miércoles, 2 de marzo de 2016

¿Hegemonía ideológica o “cambio conservador?

 América Latina NOTICIAS 

¿Hegemonía ideológica o “cambio conservador?

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Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

Comienzo a escribir este artículo pocas horas después de la detención del ex presidente brasileño Luis Ignacio Lula Da Silva cuando no hay ninguna prueba de que él, o la presidenta Dilma Rouseff estén relacionados con delito alguno. Pero, eso no importa para los poderes fácticos de Brasil que después de haber perdido por cuarta vez las elecciones, recurren –tal como están haciendo los sectores más conservadores de la sociedad en otros países de América Latina- a la mentira, la calumnia, los falsos testimonios sin importar cual vía utilizar para regresar al gobierno.

Los grandes medios de comunicación de Brasil, de la región y del mundo se apresuraron a transmitir la noticia del expresidente detenido por la policía federal, un órgano –que junto al Poder Judicial que emitió la orden de captura- tiene paupérrimos niveles de reconocimiento y reputación en su país. Lula fue detenido por “conducción coercitiva”, una figura que señala una alta peligrosidad y la posibilidad de una fuga del prisionero. Por supuesto, todo estaba coordinado con la prensa para quien era importante mostrar al ex presidente como un sujeto pendenciero, que necesitaba estar rodeado de policías en uniforme de combate mientras era llevado a la justicia. La imagen dio la vuelta al mundo, sin embargo, poco informaron cuando tres horas después, Lula regresó a su hogar sin ningún tipo de cargo. El mal ya estaba hecho, necesitaban mostrarlo como un delincuente potencial y seguramente, en alguna medida, lo lograron. Ahora se aferrarán a su cuello como alimañas sedientas de sangre y deseos de venganza hasta verlo humillado en su condición humana, destruido en su capacidad de liderazgo y caído en sus posibilidades de regresar a la presidencia tal como lo anunció hace pocas semanas. Finalmente, ese es el objetivo que quieren impedir, les da temor enfrentarse a él en el propio terreno que inventaron y que dicen defender: el de la democracia.

Confieso que no era éste el tema sobre el que quería escribir esta semana, pero es inevitable no dejar pasar por alto este nuevo paso de las fuerzas de la derecha latinoamericana, (hoy auto denominadas “de cambio”) para retrotraer la historia, como si esto pudiera ser posible. Sin embargo, el desarrollo de los acontecimientos  recientes en la región me llevan  a recordar algunos elementos referidos a una investigación en curso en la que intento mostrar la necesidad de observar y construir una realidad al margen de los conceptos estereotipados y de los mitos, leyendas y fábulas creadas a través del tiempo para fijar opiniones desde el poder, utilizando viejas fórmulas establecidas a partir de una visión totalizante y universalizada por la práctica de períodos muy largos y abarcadores de la historia, en los que se han instalado puntos de vista, parámetros de investigación y paradigmas que responden a una idea hegemónica respecto del desarrollo de una historia concebida desde la imposición, (casi siempre por la fuerza) de modelos de economía y sociedad, establecidos sobre la base de una larga tradición que se sustenta en principios, costumbres y en la cultura de poderes reales o fácticos incubados en las centros de dominio global.

En este sentido, hablar de hegemonía tiene que ver con el aparato que la soporta, el cual es completado por la estructura ideológica de dominación clase. Esto nos lleva a recordar la opinión de Christine Buci-Glucksmann cuando planteó que “El aparato de hegemonía califica y precisa el concepto de hegemonía, entendido como hegemonía política y cultural de las clases dominantes. Conjunto complejo de instituciones, de ideologías, de prácticas y de agentes (entre los que contamos a los “intelectuales”), el aparato de hegemonía no encuentra su unificación, sino en una expansión de clase. Una hegemonía no unifica solamente como aparato, por referencia a la clase que se constituye en y por la mediación de múltiples subsistemas: aparato escolar (de la escuela a la universidad), aparato cultural (de los museos a las bibliotecas), organización de la información, del marco de vida, del urbanismo, sin olvidar el peso específico de aquellos aparatos eventualmente heredados de un modo de producción anterior (del tipo Iglesia y sus intelectuales)”.

Desde este punto de vista, es importante hacer énfasis en el rol que juega el Estado en la imposición de un “consenso” alcanzado a través de la coerción física (o de la amenaza de su utilización), para lo cual el aparato ideológico juega un rol relevante en la creación de “ideas consensuadas” a través de la educación, la justicia, los medios de comunicación, la cultura y el entretenimiento Así, se fijan opiniones que no necesariamente coinciden con la realidad, pero que habilitan la integración de creencias, valores, tradiciones culturales y mitos que funcionan en la masa con el objetivo de perpetuar el orden existente a través de la creación de una idea única y universal. Según Carl Boggs es necesario conocer “las sutiles, pero penetrantes formas de control ideológico y de la manipulación que servían para perpetuar todas las estructuras represivas” Por ello se hace importante diferenciar  dos tipos fundamentales de control político, los de “dominación” (coerción física directa) de los de la “hegemonía” o “dirección”  que supone consentimiento y control ideológico.

Esos aparatos hegemónicos de “consentimiento y control ideológico” que no pudieron ser removidos por los gobiernos democráticos que se instalaron en América Latina  en los últimos 15 años, hoy vuelven por sus fueros. Atacaron brutalmente al presidente Evo Morales para evitar que pudiera obtener la victoria en un referéndum donde se optaba por una reforma constitucional que le permitiera ampliar a través de la reelección su estadía en la máxima magistratura de su país, y hoy repiten la dosis en Brasil.
 
En Argentina, hace pocos días se anunció con bombos y platillos el supuesto involucramiento de la ex presidenta Cristina Fernández en la muerte del fiscal Alberto Nisman. Bajo grandes titulares se informó que el ex agente de inteligencia Horacio Antonio Stiuso, ex director de Operaciones del Servicio de Inteligencia del Estado (SIDE), refugiado y protegido por Estados Unidos, iba a regresar al país y daría información que implicaría a la ex mandataria. Sin embargo, cuando su abogado Santiago Blanco Bermúdez afirmó que su cliente no tenía “pruebas directas” que relacionaran la muerte de Nisman con la ex presidenta y que sólo podía dar a la justicia “…una interpretación de los hechos precedentes a las  confusas circunstancias que rodearon a la muerte” (de Nisman), la noticia no tuvo mayor relevancia. Igual que ahora, en el caso de Lula, el daño ya estaba hecho.

Poco a poco, la hegemonía cultural, ideológica y mediática va taladrando la cabeza de los ciudadanos, hasta construir imaginarios de redención y “cambio” que vendrían de las propias fuerzas que han marginado y excluido a las mayorías por doscientos años.

De ahí se deduce que la confrontación hoy es política, es ideológica y es mediática, suponer que se puede avanzar llegando al gobierno y desde ahí  hacer obra pública que mejore las condiciones de vida de la población, como forma de transformación estructural de la sociedad, es solo una quimera. El muy manoseado comandante Ernesto Che Guevara, visualizó hace más de cinco décadas que el cambio estaba en la creación de un Hombre Nuevo que actuara en la vida a partir no solo a partir de estímulos materiales (de consumo diríamos hoy) sino que también y sobre todo- desde los estímulos morales y espirituales que entrañaban valores de solidaridad, comportamiento colectivo y realización en la medida del aporte a la sociedad. Eso solo puede provenir de niveles de conciencia que surjan de la creación de un aparato hegemónico político, ideológico y cultural que resista los embates de la oligarquía conservadora  y sea portador de lo nuevo, sobre todo cuando en la actualidad, solo nos medimos en términos cuantitativos en elecciones en el marco de sistemas de democracia representativa que también fueron creados por esa misma oligarquía.



martes, 1 de marzo de 2016

María Laura Chang: Minería en Guayana bajo control de mafias armadas hasta los dientes, según documental


Minería en Guayana bajo control de mafias armadas hasta los dientes, según documental



María Laura Chang / @MarilaChang
Fotografía:BBC
En Venezuela hay cerca de 133 millones de onzas de oro; 81,4 millones de ellas estarían repartidas al sur del estado Bolívar y dispuestas para la explotación de la Corporación Venezolana de Minería, según afirmó el entonces ministro de Petróleo y Minas, Rafael Ramírez en enero de 2013. Una investigación hecha por el programa Amazonas Clandestina muestra cómo mafias y grupos armados ejercen el control en los campos de explotación del mineral precioso.

En agosto de 2011, el presidente Chávez firmó un decreto con rango valor y fuerza de ley para nacionalizar la explotación del oro y actividades conexas, lo que impulsó el retiro de empresas extranjeras que controlaban la actividad minera. De esta forma se “fortalecería la economía nacional” y así volcarían todas las ganancias al pueblo venezolano.

Ya para esa época se habían marchado varias empresas internacionales del territorio y, tras el decreto, los grupos rusos de Agapop y Rusoro decidieron marcharse también. Tras su salida, el Estado venezolano asumió las riendas de la minas de oro que dejaron estas empresas a través de Minerven. En teoría, las Fuerzas Armadas tomarían el control de cada mina y éstas serían explotadas por empresas nacionales o mixtas que, siguiendo las normativas, pasarían a generar más trabajo y dinero para el país.

La realidad es otra. Discovery Max en el episodio 5 del programa Amazonas Clandestino revela la aparición de una industria improvisada, en la que pobladores extraen el oro a su antojo, con la única supervisión de temidos “sindicatos”- grupos armados – que se encargan de mantener el orden en sus respectivos territorios.

Uno de los mayores yacimientos de oro de todo el mundo, donde se puede extraer hasta 6 gramos por cada tonelada de tierra, está ubicado en el estado Bolívar. Es la mina de Las Cristinas, cerca de Las Claritas, cuya entrada, como se ve en el programa, es custodiada por la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). El reportero asegura que, tras un pago de 20 euros, los funcionarios dejaron pasar al equipo del documental, practica que al parecer también opera para el ingreso de los mineros “artesanales o informales”.

Hombres y mujeres sacan el oro como pueden. Utilizan picos, cinceles, mangueras y hasta sus propias manos. En boca de los trabajadores, el precio del oro vale el gran esfuerzo que aplican, pero de sus ganancias deben dar una tajada al sindicato que los protege.
[media-credit minería las claritas
Armas imponen orden
Los mineros informales temen hablar de las agrupaciones o sindicatos. Son ellos quienes castigan e imponen el orden con fuego. Matan, de ser necesario. En entrevista para Amazonas Clandestino, jóvenes de entre 18 y 21 años con sus rostros tapados aseguran estar involucrados en estos grupos desde niños y comentan que su responsabilidad es establecer el orden. El “impuesto” que debe pagar cada minero es 5 sacos por cada 50 que extraiga.

Es, a fin de cuenta, una pelea de zonas de explotación minera, cada banda protege su propio territorio. Según cuentan los mismos jóvenes, miembros de las agrupaciones han perdido la vida en enfrentamientos con otras bandas, y así se han ganado el respeto de los pobladores que le agradecen por sus acciones.

El papel de fuerzas gubernamentales
 Armando Betancourt, concejal del municipio El Callao del estado Bolívar, asegura que quienes se encuentran tras estas organizaciones son altos funcionarios de las Fuerzas Armadas. Incluso sostiene que el armamento que poseen las bandas, R15 o AK47, son proporcionadas por los mismos militares y los considera como cabecillas de las verdaderas mafias.

La banda El Chingo que opera en la Planta Perú, que en teoría pertenece  empresa estatal Compañía General de Minería de Venezuela, se ufana de ser una agrupación que no se doblega ante la autoridad militar. Se niegan a pagarles comisión por lo que, aseguran, deben soportar ataques y robos por parte de los uniformados. Según un integrante de estos grupos armados, los funcionarios matan y les atribuyen la responsabilidad.

De acuerdo con la Agencia Carabobeña de Noticias, durante febrero de 2015 fueron asesinados 100 mineros al sur de Bolívar producto de la “violencia mafiosa, la corrupción de funcionarios militares y policiales, y el abuso de poder desde la gobernación del estado Bolívar y la alcaldía de Guasipati”.

Oro fundido
Según se ve en el programa, al mes se funden alrededor de mil kilos de oro en Bolívar, lo que equivale a 4 millones de dólares en ganancia tras su venta. Sin embargo, por la clandestinidad e informalidad del oficio se hace difícil obtener cifras exactas, pero se trata de una gran cantidad de dinero que ronda sin límite ni fiscalización.

Esta fiebre del oro ha saltado cualquier barrera. Desde un sobrevuelo por la zona se aprecia una herida abierta en el corazón de Canaima con consecuencias al equilibrio ecológico de la región, devastada por la minería ilegal dentro del Parque Nacional. Se han perdido 80 mil hectáreas de bosque.


Con información de: Episodio 5 del programa Amazonas Clandestino de Discovery Max Producido por: Arantza González-Boza y Kiotto García. Participación de Jorge Benezra.