionales y los emprendimientos que nazcan en los diferentes sectores, siendo prioritario el de servicios de exportación sea una realidad en la próxima década y, por lo tanto, el escenario - ceteris paribus -es que se siga vegetando en espera que llegue el mentado desarrollo económico y social…para todos pues la élite ya lo ha logrado para si misma, como lo señala el diagnóstico y los loables esfuerzos 3i que impulsa el Ministerio Social más un grupo de empresarios comprometidos en dichas tareas. Pero insistimos, sin crecimiento sobre un 6% anual del PIB los resultados son previsibles para este o cualquier gobierno: no seremos desarrollados el 2028.

III.- Debe haber liderazgos desarrollistas de éxito para lograr el tan anhelado desarrollo económico y social

En los últimos años la atención nacional se ha centrado en temas sociales, muy comprensibles, que demandan enormes recursos para otorgarlos en la calidad adecuada y en eso se han ocupado los mejores cerebros del país. Se han hecho y se siguen haciendo esfuerzos en mejoras en cuestiones: de identidad de género, de ecología y descontaminación, de tratamiento de la criminalidad juvenil, de acogimiento a los inmigrantes, de crear más regiones y de darles más autonomía, del acogimiento a las madres que abortan o que están por abortar, de dar un tratamiento digno a los niños en situación irregular o a los discapacitados, o de entregar la educación en forma gratuita, o diversos programas de inclusión, ancianidad, obesidad y otros. Estos temas han sido y siguen siendo bastante tratados por las autoridades, lo que solo muestra lo atrasado que está nuestra sociedad en estas materias.

Pero para resolverlos hay que tener recursos y muchos, los que hasta ahora son insuficientes. Sin embargo, no es el desarrollo económico una preocupación permanente y sistemática de los líderes visibles, porque suponemos que acceden a los recursos suficientes para dejarlos tranquilos en sus aspiraciones, ya sea que los obtengan del mercado o de los fondos públicos. No observamos que en los principales frentes que apoyan el desarrollo económico que existan líderes destacados que planteen con fuerza, con urgencia y en forma sostenida “la necesidad de crear más riqueza y sobretodo de la nueva riqueza de las naciones” para dar más y mejores servicios sociales para compensar las innegables desigualdades que existen para: millones de personas que tienen trabajos de ingreso mínimo, mala atención en salud, educación insuficiente, que luchan por una vivienda digna, que quieren vivir en lugares seguros, con transporte y traslados al trabajo que les ocupan muchas horas del día, con inexistentes áreas verdes, pensiones y vejez indignas, etc. Todo lo cual está ampliamente descripto en millones de páginas de sesudos y bien pagados estudios de organismos y centros de estudios internacionales y locales, universidades y partidos políticos.

Por principal, ¿a quién se puede identificar hoy día como la o las personas que sean adalides y líderes para enfrentar en serio, con proyectos y con escenarios y con estimaciones los desafíos del desarrollo económico y social nacional integral? ¿Quién presenta fórmulas para invertir en hacer que los sectores productivos se enfoquen a la formación de una estructura económica de país desarrollado requerida? ¿Cómo se están formando los profesionales y los técnicos para que sean aportes al desarrollo y no a la mantención de una estructura de sectores anticuados? ¿Quién manifiesta su opinión sobre la necesidad de que el emprendimiento que lleva sólo a ganar un sustento para sus dueños es conveniente, pero que aporta casi nada al verdadero desarrollo que les lleve a niveles de rentas y bienestares de países desarrollados? ¿Quién lidera la creación de un poderoso e innovado mercado de capitales de riesgos (VC) de la magnitud requerida para afectar positivamente el PIB y que de soporte a la innovación y emprendimientos requeridos por las empresas tradicionales y a las nuevas industrias y negocios de este siglo?


Por principal segundo, es que los empresarios expresen que su legitima preocupación gremial en: promover los principios éticos por los cuales debe desarrollar su acción, dar opiniones a los poderes públicos y defender los intereses de la producción y del comercio deja en claro cuales son sus objetivos y rol parcial en términos de su participación en el liderazgo del desarrollo económico integral del país. Por su parte, el Congreso Nacional tiene objetivos singulares de representación de la ciudadanía, concurrir a la formación de las leyes y fiscalizar los actos del Gobierno, por lo cual tampoco es responsable del desarrollo del país como tal. ¿Y por último el poder ejecutivo es responsable del desarrollo económico y social del país? Corolario: busque Ud., si es que encuentra esa respuesta a “quien es el responsable del desarrollo nacional” en la Constitución Política de la República.

Como se podrá entender de lo anterior, en este país no hay en lo fáctico y constitucional un responsable de tamaña y trascendental tarea como es el desarrollo económico y social de la nación y, por lo tanto, es efímero pensar que esta aventura que facilitaría la vida de todos los ciudadanos la vaya a asumir alguna autoridad (o los privados) por los puros aplausos y que e incluso podría ser motivo de acusación de inconstitucionalidad. Tenemos un enorme vértigo de vacío como diría el poeta Vicente Huidobro refiriéndose al futuro y quizás una falta de un Poder Directivo superior al Ejecutivo para encabezar este desafío.

Pero insistiendo en el tema, “para ser desarrollados hay que crecer por sobre el 4% por año”, menos que eso es postergar para siempre el que toda la población del país viva sin mirar con envidia a los muchos chilenos que están en desarrollo en Chile, o que se han ido o se irán, a países ya desarrollados, donde logran condiciones de vida y resultados muy superiores a los locales por el mismo esfuerzo o menos.

IV.- Conclusión preliminar: ¿Procastinar?

Como no identificamos líderes nacionales que luchen por este tipo de desarrollo económico social país, concluimos que el desarrollo se posterga para el futuro, en espera de mejores tiempos hasta que los chilenos tomemos conciencia que no existe el liderazgo presente, reconocido y aceptado para alcanzarlo y procrastinándolo una vez más. Así el asunto olvidémonos y sigamos repitiendo la frase de que “en 10 años más seremos un país desarrollado”, aunque sea lo mismo que oímos en los años 1950, del milenio pasado.

Por eso categóricamente: (1) Sin líderes a nivel de estado que pongan el fuerte en que hay que llegar al desarrollo y actúen en consecuencia, y que conjuntamente con cada aumento del crecimiento económico se comprometan nuevos recursos a mejorar los “bienes sociales de los chilenos y extranjeros que vivan en este territorio” y (2) Sin innovaciones y emprendimientos de gran envergadura y mayor complejidad de conocimientos con nuevas tecnologías y base científica intersticial, para satisfacer los mercados externos y que sean de un gran aporte al PIB, es muy difícil que se logre el desarrollo económico y social del país.

Con una población cada día mayor y envejeciendo, serán millones de chilenos que quizás moriremos con la ilusión de que algún día íbamos a ser plenamente desarrollados, a menos que: se produzca una marea de empresas tecnológicas de la nueva economía que nazcan y produzcan lo que hasta ahora es desconocido.

¿Por qué a esta altura del siglo XXI no se distingue un líder o un grupo líder  en la política, la empresa,  la educación, la cultura, las artes, la justicia en la ciencia que se juegue por poner en orden los factores que lleven a que este país rico en recursos naturales, en geografía y en energía potencial, plantee la urgencia de un justo desarrollo económico, que  permita con justicia resolver los profundos problemas sociales que afligen a una parte importante de la población nacional activa y a sus viejos y de muchos de los inmigrantes que han cifrado forjar su futuro con nosotros? ¿Queremos líderes para hacerse cargo de crear la nueva riqueza innovada - económica, empresarial, social, científica, cultural, humana y ambiental - como las naciones desarrolladas que ya clavan su mira e innovadores emprendimientos en el espacio exterior y la profundidad de los océanos e industrias intersticiales?

V.- ¿Es posible pasar de un desarrollo económico y social tradicional de base singular tradicional a un innovado desarrollo intersticial?

Por lo que vemos nos corresponde a los ciudadanos manifestar nuestra incomodidad de vivir unos tiempos de cambio económico y social nacional y mundial, y que como no se distinguen responsables y no aparecen líderes poderosos para encauzar los cambios al desarrollo económico, deberíamos expresar en forma continua, y cada día más amplia y vociferante, a las autoridades que se pronuncien sobre qué están haciendo o van a hacer para acelerar el cambio que nos lleve de verdad y contemporáneamente al desarrollo económico y social y no en otros eternos y recurrentes “en 10 años más”.

Además de este relevamiento de situación expuesto en esta nota nosotros ponemos a disposición de la comunidad nuestros aportes al desarrollo de nuevas y potentes innovaciones que surgen de la inteligencia intersticial. En resumen, se trata de encontrar contenido para los intersticios o huecos o espacios vacíos de conocimientos que existen cuando se enfrenta a dos o más elementos independientes (aparentemente) con sus atributos, lo que es muy diferente al desarrollo habitual de los temas y organización singular que sustentan el desarrollo en el presente, muy bien definidopor las segmentaciones decarreras profesionales y técnicas específicas, o por los ministerios singulares o las comisiones temáticas del parlamento, mandatadas a trata la realidad y problemas siempre en forma parcial e inconducentes al desarrollo como lo muestra la realidad.

Hemos enunciado desde hace meses sobre el potencial de un innovador enfoque intersticial y sobre el cual nuestros compatriotas han prestado poca o nula atención, puesto que tratándose de una “originalidad nacional” no les parece ser valiosa y como suele ocurrir en países subdesarrollado en diferentes materias, primero deben lograr su aceptación o éxito validado en el exterior y posterior y ya tardíamenteretornar al interior. Mas, seguiremos insistiendo en los beneficios para Chile de trabajar con los aportes de “los vacíos de conocimiento que existe en los intersticios en la educación, en los espacios saludables, en la salud antepuesta a la sanación, la biología ingravitacional,arte cuántico etc.”, con un nuevo paradigmade innovación y emprendimiento el que puede ser aplicadocon y sin nuevas tecnologías, que podría dar inicio a muchas empresas e incluso nuevas industrias nacionales de importancia mundial y con impacto en el PIB local.

SINTESIS: 1.-¿Existe alguna institución que sea responsable del desarrollo económico y social del país?2.- A ver¿Quién(es) asume(n) el liderazgo nacional para el desarrollo en el presente ahora ya y no en 10 años más como simple una simple retórica electoral? 3.-¿Aprovechará Chile la ventaja de contar con un nuevo paradigma intersticial para su desarrollo y gobernanza o va a esperar que lo registren en el exterior para empezar aplicar?

(*) Datos del SII y del “Informe de resultados: Empresas en Chile”, agosto 2017, Ministerios de Economía, Fomento y Turismo.
Artículos relacionados: 1.- Habitar para el buen vivir Siglo XXI 2.- ¿Es posible la innovación política?: Ahora 3.- Empresarios: ¿esperar o invertir e innovar? 4.- Nueva gobernanza: ¿seguirán gobernando como el siglo pasado? 4. Posible desarrollo: con innovación compleja & emprendimientos de tamaño mayor 5.- El Nombre de la Rosa y fundamentos para la educación del nuevo milenio. 6.- Nueva modernidad del milenio ¿Será posible evitarla? 7.- ¿Requiéscat in pace o innovación de los bancos centrales?  8.- Crecimiento equidad e innovación 9. Los innovadores métodos de aprendizaje del siglo xxi 10.- ¿El fin de la tpm... y arcanas teorías en la era de la innovación? 11.- ¿Conflictos?... negociar innovando y creando diferencias 12.-
Omar Villanueva Olmedo Director OLIBAR Consultores Lic. Ing. FEN Universidad de Chile

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lunes, 15 de octubre de 2018

Apuntes para una nueva narrativa sobre el petróleo en Venezuela



Por: Luis A. Pacheco


12/05/2018

Buscar una respuesta a la pregunta de porqué Venezuela, después de más 90 años de explotación petrolera y después de incontables coqueteos con la modernidad, se encuentra aún tan lejos de transitar el camino del desarrollo, es una tarea titánica, quizás tan titánica y utópica como la construcción de ese huidizo desarrollo.

Uno pudiese especular sobre las causas económicas, políticas y hasta climáticas de tan curioso fenómeno, y sin duda se pudiera estructurar alguna suerte de explicación coherente, pero hasta ahora ninguna muy convincente; como Henry L. Mencken dijo alguna vez: “Para cada problema complejo hay una solución simple, clara y equivocada”.

El atreverse siquiera a intentar explorar el porqué el petróleo no nos ha conducido por la vía definitiva del progreso es una tarea peligrosa, y llena de medias verdades y de cronistas mal intencionados.

En muchas de las explicaciones que los expertos y cronistas se acostumbran a aventurar, el fantasma de la renta petrolera siempre se asoma como el chivo expiatorio de más aceptación. Un somero muestreo resulta en frases que les pueden resultar familiares:
—El petróleo destruyó la economía agrícola (Alberto Adriani).

—Hay que sembrar el petróleo (Uslar Pietri).
—Hay que guardar el petróleo para las generaciones futuras (Celestino Armas).
—El excremento del diablo (Pérez Alfonzo).
—Hay que salirse de la OPEP (Sosa Pietri).
—El Estado dentro del Estado/ La Caja Negra (todos a una).
—Es preferible que PDVSA invierta a que los políticos lo malgasten (PDVSA).
—El petróleo, ahora sí, es de todos (Pérez Jiménez, Betancourt, Pérez Rodríguez, Chávez Frías…).

Sería fácil desdeñar estas frases, bien por no ajustarse a nuestra visión, por considerarlas superficiales o simplemente por equivocadas. Sin embargo, la reiterada aparición de versiones de ellas a lo largo de nuestra historia, nos debe hacer recapacitar y podemos aventurar que estas son las respuestas que el inconsciente de la sociedad venezolana le ha dado a su notoria insatisfacción con el petróleo. Como apuntó el escritor Ibsen Martínez en una entrevista a raíz de su obra Los Petroleros Suicidas: “Hay una esquizofrenia colectiva (…) y es que sí, sabemos que somos petroleros, pero no nos explicamos por qué rayos no somo ricos”.

Siempre con el dedo apuntando a la fatalidad, nunca a nuestra voluntad.

Hoy, con su permiso, quisiera compartir algunas reflexiones sobre la industria petrolera. Apoyándome en su larga y tormentosa historia, pero con la mirada firmemente anclada en el futuro. Decía Manuel Caballero: “…el petróleo es un Minotauro sin Homeros”, refiriéndose a la falta de dedicación de nuestros escritores a esta nuestra principal industria. Sin embargo, no hay más que pasearse por la larga historia del petróleo en Venezuela, para entender que, querámoslo o no, rotula nuestra historia contemporánea.

Miguel Otero Silva, en su novela Casas Muertas (1955), describe la pobreza que ahogaba a la Venezuela rural antes que el petróleo comenzará a transformar el paisaje, y por el otro asoma el sueño de progreso que el petróleo representaba, y que aún hoy perseguimos cual inalcanzable quimera:
“Venían de las más diversas regiones, de las aldeas andinas, de las haciendas de Carabobo y Aragua, de los arrabales de Caracas, de los pueblos pesqueros del litoral… Todos iban en busca del petróleo que había aparecido en Oriente, sangre pujante y negra que manaba de las sabanas, mucho más allá de aquellos pueblos en escombros que ahora cruzaban, de aquel ganado flaco, de aquellas siembras miserables. El petróleo era estridencia de máquinas, comida de potes, dinero, aguardiente, otra cosa. A unos los movía la esperanza, a otros la codicia, a los más la necesidad”.

Los mitos del petróleo.

Aunque los hidrocarburos aparecen muy temprano en nuestra historia, no es hasta el reventón del pozo Barrosos número 2, el 14 de diciembre1922, en la costa oriental del Lago de Maracaibo, que Venezuela entra a tomar su rol protagónico en el escenario petrolero mundial. Este suceso no solo es el hito que marca el comienzo de nuestra era petrolera, sino que también acuña, a mi manera de ver, algunos de los arquetipos y mitos que nos acompañan hasta al día de hoy.

Una lectura de la historia y leyendas que se han tejido alrededor del pozo Barrosos y su impacto en la Venezuela del Benemérito, nos servirá para señalar tres de los arquetipos que caracterizan la mitología venezolana acerca del petróleo:

El hecho milagroso.

El enclave.

La Caja Negra.

Pozo de petróleo Barrosos número 2

1. El hecho milagroso
El Barrosos, localizado en las afueras de Cabimas, estuvo fluyendo sin control por más de diez días, y la historia que nos ha llegado cuenta que más de un millón de barriles fueron derramados. Dice la leyenda, que los vecinos del Barrosos, ante el miedo que les causaba el ensordecedor ruido del reventón y la indetenible lluvia de petróleo que brotaba de las entrañas de la tierra, le rezaron a San Benito para que intercediera, y cantaron albricias cuando la naturaleza cedió.

Los ingenieros de hoy en día, racionales y prosaicos, argumentarían que el pozo se taponó con arena y ceso de fluir. Y aunque esta última es sin duda la mejor explicación, nosotros, los venezolanos, firmes herederos de los vecinos de Cabimas, hemos escogido relacionarnos al hecho petrolero del lado del milagro.

Esta aproximación mágica, herencia de nuestra cultura agrícola, ha sido reforzada a lo largo de nuestra historia por otros “milagros”. De cuando en cuando, casi en extraordinaria coincidencia con alguna crisis interna del país, un hecho externo fortuito ha disparado la demanda o los precios del petróleo y ha rescatado la economía nacional del abismo al cual se asomaba: la Segunda Guerra Mundial, la Guerra del Yom Kippur, la Caída del Sha, la Guerra de Golfo, la insurgencia de la economía China. De guerra en guerra, de milagro en milagro.

2. El enclave
Ramón Díaz Sánchez, en su novela Mene en 1936, congela para la historia la animadversión que el petróleo promovió entre extranjeros y criollos:
“Casas de madera resplandecientes, sobre pilastras con techumbres aisladoras. Jardinillos plantados con acusado aire de forasterismo. Todo un pueblo nuevo y exclusivista, aislado del mundo circundante con una extensa verja de hierro (…) Allí predomina el blanco, un blanco neto, agresivo como el de los modernos hospitales y salones de barbería. Sugiere el confort de aquellos chalets cierta idea de cartujismo, con todo lo necesario para no carecer de nada…”.

No es mera coincidencia que esta novela fuera publicada en el mismo año de la primera huelga petrolera, llamada la huelga del “agua fría”, que fue sintomática de la animadversión que sembraron a su alrededor, los “musiues” del petróleo. Interesante recordar que esta huelga es la semilla principal del sindicalismo en Venezuela. 80 años después de que se escribiera Mene, el enclave sobrevive, fisica y mentalmente, en los campos petroleros rodeados de la real Venezuela y en los corredores del poder político.

3. La Caja Negra
Asociado al mito del enclave, se acuñó el mito del secreto deshonesto, cuya encarnación nacionalizada se ha dado en conocer como “la Caja Negra”. Imaginemos por un momento a los venezolanos opuestos a la tiranía gomecista, observar a unos extranjeros, de ojos claros, hablando en un lenguaje desconocido, armados de extrañas máquinas, abriendo hoyos en la tierra, extrayendo un negro líquido y transportándolo allende los mares. Viviendo en campos cercados, y relacionándose solo con los gobernantes, quiénes a espaldas de sus gobernados y escondidos tras la legitimidad del estado, usufructuaban la bonanza minera que los extranjeros producían y los locales poco disfrutaban.

¿Es de extrañar entonces que el venezolano percibiera el petróleo como un hecho oscuro y pecaminoso? Más allá del hecho objetivo de que después de la nacionalización la cosa petrolera estuvo sometida al escrutinio del estado como nunca antes, el mito sobrevivió, porque así son las buenas leyendas: perdurables, indestructibles.

Pero no es mi intención reescribir la historia, como se ha vuelto muy de moda hacer en estos tiempos de intelectualidad petrolera tarifada. Nada puede borrar los impactos positivos, los más, y negativos, los menos, que el petróleo tuvo en la Venezuela rural y atrasada de principios del siglo XX. Observaba Emilio Pacheco[1], hablando del General Gómez: “…el petróleo apuntaló la tiranía, pero también creo las condiciones para su disolución”.

Lo que es difícil entender y nos debe dar pausa, sobre todo a aquellos de nosotros que pretendemos construir opinión alrededor del tema, es que cien años después del Zumaque I, la visión que Venezuela tiene del petróleo, y como consecuencia de la política petrolera, todavía gira alrededor de creencias originadas en una realidad y en una sociedad que ya no existe, pero que perdura en la cosmovisión de los venezolanos.

Somos un país rico
El notable crecimiento económico de Venezuela durante una gran parte del siglo XX, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, y la migración de país rural a un país con todos los síntomas exteriores del desarrollo, nos llevó a pensar, no sin motivo, que nuestro destino era ser ricos porque teníamos petróleo y otros recursos en abundancia.

Todos habremos oído alguna vez la historia de la conversación entre San Pedro y Papa Dios al momento de la creación, cuando ante la queja de San Pedro de que a Venezuela se le habían adjudicado riquezas en demasía, Papa Dios responde que no hay de qué preocuparse ya que para balancear crearía tal o cual partido político.

Un análisis de las cifras de ingresos generados por el petróleo, durante las últimas décadas, nos permite identificar algunos hechos que nos dieron pie a pensar que éramos ricos, y también, algunos hechos generados por pensar que seguiríamos siendo ricos.

Durante la bonanza petrolera que precedió a la nacionalización (estatización de la industria petrolera), en los años 70, llegamos a tener ingresos petroleros de más de 3.000 dólares per capita. Ese espejismo, que hoy conocemos como la Venezuela saudita, motivo entre otras cosas adelantar la reversión petrolera, y con euforia nacionalista el país la decisión de transformar al Estado de administrador del recurso en el subsuelo, a empresario del petróleo.

Aunque hoy podemos ser críticos de tales decisiones, no hay que olvidar que el consenso de los expertos entonces era de un crecimiento indetenible del precio del petróleo (se llegó a hablar de petróleo a $100) y de riquezas sin límite. Pero el espejismo duró poco, y Venezuela y sus socios de la OPEP, en un intento suicida por mantenerse en el sueño, destruyeron su capacidad de producción y abandonaron sus mercados. Venezuela redujo su capacidad de exportación en el lapso de una década en casi 2 millones de barriles/día, sacrificio que sin embargo no detuvo la irremediable caída de los precios. Cuando finalmente recapacitamos, y cambiamos de senda, nos tomó algo más de dos décadas recuperar sustancialmente nuestra capacidad de producción y exportación.

Durante los tres primero lustros de este siglo del siglo XXI transcurrimos una situación similar: un espejismo de bonanza petrolera temporal y una destrucción sistemática de nuestra capacidad de producción y pérdida de mercado, esta vez por incompetencia técnica y politización de la industria. El sueño irremediablemente se ha tornado otra vez en pesadilla. Nos encontramos, hoy en el 2017, con una industria petrolera sacrificada en el altar de una ideología impermeable a la razón, con el agravante de contar con una creciente población, engañada por cantos de sirena y buscando a quien culpar de la bonanza perdida. Una dura lección que nos tocará aprender de nuevo.

Las consecuencias del enclave
Si en algo la industria petrolera nacional, en particular la PDVSA prechávez, falló, fue en entender que su propio desarrollo, empresarial, técnico y humano, producto de su carga genética, de su misión empresarial y de las presiones darwinianas presentes en el entorno competitivo del escenario energético global, no era compatible con la visión minera que el resto del país, en particular el país político, mantenía y aun mantiene sobre el petróleo.

La industria petrolera nacionalizada, ensimismada en lo que eran sus innegables logros empresariales, no pudo detectar a tiempo como esa brecha de visiones se iba ensanchando. Lo que en el pasado era la tensión, a menudo destructiva, entre las multinacionales y los gobiernos (así como con las comunidades en su entorno), fue sustituida por la tensión que se origina en la diferencia de visiones con diferentes sectores del país, sin sincronización de metas o aspiraciones. Lo mismo ocurría en otros sectores, económicos y políticos, que se veían desplazados por el Gargantúa que la industria nacionalizada tendía a encarnar.

En particular, al Estado asumir el rol de inversor en la industria petrolera, se crearon las condiciones para que los requerimientos de capital de la industria entraran en competencia con los requerimientos de otros sectores del Estado. En esta competencia, de díficil balance, se fueron creando conflictos fundamentales en los que ambas partes encontraron difícil establecer terreno común, reforzando el arquetipo del petrolero desconectado del resto del país.

El 29 de agosto de 1975 Carlos Andrés Pérez firma la ley de nacionalización de la industria petrolera de Venezuela / Foto del Archivo de Fotografía Urbana


El falso arranque
En la década de los 90, la política petrolera del Estado venezolano tomó el rumbo de la expansión de capacidad de producción en función de sus ventajas comparativas de recursos naturales, oportunidades de mercado y necesidades fiscales. En ese escenario, emerge con renovada fuerza una diatriba virulenta entre aquellos que, por un lado suscribían el control monopólico del estado, y por el otro aquellos que veían en la ampliación de la participación de la privada, el camino del desarrollo virtuoso.


Esta visión maniquea alrededor del petróleo, destructiva porque llama a la polarización de la opinión pública, es en última instancia una discusión estéril. El cerrar la industria petrolera a la inversión privada no solo no era factible sin destruir buena parte de la industria, sino que también hacía caso omiso de las necesidades reales de inversión que el país necesitaba para promover el crecimiento económico necesario.

La llamada “apertura petrolera” fue capaz de atraer ingentes capitales y resultó en nueva producción en áreas tradicionales y en particular en la Faja del Orinoco. Este esfuerzo perdió dinamismo durante la primera parte de este siglo, tanto por razones políticas como técnicas, en un ambiente de precios crecientes que maquillaron por muchos años el colapso real de la capidad productiva y sus efectos negativos en la economía. Por otro lado, la falta de un estado competente, con el interés de la nación como su foco, requisito indispensable para establecer un campo de juego nivelado y en última instancia fecundo para todos los actores, ha sido un factor regresivo en esta dinámica.

Aún así, hoy en 2017, 50% de la producción nacional es realizada por empresas con participación privada, algo paradójico cuando se considera el discurso nacionalista y patriotero del Gobierno de turno.

El camino hacia adelante
Cuando miramos hacia adelante, no hay duda de que la industria del petróleo y gas todavía representa nuestra gran oportunidad y palanca para el desarrollo. Para materializar este potencial es indispensable un gran consenso nacional que reconozca que de la pobreza solo se sale con crecimiento económico. La historia de la humanidad ha demostrado, con crudos hechos, que la ideología podrá mover los corazones, pero no alimenta los estómagos ni da cobijo de la intemperie, al menos no de una manera sustentable.

La sociedad que hemos construido alrededor de la “mina” petrolera tiene valores culturales que deben ser cuestionados si queremos modificar nuestro pobre desempeño económico, y con ello lograr el crecimiento necesario para sacar a la nación de la pobreza.

La narrativa del arquetipo minero, y las creencias que giran alrededor de él, han moldeado en gran parte lo que es la sociedad venezolana en la que hoy vivimos. Creyendo que somos ricos, invertimos tiempo y esfuerzo en identificar nuevas y más justas manera de distribuir la riqueza que no hemos trabajado.

No acabamos de entender que convertir el recurso en riqueza requiere de esfuerzo financiero, tecnológico y organizacional, y que no podemos repartir la riqueza que no tenemos, sin producir la riqueza que sí podemos.

No debe quedar la menor duda de que el desarrollo económico necesario solo es posible si se habilitan TODOS los actores económicos: nacionales y extranjeros. Los niveles de crecimiento no los puede dar solo el petróleo y menos el aún el monopolio del Estado; de hecho esto es una realidad objetiva desde hace más de dos décadas y que los gobiernos se empeñan en ignorar.

Me atrevería a decir que nuestra secular crisis política es el resultado directo de nuestra incapacidad de crear los mecanismos de creación de riqueza necesarios, para mantener una sociedad en armonía.

Pero no existe una sola narrativa que sustituya el imaginario existente. Los actores en este diálogo: el sector político, la academia, las comunidades, los militares, los industriales, las compañías petroleras, etc., tienen interesés y creencias disímiles y es imprescindible identificarlos para poder crear los diálogos necesarios, de lo contrario repetiremos las posturas refractarias del pasado.

Perspectivas de futuro
El petróleo y el gas fueron el motor de la economía mundial del siglo XX, así como de de buena parte de nuestro desarrollo. Estos recursos, sin duda, continúan siendo una ventaja comparativa y competitiva que no debemos despreciar y que debemos promover como una importante actividad productiva y un factor indispensable en la recuperación y crecimiento de nuestra economía.

Esta ventaja, sin embargo, solo nos llevará parte del camino. Ya se divisan las señales que anuncian el próximo recodo en el camino y que apuntan hacia el ocaso de la era de los combustible fósiles. Como país debemos identificar la siguiente ola de revolución económica y tecnológica y montarnos en su cresta, ya que solo así podremos elevarnos a los niveles de desarrollo requeridos para salir de la pobreza. El petróleo y el gas son solo el asfalto en el camino hacia ese inevitable futuro.

Pero mientras tanto, pecaríamos por desidia si no nos abocamos a desarrollar las ventajas que el sector de la industria de los hidrocarburos nos ofrece. Para ello debemos transformar la estructura del sector, delimitando los roles y responsabilidades que el estado, y los demás actores económicos nacionales y extranjeros, deben tener.

Debemos salvaguardar los derechos de la nación, pero incentivando a todos los actores, de la manera más amplia, a participar. El panorama del sector hoy día está lleno de oportunidades sin aprovechar, ya por falta de recursos financieros o tecnológicos, ya por limitaciones legales, ya por exceso de ideología. La industria de los hidrocarburos, apropiadamente estructurada, puede establecer la base sólida para el crecimiento.

Para ello se requiere de la ampliación de la base de capital financiero y humano, incentivando la participación privada. No solo es necesario modificar la legislación y la gobernabilidad del sector, debemos también entender que solo a través de la implantación de los incentivos adecuados y de reglas claras y justas, es que se puede promover la creación de una verdadera industria venezolana de los hidrocarburos; diferente y más eficiente y efectiva que el modelo de  industria petrolera estatal que nos trajo hasta aquí.

Puntualizando
El reto de preservar la nación pasa por erradicar los mitos y creencias que nos mantienen atados a los hechos del pasado, que se han convertido en los prejuicios del presente, bajo la guisa de ideología nacionalista.
Hacer eso no es tarea fácil y probablemente necesitemos de “intervención” para poder establecer una nueva síntesis, adecuada a los nuevos tiempos y entendiendo que no hay soluciones mágicas.

Lo que sea que diseñemos debe ser sustentable para que pueda ser eficaz; y que cuando hablamos de construir una nueva narrativa no significa hacer un adefesio de la suma de las viejas narrativas, sino buscar innovar.

La necesidad de un cambio cultural no debe ser despreciado, y aunque la ingeniería social es siempre un ejercicio pedante y sin duda peligroso, hay que empezar a erradicar la mentalidad minera.

El petróleo no es un enclave. El petróleo no es una caja negra, El petróleo no tiene nada de mágico o milagroso. La verdadera magia reside en las fuerzas productivas de la sociedad y en el derecho inviolable de cada ciudadano a tomar sus propias decisiones.

“Mene y Casas Muertas… ambas son novelas donde el petróleo es visto desde afuera; y sus autores hacen un viaje a esa tierra extraña y nueva donde se explota el hidrocarburo, pero que es una tierra que nada tiene que ver con la propia: nada que ver con la Venezuela que tanto Díaz Sánchez como Otero Silva siempre han conocido como la suya. Es un país extranjero, donde domina el diablo, el minotauro”. Manuel Caballero -Un minotauro sin Homeros, El Universal, 12 de abril de 1998.

Abandonemos el miedo al diablo y a la oscuridad que él representa. Si no, habitaremos un pueblo fantasma.

*
[1] Emilio Pacheco. De Castro a López Contreras, Editorial Domingo Fuentes, 1984
LUIS A. PACHECO



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