sábado, 11 de agosto de 2018

Resistencia ante la eliminación







Mirla Margarita Pérez / Efecto cocuyo
11 de agosto de 2018

Es inevitable no pensar en la muerte que genera un régimen que quiere imponerse, a como de lugar, sobre toda una sociedad. Eliminar, para los sistemas totalitarios, es matar con gran sufrimiento, infringir el mayor daño posible hasta desaparecernos como sociedad, incluso, como cultura. Una experiencia tan cruel no la habíamos tenido en nuestro país.

Hoy, después de 18 años de un sistema que está pasando de la eliminación individual al exterminio, deja a su paso un dolor extremo en quienes vivimos en este país. Sin el totalitarismo no hubiera sido posible la experiencia histórica del mal, para decirlo junto a Arendt. Ahora bien, el mal va aconteciendo de a poco, su misión es crecer, expandirse a expensas de las culturas que se propone eliminar.

En un primer momento estos sistemas totalitarios se valen de gobiernos despóticos, de las dictaduras, de las tiranías, pero deben avanzar en la imposición más absoluta. Inicialmente se quedan en el terreno de lo público, de la política, de la organización social hasta intentar meterse en la vida privada, la conciencia y el sentido de la vida de los distintos sujetos.

El paso de la tiranía al totalitarismo implica posiciones extremas, radicales, una de ellas es la animalización o destrucción de los referentes afectivos y culturales. El paso de la tiranía al totalitarismo implica posiciones extremas, radicales, una de ellas es la animalización o destrucción de los referentes afectivos y culturales. Es necesario hacer que el otro sea totalmente vulnerable para dominarlo. En una cultura relacional, como la venezolana, el aislamiento es uno de estos mecanismos imprescindibles, el sistema tiene que romper la trama y así someter la afectividad convivencial.

En Venezuela este camino ya está señalado por el régimen totalitario, entendió que debe meterse en las estructuras más fundamentales para despojar a las personas del sentido fundamental de la vida y erigirse como el gran referente. ¿Es esto posible?

En nuestro país pareciera que estamos cerrando una primera fase en la dominación, la que va del despotismo al totalitarismo, de las formas al fundamento, de la eliminación al exterminio. La buena noticia es que todavía no la hemos cerrado porque “todavía existe una oposición política”, por un lado, y por el otro: el sistema de vigilancia no ha llegado al supremo grado de maduración. Arendt, en Los orígenes del totalitarismo, hace una importante descripción de ese momento: “Durante esta fase es cuando, para aquel que resulte tener «pensamientos peligrosos», un vecino se convierte en un enemigo más mortal que los agentes policíacos oficialmente designados. El final de la primera fase llega con la liquidación de la resistencia abierta y la secreta en cualquier forma organizada”.

No haber cerrado la primera fase de dominación es esperanzador, todavía el régimen no ha logrado el dominio absoluto de la población. Los mecanismos de control sobre sus adeptos no generan la fidelidad que los lleve a un sapeo de los más cercanos en las comunidades populares. Todavía necesitan un quiebre mayor de la estructura relacional afectiva del venezolano. ¿A qué costo?

En este tipo de regímenes es necesario tener bien diferenciados a los sujetos, sus sistemas de vida y racionalidad. Una cosa es el intento del régimen y otra, los logros en los sujetos que buscan ser dominados. Una de las cosas con las que tienen que lidiar los sistemas totalitarios es con la inseguridad del poder, pueden ser o no derrotados, pero su realización está en haber podido proyectar el camino con independencia del resultado final, lo importante es someter, eliminar, quebrar los sistemas relacionales y la voluntad de la persona. Han puesto en peligro el modo mismo del convivir venezolano y eso es muy peligroso.

Este es uno de los caminos que transitamos en Venezuela, en la voz de una petareña escuchamos: “…aparte de eso que tenemos que subí en esas perreras [con énfasis y tono de desprecio], que yo subí en una de esas perrera y me caí…” El problema del transporte no es un “simple error” o falla técnica por no haberlo previsto. No. Es la puesta en marcha de un sistema de animalización, de eliminación de toda dignidad.

Tenemos muchas señales totalitarias en nuestro país y eso es muy importante reconocerlo porque permitirá organizar estrategias políticas que impidan su estabilización.
Otro de los elementos que señalan el tránsito del despotismo al totalitarismo es la policía: “La tarea de la policía totalitaria no consiste en descubrir delitos, sino en hallarse disponible cuando el Gobierno decide detener a cierto sector de la población…” Su finalidad es la represión y eliminación de la libertad de las personas que se atreven a pensar distinto. Con razón vemos que en las comunidades hay una carencia casi absoluta de cuerpos de seguridad que regulen la delincuencia. Es fácil escuchar de parte del vecino: “Estamos secuestrados por los malandros…”

Desde los signos históricos va quedando claro que en Venezuela tenemos una tiranía totalitaria en camino a la dominación absoluta, todavía no logra imponerse como único modelo. La relación convivial es uno de los principales enemigos de este sistema, quebrar la voluntad centrada en la relación afectiva es una tarea difícil, pero lo están intentando.

Si el régimen ha logrado identificar el punto de quiebre, ¿por qué no hemos tenido una oposición que encauce la relación popular hacia el restablecimiento de la relación amenazada? ¿Podemos pensar en un modo de hacer política que busque el restablecimiento de la trama? El tiempo que invirtamos en la relación será tiempo ganado para la lucha contra un sistema que busca imponerse. Resistir y avanzar.




@MIRLAMARGARITA

Por Mirla Margarita Pérez:


DOCTORA EN CIENCIAS SOCIALES Y LICENCIADA EN TRABAJO SOCIAL. PROFESORA TITULAR DE LA UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA. INVESTIGADORA EN ANTROPOLOGÍA CULTURAL DEL PUEBLO VENEZOLANO Y SOBRE EL FENÓMENO DE LA VIOLENCIA EN VENEZUELA.

viernes, 3 de agosto de 2018

Consideraciones profundas sobre el rentismo petrolero (análisis especial)




 Por: Franco Vielma
 
Las particularidades de la coyuntura económica venezolana ha colocado consistentemente en el tapete la discusión sobre el modelo político que ha regido la economía, concretamente en la concepción y actuación sobre el histórico manejo de la renta petrolera.

Como es de esperarse, el debate sobre el rentísmo como falla de fondo en la economía venezolana durante los últimos 100 años supone la revisión de un conjunto de reflexiones anteriores y otras que se están formulando, que han llovido sobre mojado, advirtiendo la inviabilidad de ese modelo. Una trama en la estructura económica que, en el presente, está atravesada por un boicot interno y externo inspirado en la intención de desplazar al chavismo como instancia política en el poder, la situación de guerra económica que el pueblo venezolano ha conocido, ahora capitaneada por medidas de asfixia financiera y comercial ejecutadas por la Casa Blanca desde 2017.


Algunas aproximaciones

Oscar Battaglini en su libro Betancourismo, 1945-1948: rentismo petrolero, populismo y golpe de Estado develó que el modelo rentista no estuvo modulado exclusivamente desde la economía. También hubo un ingrediente político, inspirado por una clase empresarial aspirante alineada en el golpe de Estado adeco contra Rómulo Gallegos y que se estaba perfilando alrededor de las mieles que el rentismo perpetuaría para una élite construida alrededor de ella.
Eran tiempos aquellos en los que los séquitos alrededor de la renta emprendían una disputa, pues ocurría en simultáneo el desmembramiento de la estructura económica que precedió al siglo petrolero, el cual fenece ante el frenesí de los petrodólares. Testigo de excepción de esta época fue Domingo Alberto Rangel (padre), quien vio el preludio del ciclo adeco señalando que "Venezuela padeció una borrachera de plaza pública… Jamás se ha hecho tanta demagogia en la historia nacional…".
El rentismo petrolero a ultranza sobrevino desde ese período. Quizás algunas de las consideraciones más desoídas vienen planteadas desde los años 60 y venían de la mano del mismo Domingo Alberto Rangel, quien caracterizó la evolución del "capitalismo rentista petrolero" como una entidad en permanente "metástasis", asumiéndolo como un entramado de relaciones económicas condensadas alrededor de la "transferencia de capital generado por la renta" a factores específicos de la economía privada, generando con ello una fuerte relación de dependencia.
El problema de la renta en Venezuela, señalado por Bernard Mommer en su libro Petróleo, renta del suelo e historia venía desde la segunda mitad del siglo XX, en una vorágine expansiva aupada por los beneficios del desarrollo y la expansión de la industria petrolera venezolana desde ese período, viniendo a transformar las relaciones sociales, culturales y políticas en el país alrededor de este recurso. 

Estos factores, ampliamente conocidas por el país, han consistido en la configuración de un modelo de "riqueza expedita", instantánea, generada por la conjunción de relaciones no asociados al trabajo, ni al desarrollo del potencial tecnológico, ni tampoco asociadas a la acumulación del conocimiento. La lucrativa industria extractiva claramente transnacionalizada y dependiente, relegó al país no solo a la perpetuidad de "factoría petrolera", sino que además abrió paso a que se inhibieran y debilitaran todas las estructuras alternativas al petróleo y las que existieron hasta el fin del ciclo de la Venezuela agroexportadora, que vio su ocaso a mediados del siglo pasado.
El reconocimiento de estas realidades no viene señalado por Hugo Chávez ni es descubierto por Nicolás Maduro. La realidad venezolana actual viene precedida por monumentales fracasos en el intento de revertir las estructuras consolidadas alrededor de la dependencia petrolera.

Ejemplos emblemáticos fueron la política del "Gran Viraje", acompasado a la creación de las empresas básicas de Guayana como una fórmula para sustituir un modelo extractivo por otro. El VIII Plan de la Nación propuesto durante el ciclo adeco-copeyano venezolano, supuso también la colocación del potencial del país en un esfuerzo para aupar mecanismos sustitutivos de la dependencia de la renta, tiempos en los que el Ministerio de Fomento (hoy extinto) colocó ingentes recursos generados por la renta a factores privados para favorecer alternativas orientadas a la sustitución de importaciones y diversificación de las exportaciones venezolanas, terminando en fracaso.

Otro intento de ciclo regresivo del rentismo fue el de la "Agenda Venezuela" del segundo gobierno de Rafael Caldera. Este vino al unísono de la entrada a Venezuela del neoliberalismo a ultranza que afinaba la política regional. Más bien consistió en una regresión de la (chucuta) nacionalización petrolera de los años 70, generando una pérdida enorme de la soberanía y vino a agudizar profundos estragos sociales.

Un factor relacionado con estas experiencias ha sido la posición del sector privado en esas instancias. El vinculo entre el gran capital privado y el Estado se efectuó gracias al cordón umbilical de la renta y la transferencia (por diversos mecanismos) de la riqueza captada o generada por el Estado. Una permanente relación de "ganar-ganar" (favorable al sector privado) que ha tenido ciclos.

La política cambiaria y monetaria ha sido un signo de ello, si entendemos que, bien sea en tiempos de control de cambio o en tiempos de libre cambio, es decir, un ciclo de casi 40 años, donde los mecanismos de transferencia se han perpetuado generando una relación centrípeta, la economía en la que prevalecen quienes más cerca queden del epicentro de la renta y más empobrecidos quedan quienes más lejos están de él. La relación histórica de desigualdad en Venezuela y las asimetrías que generó, con el auge de una petro-burguesía y un enorme caudal de población marginada.

Tan grave como las asimetrías sociales que se generaron, vinieron las relaciones de dependencia estructurada. La construcción de un "capitalismo anómalo", o lo que ha sido para algunos, la "ausencia de una burguesía nacional" como la llamó Chávez. Las relaciones paternales entre el Estado y el sector privado se traducen concretamente en que, por mera matemática elemental, es evidente que el sector privado venezolano no produce, no exporta.

Según cifras del Banco Central de Venezuela (BCV), hay una relación matemática que desnuda la anterior afirmación: en las últimas décadas se ha construido una relación en la que, de cada 10 dólares que ingresan a la economía venezolana, solo 1 es generado por exportaciones privadas.

Para hablar de tiempos recientes, entre 1999 y 2015 el sector privado exportó bienes para ingresar al país unos 121 mil 40 millones de dólares, no obstante, sus importaciones fueron de 680 mil 164 millones de dólares. Generando un diferencial en la balanza de 559 mil 124 millones de dólares. Sabemos que durante ese periodo predominó el control de cambio, que puso en manos de los privados dólares preferenciales.

En términos netos, el financiamiento del Estado a la importación de la actividad privada en ese período fue superior al monto que Estados Unidos invirtió para la reconstrucción de Europa durante el Plan Marshall luego de la Segunda Guerra Mundial.

El problema no sólo se reduce a que el sector privado es improductivo y no exporta, es que además es sumamente costoso de sostener. No es esa una relación política construida en tiempos de chavismo. El investigador Luis Salas, empleando cifras del BCV, señala que entre 1950 y 1998 el sector privado venezolano exportó 41 mil 464 millones de dólares y durante el mismo período importó 220 mil 547 millones de dólares. "Eso quiere decir que importó 5,3 veces más de lo que exportó".

La explicación a la cobertura de este déficit está en los mecanismos de transferencia de renta, que, sabemos, se produjeron en el período anterior a Chávez no sólo mediante el control cambiario, también en períodos de libre cambio, allanando con ello el camino para que los grandes tenedores de bolívares accedieran a la compra discrecional de dólares generados por la actividad petrolera.

Los señalamientos sobre el país que "no debe volver"

Los señalamientos contra el capitalismo rentista petrolero han sido un componente del imaginario de la izquierda emergente en Venezuela durante décadas. No obstante, desde sectores de pensamiento neoliberal existen afirmaciones que van en la misma dirección. Una de ellas, bastante sobresaliente, viene de la mano de Pedro A. Palma, quien en 2010 y desde la presidencia de la Academia Nacional de Ciencias Económicas de Venezuela, publicó el trabajo denominado Riesgos y consecuencias de las economías rentistas. El caso de Venezuela.
"Las experiencias vividas durante las últimas décadas en la economía venezolana han demostrado una y otra vez que las bonanzas económicas generadas por las políticas procíclicas que se aplican en los periodos de altos precios petroleros son insostenibles. Éstas, que se caracterizan por intensos aumentos de la demanda, particularmente del consumo, son seguidas por situaciones de crisis que se presentan cuando los precios bajan, máxime si existen restricciones a la explotación petrolera. Al no contarse con recursos ahorrados durante los años de bonanza, la reducción abrupta de los ingresos tiene efectos devastadores, ya que la brecha es difícilmente cubierta con financiamiento, el cual, de estar disponible, es altamente costoso para una economía afectada por una caída abrupta de la renta de la que depende…".

Palma agrega: "Las economías rentistas no pueden experimentar un proceso de desarrollo sustentable, ya que al depender de actividades económicas cambiantes, como la exportación de un commodity, están sujetas a una serie de realidades internacionales cambiantes y fuera de su control que las hace vulnerables y riesgosas. Esto es particularmente cierto en economías rentistas que dependen de la exportación de productos cuyos precios son altamente volátiles, como es el caso del petróleo".

Los espasmos y tragedias de la economía petrolera, más allá del feliz desenfreno ocasionado por sus bonanzas, son un lugar común en el pensamiento económico venezolano. Todos coinciden en el "qué", pero pocos en el "cómo".

Para el pensamiento económico neoliberal, la "solución" siempre se orientó a la reproducción del modelo fracasado de emplear la riqueza petrolera para financiar las alternativas al petróleo. Una relación que convirtió en mecanismos de transferencia de la renta al sector privado, o más bien, la legalización del robo del patrimonio nacional y que sucesivamente fue despilfarrada en el hedonismo económico y la fuga masiva de divisas de los privados.

Apenas la economía venezolana logró consolidar un "esquema de ensamblaje", donde las cadenas de valor se pegaron a la "teta petrolera" feneciendo o desmembrándose con las caídas del ingreso petrolero. Ejemplo de ello fueron los casos del fracaso de la política de fomento y "viraje" que conocimos en la Cuarta República y que vemos retratada hoy, en una economía privada que detiene su producción de muchos bienes esenciales dado que casi toda su cadena de insumos se compone de bienes importados.

El chavismo, por otra parte, desarrolló durante los tiempos del presidente Chávez un conjunto de intenciones para superar estas circunstancias, sólo que el denominador venía del fomento de empresas estatales que, se suponía, harían esfuerzos significativos para sustituir importaciones. Al no lograr desarrollar una base de insumos nacionales, quedaron rezagadas al sobrevenir la coyuntura a expensas de la caída del ingreso petrolero, la falta de una dirección eficiente y la corrupción que típicamente campea sobre la cosa pública.

Para nombrar ejemplos: el inventario de empresas ensambladoras de vehículos, maquinaria agrícola, textiles, computadores y hasta teléfonos celulares, bajo el "esquema de ensamblaje", productos "hechos en socialismo" y con una alta dependencia en la importación, que se vinieron a pique o que están semi-paralizadas.
¿Ante qué estamos? Unas aclaratorias indispensables sobre el país que no debe continuar, o el país que "ya se fue" y que "no debe volver", vienen cimentadas desde las circunstancias actuales de Venezuela, que desnudan las deficiencias estructurales del modelo capitalista rentista.

Hay que señalar también el cuadro de vulnerabilidad que este ofrece frente a otras variables sobrevenidas tanto en el ámbito interno como externo. Nos referimos a los acelerantes del conflicto económico y la disputa por el poder político que ha caracterizado la época del presidente Maduro. Las situaciones inéditas de "tormenta perfecta" sobre la vida venezolana, desde ataques al valor nominal y signo físico monetario, hiperinflación, especulación desatada, caotización de los sistemas de abastecimiento y precios, etcétera, a las cuales se les suman las acciones de bloqueo contra el país. Todas ellas imponiendo otro momento de particularidad política.

Maduro ha llamado no sólo a romper con la carga de la renta por sentido común económico. Es un asunto ya de emergencia política nacional, frente a las realidades que está imponiendo el frente político. En su discurso ante el país frente a la Asamblea Nacional Constituyente a inicios de 2018, así como en su alocución miércoles 24 y sábado 28 de julio de este año, ha tenido un tono particularmente enfático en golpear la mesa al proponer un reinicio a la economía venezolana, dado que las estructuras económicas viejas y las disfiguraciones que está poniendo el conflicto político y económico lo están ordenando así.

Esto implica emprender un tortuoso camino o quedar consumidos (junto a grandes aspiraciones nacionales) en la sinergia del conflicto económico, cuyos desmanes se ven amplificados por las estructuras económicas de fondo.

El sentido de reconocimiento de las circunstancias actuales es un elemento denominador. Hay un amplio reconocimiento que este (como el país entero) es insostenible e inmanejable sin las mieles de la renta petrolera. Por lo tanto, la mella en toda la estructura económica da cuenta de un Estado (y en consecuencia un país) en crisis, en etapa de estertor, que colapsa en cámara lenta y en diversas instancias simultáneas.

La ruptura es palpable en la pérdida de la regularidad de las cadenas de suministro del sector privado dependiente de la renta, en la calidad decreciente de los servicios públicos, en la pérdida del apresto de los servicios de salud y educación, en la capacidad de gestión y respuesta del Estado en escalas regionales y locales, en los efectos de la caída de la inversión pública en diversos frentes de obras, en fin.

Es Venezuela hoy un país en el que hasta un particular transportista privado (prestador del servicio mal llamado "público") dice no poder realizar su actividad de pequeño empresario del transporte si el Estado no le ofrece cauchos para su unidad vehicular, para nombrar un ejemplo minúsculo que representa cientos de miles.

Las interrogantes sobre el "cómo" da cuenta de un entramado que se está quebrando y que no es viable continuar perpetuando. Una circunstancia que impone, en primer lugar, la resolución histórica del problema de transferencia de la renta petrolera al capital privado. El nudo crítico de la política y la economía venezolana en los últimos 100 años. Una aspiración que demanda construir otra subjetividad sobre el modelo de Estado y sociedad, y que atraviesa a grandes sectores de la vida nacional.

Quizás para esa discusión que debe darse, lo peor que puede ocurrir es que súbitamente aumente el precio petrolero y sobrevenga una bonanza. Y es difícil que tal cosa suceda.

El país que "no debe volver", el sistema rentista que no debe relanzarse, viene cocinándose desde el Estado con una ruptura a las modalidades de sistema de cambio monetario que conoció el país. Ilustra lo difícil que es para el directorio económico idear alternativas que superen la trampa histórica de superar los mecanismos binarios de asignación de renta mediante las políticas de control de cambio o libre cambio, como históricamente las hemos conocido.

El anuncio de anclaje del bolívar al Petro supone un bypass evident sui generis, instrumentado desde un obvio pragmatismo y una señal que Maduro envía a la vieja elite rentista: las reglas del juego están cambiando y todo lo que se ha estructurado alrededor de la formación económicamente parasitaria y dependiente de la renta petrolera, tendrá que adaptarse o perecer en esta trama de circunstancias.
Si en ciertas instancias este proceso debe decantarse y acelerarse desde las mismas estructuras del Estado, podríamos estar en el umbral de un verdadero giro económico. La necesidad está planteada pero el resultado está por verse.






miércoles, 1 de agosto de 2018

Las últimas medidas del gobierno de Maduro



 Por Luis Fuenmayor Toro
 29/07/2018

Los deseos no empreñan, dice un refrán popular. No bastan los buenos deseos, es otra forma de decirlo. Y estos dichos de la sabiduría popular los traigo a colación dándole al gobierno el beneficio de la duda, pensando que realmente quiere arreglar la gravísima situación que atraviesa el país, pero que no se ponen de acuerdo en el qué hacer, ni tampoco en el cómo ni en el cuándo. Están totalmente presos de 19 años de errores, de ideologizaciones absurdas, de mentiras mantenidas incluso hasta el presente; de sectarismo y prepotencia, que unidos a la ignorancia y el desprecio por el conocimiento y la codicia, los han llevado a sólo ser una fábrica de pobres, de desdichas y de expatriados. No son paños tibios los que requiere la tragedia social actual, y eso son hasta ahora las medidas de Maduro. La tragedia que vivimos requiere un cambio radical de las políticas hasta ahora seguidas.


Las medidas económicas, si es que podemos llamarlas así, no contemplan algo que es fundamental si se quiere salir de la crisis: la bajísima producción petrolera, que ha dejado al gobierno sin las divisas necesarias para adquirir todo lo que necesitamos para vivir. Esta caída de la producción es de total y absoluta responsabilidad del gobierno, no de la cuarta república ni de las sanciones de Trump ni de las oposiciones existentes. Acabaron con PDVSA y de 3,2 millones de barriles diarios producidos en 1999 hemos caído a 1,3 millones de barriles y seguimos bajando. Para 2019, no habrá petróleo ni para el uso interno como combustible: unos 700 mil barriles. O se atiende esto o no hay salida posible. Y la forma inmediata de hacerlo es reactivando los pozos que han dejado de producir por falta de mantenimiento y ulterior desmantelamiento. Olvídense del oro, los diamantes y el coltán del Arco minero, pero preocúpense por su control territorial. Si no se eleva la producción de petróleo terminaremos de colapsar como nación.



Hipotecar los 29.298 millones de barriles de petróleo del bloque Ayacucho 2 de la Faja del Orinoco, mediante su entrega al BCV para que éste cree instrumentos financieros que generen divisas es, además de ilegal y contrario a los intereses y el futuro de la patria, una necedad de marca mayor. Al petro no lo sacan del pantano en que se encuentra ni que lo respalden con toda la Faja. La confianza es la propiedad casi única de toda moneda, y su logro lleva, entre otras cosas, mucho tiempo y una gestión gubernamental sería, que no siga financiando el déficit fiscal con la impresión de dinero. Bailar salsa o reguetón en actos públicos está muy lejos de producir confianza. Más rápido se apuntalaría al bolívar, a pesar de lo destruido que lo han dejado, que al inexistente Petro, que no tiene ningún valor de mercado.

La despenalización de la tenencia y del uso comercial de las divisas, la apertura de cuentas bancarias en el país en dólares, el establecimiento de una equivalencia real bolívar/dólar, el cese inmediato de la emisión de dinero inorgánico, la devolución de las empresas expropiadas inactivas o con baja producción, seguridad jurídica de las inversiones, eliminación de los controles compulsivos y, tres cosas muy importantes pues tiene que ver con las necesidades de la población, el aumento mensual de sueldos y salarios y pago semanal de los mismos, proposición adelantada por el economista José Guerra; solicitar ayuda internacional en medicamentos, insumos médicos en general, vacunas y otros biológicos, fórmulas lácteas infantiles, y extender el carnet de la patria al 90 por ciento de la población, para que funcione como tarjeta solidaria sin exclusiones, como programa social que debe ser para todos y no para un grupo privilegiado de venezolanos, pues se financia con el dinero de todos y no de Maduro ni del PSUV; debemos acabar con el apartheid absurdamente instalado por este nefasto gobierno.    
 
@LFuenmayorToro

jueves, 5 de julio de 2018

Ocupaciones, mutilaciones y entregas del territorio oriental venezolano, desde 1802 hasta nuestros días.



Por Henry Tovar

11-09-2018

Una fecha casi ignorada por los venezolanos es el 8 de septiembre de 1777, en cuyo día se creo la Capitanía General Venezuela, con la cual se refrendo el territorio correspondiente a esta nación. Antes de esta fecha, la provincia de Venezuela (1528) comenzaba en el Cabo de la Vela, lugar cercano al Golfo de Venezuela, cuyo espacio dio origen a su nombre, la pequeña Venecia, y culminaba en el morro de Macarapana, (morro de Barcelona).

La entrega de la Provincia de Trinidad
Con la creación de la Capitanía General de Venezuela, por Real Cédula de Carlos III, se le agregan al a Provincia de Venezuela (creada el 27 de marzo de 1528), la provincia de Trinidad (1532); la Provincia de Nueva Andalucía (1536) y Paria (1568), las cuales corresponden a la Provincia de Cumaná; Provincia de Margarita (1525), Provincia de Guayana (1530) y la Provincia de Maracaibo (1570). Mediante este acto administrativo del gobierno español, aumenta el espacio territorial de Venezuela. En 1797 la provincia de Trinidad es ocupada por fuerzas inglesas. En 1802 esta provincia es cedida al gobierno británico, mediante cláusula secreta del Tratado de Paz de Amiens, en el contexto de la ocupación de España por fuerzas de Napoleón Bonaparte. Esta constituyó la primera mutilación, de la frontera oriental del actual territorio venezolano.





La usurpación del Territorio Esequibo
En 1822, a poco de la batalla de Bomboná, el Libertador, dicta instrucciones al Secretario de Relaciones Exteriores de la República de Colombia para que se tramite la fijación de la línea divisoria con la Guyana Holandesa, conforme a los tratados existentes entre España y Holanda, por el conocimiento de que “colonos de Demerara y Berbice, tienen usurpada una gran porción de tierras que según ellos, nos pertenecen, al lado del rio Esequibo”, el cual era la frontera entre la recién creada República de Colombia y Holanda. Entre el año inicialmente señalado y 1830 Venezuela está gestando la re-configuración del estado nacional. Existe poco espacio para otra cosa que no sea la consolidación de la independencia.

Demerara, Berbice y el Esequibo eran tres provincias creadas por Holanda en 1616. Luego de una rebelión en 1796, aproximadamente la mitad de la Guyana Holandesa es arrebatada a Holanda por los ingleses, la cual es cedida al Reino Unido, mediante el Tratado Anglo Holandés de 1814. En 1831 se consolida la existencia de una colonia denominada Guyana Británica, cuyo limite occidental es el Rio Esequibo. Los colonos holandeses de Demerara, y Berbice sabían que los territorios arrebatados a Holanda tenían como frontera al Río Esequibo. En términos formales Inglaterra reconocía esa frontera. Así lo declararon al Gobierno Británico los Ministros Plenipotenciarios Zea y Hurtado en 1821 y 1824, sin que Gran Bretaña presentara objeción alguna”(1965:6).


En 1835, por patrocinio de la Royal Geografhical Society de Londres y del Colonial Office, Robert Schomburgk, presentó a Gran Bretaña, un mapa aproximadamente coincidente con la frontera reconocida al Gobierno Colombia, del cual formaba el Departamento de Venezuela. No obstante esta línea denominada Schomburgk, le daba a Guyana 4.920 kms al Oeste del Esequibo. Entre 1840 y 1846 al alemán produce nuevos trazos que cercenan 141,930 kms al Oeste del Esequibo. Una tercera línea de 1887, suma 167,830 kms al Oeste del Esequibo. Entre 1887 y 1897, la máxima aspiración británica llega hasta 203.310 kms cuadrados al Oeste del Esequibo. Estos trazos se producen sin conocimiento del gobierno de Venezuela, hasta cuando en 1841, “los tripulantes del buque venezolano “Restaurador”, divisan en Punta Playaso, cercas de las Bocas del Caño Amacuro y Punta Barima, la bandera inglesa arbolada sobre una garita” (1981:16). Meses antes, el Gobierno venezolano había propuesto la firma de un tratado de límites. Habían pasado once años de la separación del departamento de Venezuela de Colombia, la grande, y diez años de la creación de Guyana Británica (1830 y 1831, respectivamente). En 1841 comienza el tortuoso proceso de exigir al gobierno inglés la remoción de marcas re-configuradoras de una nueva frontera y la exigencia de un tratado de límites. En esta misma fecha el diario el venezolano en su edición del 13 de septiembre, denuncia “el abandono de nuestras fronteras y la destrucción festinada de nuestras fortalezas” ...“a Cagigal lo han enviado a un honorifico ostracismo en vez de comisionarlo para levantar el plano de Guayana” (Ídem:1981:16)

En este punto se debe señalar que, el territorio Esequibo es un territorio de colinas y selvas, con una llanura, por debajo del nivel del mar, en su parte litoral. La parte plana es un territorio pantanoso, protegido por diques lo cual explica, en primer término, las dificultades para poblarlo y tener asentamientos estables. El deseo original de Inglaterra, por este territorio, estuvo promovido por el interés de compañías auriferas para la explotación de sus recursos. Se debe recordar que durante el siglo XIX, buena parte del territorio nacional venezolano estaba desconectado y buena parte, actualmente sigue escasamente poblada, como es el caso del estado Amazonas y Delta Amacuro.

Otro de los dramas de Venezuela, dignas de mencionar, es la inestabilidad política, generada antes y luego de la creación de la República de 1830. Venezuela se mantuvo en guerras desde el mismo momento del nacimiento de la república del 1830 hasta 1908, trecho durante los cuales los países vecinos fueron avanzado oficiosamente en sus aspiraciones territoriales. La república creada por el general Páez estuvo carente de recursos y por tanto incapaz, para enfrentar, situaciones de ocupación, por medios distintos de la reclamos o la negociación.

Como hito, parcialmente conclusivo, del largo proceso de reclamos por parte e de Venezuela, ambas naciones acuerdan la creación de un Tribunal Arbitral. El compromiso de acuerdo fue suscrito el dos de febrero de 1897, para finiquitar el litigio, mediante un tratado. Por Venezuela lo suscribe José Andrade, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos de Venezuela, y por el Reino Unido Sir Julián Pauncefote, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de sus Majestad en los Estados Unidos. En el compromiso de acuerdo se señala:

a) Una posición adversa a prescripción, por el término de cincuenta años, no constituirá un buen título. Los árbitros podrán estimar que la dominación política exclusiva de un Distrito, así como la efectiva colonización de él son suficientes para construir una posición adversa o crear título de prescripción.

b) Los árbitros podrán reconocer y hacer efectivo derechos y reivindicaciones que se apoyen en cualquier otro fundamento válido conforme al derecho internacional, y en cualquiera principios de derecho internacional que los árbitros estimen aplicables al caso y que no contravengan la regla precedente.

Venezuela estuvo representada por cuatro árbitros norteamericanos, quienes junto con cinco árbitros británicos sesionaron en el Tribunal asentado para su funcionamiento en París. Contrario a lo pautado, el tribunal se constituyó como ámbito para la representación de intereses y no para el arbitrio, lo cual motivo reclamos, por parte de los norteamericanos.

El día tres de octubre de 1899 el tribunal de arbitraje dictó una sentencia breve y carente de fundada motivación, con la cual describía los límites que debían ser reconocidos, sin apelar a ningún tipo fundamento, ni siquiera de tipo jurídico. El laudo fue considerado una burla de los principios internacionales del derecho y de los acuerdos precedentes, motivadores de la formación del tribunal. Al parecer los árbitros excedieron sus facultades, para cercenar 159.142 kms2 (el 95%) del territorio reclamado por Venezuela. Los árbitros norteamericanos, al parecer, convalidan el despropósito para evitar la confiscación del Río Orinoco. El despropósito y la componenda fue de tal descaro, que uno de los árbitros ingleses, de visita en Nueva York, Mallet Prevost, confiesa la patraña, a uno de Abogados Consejeros de Venezuela, declarando su rabia y su amargura, no por el despojo contra Venezuela, sino por el descrédito general de los procedimientos de arbitraje. (1965:76)


Carece de sentido hablar de lo que se hizo o dé aquello que se debió hacer. Lo hecho parece obra de las circunstancias políticas y de debilidades de Venezuela, frente a una nación antigua y poderosa. Aunque al parecer, ajustadas al derecho, parece particularmente ingenuo la acogida de esos literales por parte de Venezuela. El punto de partida de las reglas acordadas en el compromiso de acuerdo, era totalmente adverso para el reclamante y favorable para los ingleses, en tanto que Venezuela permaneció ausente de esos territorios y no hizo esfuerzos eficientes, sino de poblamiento, por lo menos de ocupación. Es observable que esos literales estuvieron concebidos para legitimar una ocupación de hecho. Es observable que allí no se fue a analizar y a decidir la legitimidad y justicia de los reclamos, sino a la convalidación de un despojo.


Han trascurrido 118 desde el momento en el cual se dictó el Laudo Arbitral en 1899 y 50 años desde el Acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966. Años transcurridos, estos últimos, durante los cuales la República Cooperativa de Guyana se ha negado a conciliar una solución negociada y práctica. Conforme a sus intereses, no ha tenido motivos para hacerlo, por cuanto Venezuela, no le inspirado el más mínimo temor ni respeto. Ni la razón ni las armas de la república han servido para disuadir. Al parecer hemos renunciado a los posibles cursos de acción que obligaren a forzar una solución negociada. Pero mientras tanto Guyana ha fortalecido sus posiciones y seguido ha avanzando sobre territorio venezolano, como lo hizo inicialmente el Reino Unido.


Mientras tanto, como parte de la continuación del despojo, los respetables bandidos de la Corte Internacional de Justicia, se aprestan a intervenir en la diputa, sin la anuencia del desgobierno venezolano. Queda claro que para consagrar nuevos despojos en el territorio marítimo de Venezuela, dada la urgencia de las compañía petroleras por explotar una inmensa riqueza, inicialmente calculada en 700 millones de barriles de petróleo, valorados en 40.000 millones de dolares, tan solo en el Bloque Stabroek, cuya totalidad se prolonga hacia las costas venezolanas de Delta Amacuro, aproximadamente a 193 kilómetros de las costas venezolanas. 

(2015) Rosales, Jurate . La Invasión existe y está muy cerca. En: Revista Zeta del 13 al 19 de marzo de 2015. Número 1992.

(1981) Núñez, Enrique Bernardo. Tres Momentos en la controversia de límites de Guyana. Editorial Monte Ávila.

(1965) Usurpación de la Guyana Esequiba. Movimiento bolivariano de Mérida. Talleres Gráficos Universitarios.








martes, 26 de junio de 2018

Cómo afrontar el primer año de universidad





Muchos jóvenes llegan a los estudios superiores con altas expectativas y la frustración acecha en cada rincón. Socializar, superar la timidez y conocer gente son los tres mandamientos que seguir este curso

25 JUN 2018 - 09:57

Publicado en el diario elpais

El primer año va a ser duro. Un antes y un después. Hasta aquí a muchos estudiantes no les había costado cubrir el expediente con cierta dignidad, pero ahora han cambiado las reglas del juego.
Si hay una circunstancia que no ayuda es haber llegado hasta aquí con demasiadas expectativas. En poco tiempo será evidente que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. El campus no se asemeja a los de las series de Netflix, el grado no es tan interesante como prometía, ni uno es tan listo como imaginaba… En estas circunstancias es muy fácil conseguir la fórmula perfecta para la decepción: presión y elevadas aspiraciones frente a un entorno nuevo y una realidad tozuda.

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El estudiante cambia de titulación con frecuencia en el primer año y no sabemos por qué”, sostiene Julio Contreras, vicerrector de estudiantes de la Universidad Complutense de Madrid. Según el informe La Universidad española en cifras, entre un 7% y un 8% de los estudiantes de primer año cambian sus estudios y aproximadamente un 20% abandonarán a lo largo de los años siguientes. “Es una especie de abandono escolar que no sabemos explicar del todo, en algunas comunidades como Madrid ha influido la subida de las tasas universitarias y la reducción de las becas-salario (becas de movilidad) que ha limitado a un buen número de estudiantes, pero nos faltan datos sociológicos”. Contreras recuerda que en los años de la crisis España salió del proyecto Eurostudent, una herramienta para analizar las condiciones de vida de los estudiantes universitarios. “Ahora estamos trabajando a ciegas”.

Para navegar con el viento a favor durante este curso hay que mantener la calma, ser flexible y seguir aquel mandato que dejó Bruce Lee en su última entrevista: “Be water, my friend”. Tampoco estaría mal seguir algunas pautas y consejos de expertos.

1. Elegir bien

El 78% de los estudiantes de bachillerato de España no tienen claro qué grado estudiarán, asegura un informe de la consultora Círculo Formación. El dato se basa en una encuesta realizada a una muestra de 18.000 jóvenes que acudieron al Salón de Orientación Universitaria Unitour.

Solo el 22% de los estudiantes saben con claridad qué grado van a estudiar mientras están cursando bachillerato, mientras un 78% dudan entre varias opciones. Un 38% barajan hasta tres posibles carreras. Rocío Argudo, directora de Unitour, señala que la decisión “se complica porque la oferta es cada vez más amplia”. Desde Unitour aconsejan que se dejen guiar por sus gustos e intenten imaginar dónde les gustaría trabajar dentro de unos años. Para ayudar en esta elección, Susana Carrizosa y José Luis Suárez han lanzado la aplicación gratuita Wikigrado con la que, a través de vídeos, se explica en qué consiste cada grado universitario y qué salidas profesionales tiene. Y se cuenta en primera persona, en la de los profesionales que trabajan en cada disciplina.

Según explica el coaching profesional Alfonso Alcántara en su blog Yoriento, uno de los caminos más cortos para equivocarse eligiendo carrera es “pensar en títulos y estatus y no en tareas y profesiones”. Tomar decisiones “por los padres o los colegas”, “estudiar lo que pille más a mano”, obligarse a acabar la carrera que ya se ha empezado y “perseguir los sueños” sin tener un plan B más realista son otras maneras de no elegir bien, sostiene Alcántara, autor del libro #SuperProfesional (editorial Alienta). Una mala decisión convertirá el primer año de universidad en una fuente generadora de frustración.

2. Conocer bien el campus

Los campus universitarios suelen ser territorios extensos y a primera vista imposibles de abarcar. Esto también es cuestión de tiempo. Pero es conveniente hacer un esfuerzo para orientarse en el espacio y asegurarse de las distancias reales entre las clases y otras instalaciones del campus. Te ahorrarás muchos disgustos e impuntualidades. También bastante tiempo. “A los que tienen el sentido de la orientación atrofiado siempre les quedarán las apps de geolocalización. Cualquier cosa es preferible a ser el que siempre se pierde o llega tarde las primeras semanas del curso”, cuenta Laura Fernández, estudiante de tercero de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid. La idea es no añadir incertidumbres a la nueva situación.

3. Sacar partido a los recursos de la Universidad

La universidad puede dar más de lo que parece a primera vista. Dispone de abundantes recursos para resolver dudas, aclarar problemas y acelerar trámites. No hay que pensar dos veces para preguntar en la secretaría o en el departamento académico, a los que se debe acudir con casi cualquier duda sobre trámites o sobre la organización de los cursos. “El personal está acostumbrado a responder muchas preguntas, porque cada año reciben a miles de primerizos. Es casi imposible que la duda que te corroe no se haya repetido en otras generaciones de estudiantes. Pregunta. Siempre”, asegura Francisco J. García, de la Universidad de Murcia. Además de los recursos oficiales, algunos estudiantes abren blogs para contar “su verdad”. No suelen ser políticamente correctos, pero sí una fuente de información rica y contrastada.

4. Relación con profesores

Sin convertirse en el trepa de libro que todos hemos conocido, hay que intentar relacionarse con los profesores, concertar tutorías y mantener una buena relación con ellos. En la universidad se diluye más la conexión del profesor con los estudiantes y muchos docentes apenas tienen oportunidad de recordar el nombre de sus alumnos. Si al menos identifican el tuyo, tendrás parte del camino andado a la hora de aclarar conceptos o revisar exámenes. “Entre hacerse amigo de los profesores y esquivarlos hay una situación intermedia, para mí ese es el lugar perfecto”, dice Claudia Álvarez, estudiante de tercero de Derecho de la Universidad Complutense, y agrega: “Hay algunos más cercanos y otros que no lo son, pero conviene romper el hielo”.

5. Moderar las expectativas

Es posible que un estudiante esté acostumbrado a ser el primero de la clase o a sacar excelentes notas, y todo esto cambie en este primer año. No es nada raro que los más brillantes dejen de serlo y se conviertan en estudiantes mediocres, que suspenden como todo hijo de vecino. Es un choque muy difícil de asimilar, por ejemplo, en los estudiantes de Medicina, que vienen de sacar excelentes notas en bachillerato y descubren que la Facultad es otro mundo, hay otro nivel, más competencia, y las asignaturas son más difíciles. Ergo, se puede estudiar mucho y suspender. Sí, es posible y conviene estar preparado porque no es un drama. Hay que vivir con ello. Julio Contreras, que también es profesor de Ciencias de la Salud, cree que “se lleva mejor pasar de ser el primero de la clase a suspender varias asignaturas si alguien te lo ha avisado”. Para evitar sorpresas, en su universidad se ponen en marcha “medidas de acompañamiento” y un programa de mentorías con alumnado de los cursos avanzados.

6. Hacer currículo

También es el momento de descubrir puntos débiles y diseñar una estrategia para blindar el currículum con vistas a triunfar en el mercado laboral. Por ejemplo, estudiar un idioma (y aprenderlo bien de una vez) y entrenarse en herramientas tecnológicas darán un valor añadido al título. En este punto no es recomendable ponerse a construir un currículum exótico, sino uno útil y atractivo. “Para elegir estudios, hay que pensar en qué atributos te convertirán en un mejor profesional. No conocemos los oficios del futuro, pero es probable que las competencias que se coticen al alza sigan siendo muy similares. Antes de engordar tu currículum sin orden ni concierto, debes preguntarte qué te va a aportar el curso que añadirás a tu formación”, escribe Alfonso Alcántara en su blog.

7. Organizar el tiempo

Estudiantes con excelentes notas en bachillerato suspenden. Conviene estar preparado porque no es un drama
A este punto se pueden aplicar las reglas que explicamos en el primer punto. Elegir bien es un arte en el que habrá que entrenarse en este primer curso. Mientras más opciones se tienen, más difícil es tomar una decisión. Para gestionar el tiempo de estudio se recomienda hacer un calendario por semestres con las asignaturas más importantes y sus evaluaciones. El tiempo va a ser cada vez más escaso y precioso, y su gestión será uno de los grandes aprendizajes de este año. “La universidad es aprender a administrar el tiempo: llegar a clases, no perder ningún e-mail, planificar los exámenes, aprobar, tener vida social y hasta trabajar unas horas para redondear las finanzas personales”, advierte la web de mentoring de estudiantes de la Universidad McGill en Canadá. Su consejo es diseñar un calendario, actualizarlo y revisarlo a diario. “Personalmente prefiero llevar un calendario online sincronizado con el teléfono, pero otras personas están más cómodas con un calendario convencional colgado en la pared”, dice José M. Tardón, estudiante de tercer año de Medicina. En esta selección no se debe ignorar la naturaleza de cada uno. Una persona a la que le cuesta madrugar no debería apuntarse a una asignatura a primerísima hora de la mañana.

8. No perder la moral ante el primer tropiezo

Todo es nuevo. Al menos durante los primeros seis meses, y es posible que durante todo el primer año continúe el proceso de adaptación. Hay que asumir que se cometerán errores y que algunas cosas no saldrán bien a la primera. “Suspender una asignatura es, además de un disgusto, un modo de saber en qué materias se debe incidir y a cuáles hay que dedicar más tiempo. No hay que sentirse solo, porque, lo compartan o no, el resto de compañeros de carrera están en las mismas”, asegura Lucía Rujas, estudiante de tercero de Medicina. La mayoría de los universitarios ven caer sus notas durante el primer cuatrimestre y luego las recuperan. No hay que dramatizar. “Tu carrera universitaria no se define por un solo momento de fracaso. Evita situaciones de pánico. Mantén la cabeza alta, mantén la calma y no pierdas la perspectiva. En el ambiente universitario es imposible conseguir éxito en todo”, aconsejan los mentores de la Universidad McGill desde su servicio online de coaching. “Si a la primera no lo consigues, busca otro camino”, aconseja el mítico blog No Official Guide de la Universidad de Stanford. Cristhopher Frederick, estudiante de primer año y autor de uno de las publicaciones más celebradas del blog, cuenta que quería ser músico en medio de un mundo de ingenieros y programadores, y que durante varios meses tuvo la sensación de estar en el lugar equivocado. “Lo que aprendí fue que tenía que ser proactivo, las oportunidades no iban a venir a buscarme si yo no hacía algo al respecto”.

9. Gestionar la libertad

En esta nueva etapa los estudiantes serán tratados por primera vez como lo que son, adultos. Nadie estará encima para que vayan a clase o entreguen un trabajo. Todos darán por hecho que una persona adulta es libre y también responsable. Es eso, y no otra cosa, lo que se espera de un estudiante universitario. El horario será menos rígido y los profesores estarán menos pendientes. Las responsabilidades, así como el tiempo y la decisión de invertirlo en unas cosas u otras, pertenecen al nuevo estudiante, que tendrá que aprender a gestionar todas sus opciones y posibilidades. “La libertad y el estar fuera de casa por primera vez se les atraganta a algunos”, reconoce Julio Contreras, que explica que la Universidad Complutense de Madrid tiene un servicio telefónico de atención psicológica que funciona 24 horas.

10. Crearse un buen entorno

Socializar, superar la timidez y conocer gente nueva son los tres mandamientos de este curso. Aunque ya se tenga un grupo propio de amigos, hay que abrir el círculo social e intentar crearse un entorno agradable y seguro para esta nueva etapa. Aunque los jóvenes españoles prefieren estudiar en casa (al 50% les gustaría quedarse en su propia provincia o comunidad, y solo un 35% estudiarán fuera de su región, y un 13%, fuera de España, según el informe Unitour), los que se vayan a vivir a una residencia, a un colegio mayor o a un piso de estudiantes deben elegir un sitio en el que se puedan sentir bien, con la intimidad necesaria para estudiar. Para el vicerrector de estudiantes de la Universidad Complutense, los estudiantes de primer año que se van de casa tienen problemas para integrarse. “Les cuesta tener lejos a la familia, cambiar de hábitos y de horarios y compatibilizar todo eso con una carrera”. Siempre viene bien tener amigos de años más avanzados que puedan hacer de cicerones, al menos en los primeros tiempos. Si todo va bien, a los pocos meses todo el mundo estará adaptado.