Las guerras sucias de América Latina
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Por
Ilka Oliva Corado
Fueron
establecidas por Estados Unidos y la oligarquía latinoamericana
simultáneamente con La Operación Cóndor que dio paso a sangrientas
dictaduras que reprimieron a la población civil, vestigio del que
nunca se terminará de recuperar el continente. Porque esas guerras
sucias no son manuales codificados que se quedaron archivados en las
hemerotecas y en las gavetas de Estado. Siguen vigentes, renovadas
conforme lo exige la tecnología y el tiempo. Pero es el mismo
enfoque, el mismo objetivo: desestabilizar a los gobiernos
post-neoliberales que han hecho florecer a sus pueblos porque han
impulsado transformaciones sociales y económicas de beneficio para
las mayorías. En décadas anteriores fue para cortar de raíz el
comunismo y el socialismo.
Se
podría decir que el motor principal de estas guerras son los medios
de comunicación que manipulan las mentes de las masas. Estos medios
han tomado un papel fundamental: televisivo, escrito y hablado, que
con la ayuda de las redes sociales se torna pólvora que explota en
la enajenación de la muchedumbre que repite de memoria lo que es
incapaz de articular y cuestionar por iniciativa propia.
Las
bases fundamentales de esas guerras siguen vigentes, el
paramilitarismo y el terrorismo están ahí, eso explica las
desapariciones forzadas en países como México y Colombia que en los
últimos años se cuentan miles. Eso habla de criminalizar a líderes
comunitarios, defensores de derechos humanos y defensores del medio
ambiente en países de gobiernos de carácter neoliberal. Por esa
razón se siguen censurando radios comunitarias y desaparecen y
asesinan periodistas disidentes a las políticas de Estado, y que con
un profundo sentido de la ética informan con verdades comprobables.
Esa guerra sucia que va de la mano con el terrorismo de Estado ha
llenado de fosas clandestinas el continente y a insensibilizado a la
sociedad.
Bajo
esa lluvia de balas, entre en la vena de la Operación Cóndor que ha
sacado raíces en el continente nacieron gobiernos post neoliberales,
gobiernos progresistas que han sufrido todo tipo de calumnias y de
golpes blandos. No es nuevo que sean desprestigiados, lo han vivido
desde sus inicios. El panorama de los últimos meses en el continente
nos muestra los miles de dólares que ha invertido Estados Unidos y
la oligarquía mundial empresarial en la desestabilización de estos
gobiernos.
Y
cabe reseñar el golpe blando que se le quiso dar a Cristina con el
caso Nisman, en el que los medios de comunicación de carácter
neoliberal jugaron un papel principal, hicieron uso de todo tipo de
artimaña para derrocar a la presidenta, y lograron sin mucho
esfuerzo utilizar a las masas que desinformadas imprimen como
esponjas todo lo que circula en las redes sociales, principalmente.
Por medio de las redes sociales quienes orquestan la guerra sucia
hicieron un llamado a las masas que, obedientes y sin refutar
salieron con ollas y cacerolas a exigir la renuncia de quien ha
enaltecido grandemente al país argentino. Esas masas, claro está,
son clase media.
Esas
mismas masas votaron por Macri, el cual ganó con un mínimo de
diferencia en los votos. La guerra sucia pegó el tiro de gracia y
hoy por hoy Argentina ha comenzado a desmoronarse, son millones y
millones de dólares los que desaparecen diariamente desde las arcas
del gobierno. Ha comenzado la represión a las manifestaciones
populares. Los manuales de contra insurgencia (1979) especifican
claramente que se deben combatir los paros, los movimientos
populares, las huelgas, las organizaciones estudiantiles, también el
movimiento sindical. Es lo que está haciendo Macri en estos momentos
con la resistencia argentina que defiende los logros de los gobiernos
progresistas, es una clara guerra sucia con tintes de terrorismo de
Estado.
En
Venezuela en las vísperas de las votaciones parlamentarias Estados
Unidos por medio de la DEA y los medios afines a la mediatización,
lanzaron una bomba de tiempo contra Maduro, y explotó puntual y dio
como resultado la mayoría de la derecha en el parlamento. Las
guerras sucias son bombas de tiempo, movimientos milimétricos, muy
bien estudiados en tiempo y forma; y si la población no está
informada, si carece de Memoria Histórica y de dignidad los
resultados son devastadores. Esas masas desinformadas son
manipulables por indolentes y por su carencia de sentido común y de
criterio propio; son marionetas, son aguas revueltas, son el comodín
y la escalera, parte de esa estructura que desde un sistema colonial
va de estocada en estocada hacia su propio pueblo.
En
Brasil para las vísperas de las votaciones en Venezuela nuevamente
se lanzó una granada contra Dilma, la acusación fue a nivel mundial
desde la derecha internacional; se le acusó de corrupta y
Brasil tembló, Estados Unidos se lamía los labios, ya se hacía con
Petrobas en sus manos. Ya se hacía destruyendo por completo la
Amazonía, ya se hacía exterminando a la infancia de las favelas,
mismas a las que Lula y Dilma han brindado un sistema de salud como
los nunca soñados en Brasil, gracias a Cuba y el programa Más
Médicos. Entonces querían enjuiciarla y darle el golpe de estado
tan ansiado e implementar de nuevo el neoliberalismo en la región.
No es la primera que le hacen a Dilma y no será la última, las
guerras sucias son el ataque constante a los gobiernos progresistas.
A la dignidad y a la hermosura de un continente que lleva más de
quinientos años resistiendo.
En
este momento Estados Unidos no escatima gastos en la mediatización
contra Evo, el referendo es una nueva oportunidad para que Bolivia
siga en el camino de la reconstrucción con el primer presidente
indígena que ha tenido el continente en toda su historia.
¿Qué
clase media, oligarquía y poderío empresarial mundial quiere un
indígena (inteligente, humano y con arrestos) como presidente? ¿A
qué horas se nos escapó?, estará preguntándose constantemente
Estados Unidos ya que en este país la voz de los nativos de los
pueblos originarios está silenciada. En Latinoamérica los gobiernos
de carácter neoliberal también reprimen a los pueblos indígenas.
En Guatemala con una tierra arrasada y el Plan de Operaciones Sofía
se les quiso exterminar por completo.
En
las vísperas del referendo viene con todo la guerra sucia y lo
acusan de tráfico de influencias, y sacan a bailar a una ex novia, y
la convierten en amante y cargan el nombre y la integridad de ambos
del tingo al tango. Y sacan al ruedo a toda la familia de Evo. El NO
en Bolivia solo beneficia a la oligarquía nacional e internacional,
solo beneficia a Estados Unidos con su Plan Cóndor y su guerra sucia
que está renovando constantemente. El NO en Bolivia es un avance
hacia el final del progresismo latinoamericano. Es un retroceso, es
volver a estar de rodillas ante la explotación, la opresión y el
saqueo. En cambio la continuidad de Evo representa en el país y en
la región la plusvalía de un continente que lucha por dignificarse
e independizarse de todo despotismo.
La
guerra económica que vive Venezuela también es parte de esa guerra
sucia. La Operación Cóndor y la guerra sucia tienen innumerables
vertientes y camuflasen a la perfección. Hay que estar atentos, hay
que atreverse a dudar, a no creer por completo en los que dicen los
medios de comunicación. Tener cuidado con el periodismo manipulador
que solo busca beneficio a través de la desinformación. La
información es maniobrable, se encubre la razón y el objetivo.
Medios de comunicación empresariales son fieles a la oligarquía, la
oligarquía fiel a la política exterior de Estados Unidos porque
ambas sacan ventaja de oprimir y desangrar a los pueblos y la
Pachamama.
Que
quede claro que los resultados que se están dando en Suramérica, no
son porque el pueblo esté cansado de esos gobiernos. No son porque
esos gobiernos estén faltando a la integridad. El resultado es el
trabajo extraordinario de la guerra sucia en las mentes de la clase
media latinoamericana. El resultado es la vergüenza de esos
graduados de universidad que son incapaces de discernir, de
cuestionar, de dudar. Es la indolencia de una parte de la sociedad
que desecha a los pueblos originarios. Es el resultado de una
educación a nivel superior que desde una visión colonialista
utiliza y extermina todo pensamiento propio. Es la falta de
integridad, de conciencia y de humanidad de una clase media
latinoamericana que baila al son que le toquen. Es el resultado de la
comodidad de no ser ni chicha ni limoná.
En
la vida un ser humano no puede ser imparcial ante la injusticia,
tiene que tomar bando, tiene que involucrarse, tiene que hacer de su
existencia un arte, un arte político para la liberación de los
pueblos. De lo contrario seguirán las guerras sucias y las
invasiones y será tristemente el patrimonio de apocamiento que
heredemos a las generaciones futuras.
@ilkaolivacorado
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