Turquía: 300 años de traición y lucha contra
Rusia
Tomado de Sputnik
© REUTERS/ Murad Sezer
90481071Tomado de Sputnik
Los
tratados y juramentos se guardan en el filo de la daga
- Proverbio
turco -
Así
fueron convertidos de golpe en cenizas, los cuatro años de esfuerzos
del Gobierno ruso para lograr amistad y armonía en las relaciones
con el Gobierno turco.
Parece
que los estrategas rusos no revisaron bien los 300 años de la lucha
de los turcos contra Moscú y la traición de los tratados que se
firmaban periódicamente. Tampoco los servicios de inteligencia rusos
prestaron debida atención al dicho popular en las calles de Estambul
(el motor de la economía) y Ancara (capital de Turquía) que afirma
que “cuando el presidente de Turquía Recep Tayyip Erdogan te dice
que eres hermano, significa que quiere subirse encima tuyo”.
©
Sputnik/ Sergei Guneev
Hace
cinco años cuando el primer ministro Vladímir Putin y su colega
Recep Erdogan, también primer ministro de su país, firmaron
tratados energéticos evaluados en 100.000 millones de dólares,
incluyendo la construcción del gasoducto Turk Stream, mejoramiento
del sistema de transporte de petróleo y la construcción de la
central nuclear Akkuyo en la ciudad turca Mersin, Recep Erdogan
abrazó a Putin y le dijo que era “su mejor amigo para siempre”.
Pero la “amistad eterna” en la percepción turca está limitada
por el espacio y tiempo de la conveniencia. Lo puede confirmar
también el presidente de Siria Bashar Asad pues hace apenas seis
años atrás Recep Erdogan lo llamaba “mi hermano” y sus familias
descansaban juntas en el lujoso centro turístico turco Bodrum. Ahora
Asad es considerado un enemigo de Turquía y en especial de Erdogan.
Los
tiempos cambian pero las ambiciones imperiales de Turquía siempre
son las mismas a pesar del desmantelamiento del Imperio Otomano
después de la Primera guerra Mundial. En un reciente artículo
publicado por la agencia de información “Regnum”, el analista
Ruben Zargarian habla de cinco siglos de lucha de Turquía contra
Rusia. Primero, el Imperio Otomano que empezó a expandirse en los
años 1400 utilizó a su vasallo el Janato Tártaro de Crimea que ya
en 1507 atacó a las ciudades rusas Beliuov y Kozelsk. Hasta 1680
Moscú tuvo que pagar tributo al Janato de Crimea que entre 1500 y
1700 entregó al Imperio Otomano más de dos millones de esclavos
rusos y polaco-lituanos.
©
AP Photo/ Ivan Sekretarev
Posteriormente,
el Imperio Turco hizo sus propias guerras a Rusia en 1676-1681;
1695-1700; 1710-1713; 1735-1739; 1768-1774; 1787-1791; 1806-1812;
1828-1829; 1853-1856; 1877-1878 y 1914-1918. Después de la
disolución del imperio al comienzo de los años 1920, el que sería
el primer presidente de la República de Turquía en 1923 y el héroe
nacional Mustafa Kemal Atatürk logró convencer a Lenin y a Trotsky
de que Turquía estaba lista para la revolución mundial y así
recibió de Rusia 200 kilos de oro y armamento pero esto fue
utilizado para su expansión en el Cáucaso y la “revolución
mundial” traicionada. Atatürk prefirió alejarse de los
bolcheviques, cobrar otro tanto y pasarse al lado de los británicos
que tenían sus propios intereses en Azerbaiyán y Armenia y querían
utilizar Turquía para prevenir la expansión del comunismo en estos
países.
En
vísperas de la Segunda Guerra Mundial, Turquía mostró nuevamente
su “pragmatismo interesado”. El 19 de octubre de 1939 firmó un
pacto de asistencia con Francia y el Reino Unido a cambio de dos
destructores británicos y varios aviones militares franceses. Al
percatarse del avance militar arrollador de Alemania en Europa el
gobierno turco decidió pasarse al lado de los alemanes. El 18 de
junio 1941, cuatro días antes del inicio del inicio de la “Operación
nazi Barbarroja” contra la URSS, Turquía firmó un tratado de
amistad con Alemania, obteniendo en recompensa cuatro submarinos
alemanes cerca de 4.000 fusiles y una docena de aviones militares.
©
AFP 2015/ Sergei Supinsky
También
Turquía planificó al final de junio 1941, según la revista
nacional “Bozgurt”, declarar la guerra a la Unión Soviética
después de que cayera Stalingrado y ocupar el Cáucaso, Crimea,
Armenia y Asia Central con la venia y bajo la supervisión de los
alemanes. Sin embargo, los planes bélicos turcos tuvieron que ser
anulados porque los alemanes sufrieron una severa derrota en la
batalla de Stalingrado que duró desde el 23 de agosto de 1942 al 2
de febrero de 1943. En este período los turcos no permitieron a los
barcos de los países aliados de Rusia- EEUU y Canadá, que traían
ayuda, cruzar los estrechos de Bósforo y el de los Dardanelos.
Al
darse cuenta de la eminente derrota de los alemanes, Turquía
endureció sus relaciones con los nazis y finalmente el 1 de marzo de
1945 le declaró la guerra a Alemania y Japón cuidándose de no
participar en ninguna batalla. En 1950 el ministro de Relaciones
Exteriores de la URSS Andrey Gromico preguntó al embajador turco en
Moscú, Kemal Nejat Kavur: “Su país tiene el más grande ejército
en Europa. Si es contra su enemigo tradicional como Grecia, es
demasiado grande, si es de otro lado contra nosotros, es demasiado
pequeño. ¿Entonces, cuál es la razón?” Por supuesto el
embajador no tenía la respuesta preparada pues no podía revelar los
anhelos nacionales de reconquistar en algún momento el Cáucaso y
Crimea.
©
AP Photo/ Vadim Ghirda
En
1952 Turquía fue admitida en la OTAN y al final de los 1950 permitió
a los EEUU a desplegar 50 misiles Júpiter con un rango de 5.300
kilómetros cerca de la frontera con la URSS. Recién en 1962 estos
misiles alineados contra la Unión Soviética fueron retirados a
cambio del retiro de los 36 misiles soviéticos R12 de Cuba, esto
después de un arreglo secreto entre Nikita Kruschef y John Kennedy
que puso fin a lo que se llamó “La Crisis de los Misiles”,
iniciando así un corto período llamado la “Coexistencia
Pacífica”.
Después
del desmantelamiento de la URSS en 1991, Turquía inició una
paciente labor en Crimea con la población tártara que retornó a la
península. Ellos fueron amnistiados en 1980 después de su
deportación al Asia Central ordenada por Stalin en 1944 por su
colaboración con los nazis. El gobierno de Ucrania en cuya
jurisdicción estaba Crimea por un decreto de Jruschov cerró los
ojos y permitió un fuerte adoctrinamiento de tártaros en la
orientación de rusofobia por Turquía. Al reincorporarse Crimea a
Turquía, los líderes tártaros opositores a este proceso como
Mustafa Dzemilev y Rufat Chubarov entre muchos otros se refugiaron en
Turquía y se convirtieron en agentes de influencia de aquel
país que anteriormente dio refugio a los yihadistas chechenos.
Es
decir, en todos estos últimos años el lento acercamiento que trató
de forjar el gobierno ruso y que aparentemente fue compartido por
Turquía no ha sido sincero por parte de los turcos. Fue motivado por
el deseo de lograr mayores concesiones de la Unión Europea (UE) y
EEUU. El año pasado, la respuesta del primer ministro de Turquía
Erdogan a la Comisión Europea alarmada por el acercamiento de
Turquía a Rusia a pesar de las sanciones contra Moscú: “Turquía
no necesita permiso de nadie: vamos a hacer lo que es necesario para
el país”, fue también una acción fríamente calculada para
levantar el prestigio del país y lograr las mayores ventajas de sus
aliados de la OTAN.
©
AP Photo/ Evan Vucci
A
lo que no prestaron la atención los líderes de Rusia, fue al hecho
que, mientras Recep Erdogan anunciaba a cuatro vientos su amistad con
Rusia, siendo primer ministro, sus fuerzas militares seguían fieles
al documento titulado “2010-2015 La Estrategia de Seguridad
Nacional” que considera a Israel y Rusia como países que
representan peligro a Turquía. La fidelidad al tradicional
“pragmatismo calculado y temporal” del gobierno de Turquía
continúa, por eso no es de extrañar la actual alianza del Servicio
de la Inteligencia Nacional (MIT) turco con la Mossad de Israel en la
selección, adiestramiento, equipamiento y el traslado a Siria a los
yihadistas sunitas del Estado Islámico (EI) para derrumbar el
régimen de Bashar Asad.
Tema:
Guerra
en Siria
También
es lógico, desde el punto de vista del presidente Erdogan, el
alejamiento de su “amigo” Putin cuando coincidieron en los
Juegos Europeos el pasado 13 de junio en Bakú, Azerbaiyán
donde se encontraron cara a cara pero sin mirarse a los ojos. Rusia
había tomado la decisión de no permitir el derrocamiento del
presidente sirio Asad, lo que iba en contra de los planes de Turquía
y la OTAN.
Rusia
no puede permitir que el Estado
Islámico forme un califato, cuya idea pertenece a los estrategas
“iluminados” norteamericanos y franceses quienes decidieron
utilizar las ambiciones turcas del resurgimiento del neo otomanismo y
convertir este país en el instrumento vital para la
balcanización de Siria. Erdogan tiene la oferta de una parte
fronteriza de Siria cercana a Turquía poblada por unos 200.000
turcomanos o turkmenos (un pueblo túrquico que se encuentra
principalmente en Afganistán y Turkmenistán). El califato islámico
está proyectado después de terminar su formación en Siria e Irak,
expandirse al Asia Central, Cáucaso, Tatarstán, Urales y la parte
de China donde viven los uigures que son musulmanes, estos junto con
los yihadistas chechenos y daguestaníes forman batallones del Estado
Islámico.
©
AFP 2015/ Ozan Kose
El
rol de Turquía en la expansión del Estado Islámico fue diseñado
en secreto en 2011. Según el analista geopolítico francés Thierry
Meyssan, el ex ministro de relaciones exteriores de Francia Alain
Juppe colaboró en el plan con el actual primer ministro de Turquía
Ahmet Dovutoglu que fácilmente dejó su anterior consigna “Cero
Problemas con los Vecinos”. Por supuesto, la estrategia regional de
Turquía fue abalada por Washington. El mismo vicepresidente de
EE.UU. Joe Biden confirmó en octubre 2014 en su discurso en Harvard,
que fue rápidamente silenciado, que “Turquía apoya al Estado
Islámico con cientos de miles de dólares y miles de toneladas de
armas”.
Biden
evitó decir que Turquía fue permitida por Washington y Bruselas
para hacer su negocio sucio de oro negro sirio con el Estado
Islámico. Lo curioso también es que, de acuerdo al editor de la
publicación norteamericana Veterans Today, Mike Harris, las
corporaciones British Petroleum y ExxonMovil son también compradores
del petróleo ilegal del Estado Islámico. Pero el primer
beneficiario es Turquía que obtuvo en los últimos ocho meses unos
800 millones de dólares por este negocio sucio. Ahora, resulta que
la familia del presidente Erdogan está envuelta en este negocio a
través de su tercer hijo Bilal Erdogan quien recientemente compró
dos buques tanques y posee, según el vicepresidente del Partido
Republicano del Pueblo Turco (CHR) Gürsel Tekin, la compañía
marítima BMZ Ltd. que hace el negocio de petróleo con el Estado
Islámico.
©
REUTERS/ Umit Bektas
Precisamente
este negocio fue interrumpido por la aviación militar rusa lo que
produjo una irritación entre los negociantes internacionales del oro
negro. Pero sería equívoco atribuir aquel trágico incidente con el
SU-24 y la muerte de su piloto y un soldado rescatista ruso
exclusivamente a los intereses de los negociantes de petróleo. Lo
que no pueden digerir los estrategas “iluminados” de Washington y
Bruselas es que sus planes del “caos programado” en Asia y Medio
Oriente fueron bruscamente interrumpidos por la entrada decidida de
Rusia en Siria para no permitir la balcanización de este país y de
paso formar una alianza con Irán y posiblemente con Irak.
Turquía
en este juego occidental es simplemente un instrumento hábilmente
utilizado por EEUU y la UE a través de su incondicional y
extremadamente ambicioso oportunista Recep Erdogan quien se ofuscó
por sus ideas de un futuro resurgimiento de un nuevo Imperio Otomano,
sin darse cuenta que su país se acerca cada día más a una guerra
civil debido a la creciente represión contra el pueblo kurdo.
Recientemente,
uno de los más famosos defensores de los derechos humanos pro
kurdos Tahir Elei fue asesinado durante una conferencia de
prensa. Es sabido que el Servicio de Inteligencia Nacional (MIT)
mantiene la población turca sumida en miedo.
Hace
poco el escritor turco Premio Nobel de Literatura Orhan Pamuk (2006)
escribió que “lo peor es el miedo, todo el mundo tiene miedo en
Turquía”. Y cómo no tenerlo si recientemente fueron encarcelados
sin juicio por “traición y espionaje” dos periodistas turcos del
diario Comhuriyet por haber revelado las fotos de un convoy del MIT
transportando armas al Estado Islámico en Siria. También fueron
encarcelados dos generales y un coronel de gendarmería por detener
otro convoy del MIT con armas destinadas al EI. El año pasado murió
en un accidente sospechoso, en la ciudad turca Suruc, la periodista
norteamericana Serena Shim quien fue la primera en escribir y mostrar
fotos de los yihadistas transportando de Turquía a Siria en los
camiones de la ONG World Food Organization. El 18 de octubre pasado
fue encontrada “suicidada” en el baño del aeropuerto de Estambul
la famosa y curtida periodista británica Jacky Sutton que era
directora del Institute for Peace and War Reporting. Dijeron que
se mató por haber perdido su avión.
©
AP Photo/ Haberturk TV
Mientras
todo esto sucede en Turquía, el presidente Erdogan sigue jugando con
el fuego internacional cumpliendo las pautas del departamento de
Estado norteamericano y de los líderes de la OTAN que lo defienden y
apoyan por el momento incondicionalmente. Recientemente el embajador
norteamericano ante la OTAN, Douglas Lute declaró que el
“comportamiento de Rusia en Siria es peligroso, innecesario e
irresponsable”. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg,
justificó el derribo del avión ruso en Siria que según él estaba
en “el espacio soberano turco” como si el territorio de Siria
perteneciera a Turquía.
Erdogan
toma estos gestos como un incentivo para no pedir disculpas, amenazar
a Rusia, poner trabas en el paso de sus barcos por el estrecho
Bosforo o mandar dos submarinos para vigilar al crucero ruso Moskva.
Todos son gestos de bravura inducidos por la desesperación y
alimentados por sus ambiciones y la fe ciega en sus “amigos”
norteamericanos y europeos.
En
este enredo geopolítico se olvidó Recep Tayyip Erdogan de las
sabias palabras de su héroe Mustafá Kemal Atatürk: “Paz en la
patria, paz en el mundo”.
Actualmente
no hay paz en Turquía y el apoyo que está gozando Erdogan de
Washington y Bruselas es efímero que puede desaparecer en cualquier
momento pues ni EEUU, ni la Unión Europea tienen recursos o
condiciones para iniciar una guerra contra Rusia. Tanto Putin como
Obama lo saben y Erdogan ya presiente que en cualquier momento puede
convertirse en un chivo expiatorio
No hay comentarios:
Publicar un comentario