Diego Olivera: Medios de comunicación: formas, contenidos y dominación (Parte II)
Enviado por Barometro
Internacional el martes, 11 noviembre, 2014 a las 2:04
El noticiero de TV
La
mejor forma de mostrar (mostrarnos) como esto es así, es realizar el
análisis de los formatos utilizados por los medios y percibir que se
oculta detrás de ellos. El espacio necesario para hacerlo con todos
los formatos y con la profundidad necesaria, excede con mucho la
extensión de este trabajo. Limitémonos entonces a realizar una
investigación somera de uno de esos formatos, como ejemplo de lo que
queremos decir.
Por
supuesto que consideraremos la televisión. Este es hoy el medio de
mayor penetración y de mayor influencia. Sólo en los Estados
Unidos, el 15% de la población lee libros, el 20% lee periódicos, y
casi el 70% de la población utiliza la televisión como único medio
de “informarse, entretenerse y educarse” . En nuestros países
periféricos, donde el analfabetismo es mayor, los porcentajes deben
ser aún más intimidantes. De ella vamos a considerar el formato del
noticiero, intentando un análisis que desentrañe su estructura .
Supongamos
que venimos del espacio exterior, conocemos a los seres humanos, pero
sabemos poco de su cultura. Queremos estudiarla investigando sus
telecomunicaciones. Escaneamos sus transmisiones de televisión.
Constatamos que la mayor parte de las señales, transmiten
sistemática y periódicamente un espacio de duración limitada
(entre media y una hora) de formato repetitivo.
En
este formato asombra el mantenimiento de patrones muy similares. En
general el espacio comienza con una presentación donde se despliegan
todos los medios tecnológicos de generación de imágenes
(caracteres e ideogramas en volumen, en movimiento, en
transformación) acompañados por sonidos armónicos de gran
similitud.
Inmediatamente
aparecen en escena unos extraños personajes. Parecen ser seres
humanos, pero sólo aparecen unos medios cuerpos. Estos medios
cuerpos pueden ser uno o dos (nunca más). También puede variar el
género, la hembra o el macho de la especie humana, o en caso de ser
dos, las combinaciones posibles. Estos “bustos parlantes” miran
la cámara fijamente, alternando sus miradas con papeles, o con un
computador portátil que tienen debajo. Los planos de cámara son
notoriamente los mismos, planos medios dónde nunca aparece un primer
plano, pocas veces se realiza un zoom y si existe algún plano
abierto es al principio o al final de su discurso.
Extrañamente,
no importa de dónde provenga la transmisión, la vestimenta de estos
seres es muy similar (incluidos los maquillajes de las hembras). El
escenario en que se encuentran es curiosamente repetitivo en su
distribución espacial. Sets cerrados, con paredes decoradas de
estética muy análoga, o con muchas pantallas que transmiten
diferentes imágenes. En algunos casos aparecen de fondo otros medios
cuerpos, como si se encontraran en una sala con múltiples
escritorios con computadores.
El
discurso de estos medios cuerpos (que nunca va acompañado de sonidos
de apoyo) se alterna a lo largo del espacio con la transmisión a
pantalla completa de imágenes descriptivas de lo que parecen ser
acontecimientos diversos. En algunos casos aparece (a partir de la
segunda mitad del espacio o cerca del final) un nuevo protagonista.
Puede ser otro medio cuerpo, o sorpresivamente a veces aparece por
primera vez un ser humano completo de pie, también tomado a plano
fijo.
El
espacio se cierra con nuevas proezas en generación de imágenes o en
algunos casos con planos medios abiertos, y nuevamente acompañados
con sonidos y caracteres móviles o fijos que se insertan en la
imagen.
Esta
breve descripción estructural, nos permite ahora, siendo seres
humanos que vivimos en el mundo, realizar algunas apreciaciones. En
primer término, el noticiero de TV es un escenario, un “teatro de
la objetividad noticiosa”. Como toda representación exige de la
creación de un guion, una puesta en escena, una actuación y una
dirección. Es una representación que está basada en la
credibilidad que el receptor tenga del mensaje que transmite. Esto
explica los medios cuerpos y la mirada fija en la cámara. Se trata
de generar, simulando una conversación, confianza y credibilidad en
el espectador. Así tenemos la sensación que están conversando con
nosotros. Quien me habla me mira casi constantemente, apenas baja su
mirada hacia los papeles en la mesa o hacia su laptop. Aún ese
desvío de mirada (que técnicamente no sería necesario, ya que
existe el telepromter), me dice que no me endilga un discurso
aprendido de memoria, sino que sabe de lo que me habla pero que a
veces necesita una guía para su discurso. Es un “interlocutor
cercano a mí”, de allí los planos constantes. Es muy serio, con
voz muy trabajada (es un profesional del manejo de la voz), establece
un discurso sin emocionalidad (mantiene un tono de voz constante),
que me dice de su “objetividad”.
¿Para
qué es necesario todo esto? Para que quien recibe el mensaje no
ponga en duda la “realidad de la información”. La representación
simula que una elección intencionada y arbitraria de eventos, así
como su forma de presentación, que tienen una alta carga de
subjetividad o intencionalidad, es una “realidad objetiva” de la
cual el medio sólo es un vehículo para llevarla a nuestros hogares.
Pero
llega aún más allá, el análisis semiótico que tomamos como
referencia concluye diciendo que sería bueno que el formato mostrara
al espectador también la forma como se elabora, el proceso de
trabajo de quienes crean el noticiero. Pero en el mundo en que
vivimos, dónde la comunicación masiva tiene sus intenciones e
intereses, eso no será nunca así. Si nos mostraran como se elabora
el noticiero, quedaría a la vista cuánto éste tiene de creación
con objetivos propios, y haría transparente que no es una “ventana
al mundo”, sino una visión parcializada de sus productores.
Algo
de historia
El
formato actual del noticiero de TV nace a fines de los años
cincuenta en los EE.UU. Las transmisiones de la BBC de Londres, que
fueron pioneras, mantenían un formato diferente, que era el de los
noticieros cinematográficos creados a fines de la década de los
veinte (que también sería interesante estudiar). No fue una
casualidad la estructuración de este nuevo formato, respondía al
cambio de centro hegemónico dentro del cual se gestaba. La cultura
norteamericana generó un formato para la comunicación muy asociado
al show y a la teatralidad que venían desarrollando desde la revista
musical y desde Hollywood. Este formato ha ido perfeccionándose
durante todo el siglo XX y hoy constituye un bloque cerrado que ha
conseguido imponerse a nivel global.
Y
lo que muestra hasta qué punto es una hegemonía impuesta, es esa
homogeneidad de formato, de estéticas escenográficas, de vestuario
y aspecto de los presentadores, que se da para difusores y receptores
del mensaje, de culturas, lenguas y visiones del mundo diferentes.
Conclusiones
¿Son
o no entonces los formatos comunicacionales que nos bombardean
constantemente, una herramienta más de la dominación?
Creemos
que sí, y que es una labor fundamental desentrañar estos mecanismos
de control, para ser capaces de generar los sistemas propios para
liberarnos. Vernos y comunicarnos con nuestros propios ojos y
nuestros propios valores, y nuestra propia visión del mundo.
Como
las capas de la cebolla, vamos descubriendo que la batalla por llegar
a ser nosotros mismos tiene varios niveles de complejidad, y que solo
podremos darla si logramos tener en cuenta y combatir en todos los
frentes.
diegojolivera@gmail.com