Por Ilka Oliva Corado: Nos faltan 72 migrantes
Enviado por Barometro
Internacional el miércoles, 26 agosto, 2015 a las 21:51
La noche
anterior lo habíamos escuchado en las noticias, nos cayó como un
balde de agua fría, en México habían asesinado a 72 migrantes
centroamericanos. Hay que ser indocumentado y atravesar territorios
en las migraciones forzadas y en absoluta clandestinidad para
entender la ansiedad, la ira, la paranoia y el inmenso dolor que
deja en un ser humano una experiencia de esta magnitud. Jamás se
vuelve a ser igual.
Recuerdo que
al día siguiente yendo hacia el gimnasio me encontré en la entrada
a un conocido mexicano, que cuando me vio se me lanzó encima
totalmente acongojado y me abrazó fuerte y me pidió perdón en
nombre de su pueblo, él era oriundo de Tamaulipas. Se sentía
avergonzado, lloró desconsolado en mis brazos, la muerte de los 72
nos pegaba fuerte a los dos y a los miles que hemos cruzado las
fronteras de la muerte y por desgracia haberlas sobrevivido porque
nos queda la memoria y el dolor de estar vivos. El preguntarnos
todos los días, ¿por qué nosotros estamos vivos y ellos no?
La noticia
se regó como pólvora y el mundo supo de un lugar llamado
Tamaulipas y por unos segundos el peregrinar de los migrantes
indocumentados que atraviesan territorio mexicano en busca de
Estados Unidos. Lo cierto es que quienes llevamos las huellas de la
frontera en nuestra piel sabemos que el número es lo de menos, que
todos los días desaparecen y mueren indocumentados en territorio
mexicano y en la frontera. Que violan, golpean, torturan migrantes
tanto policías mexicanos como los estadounidenses de la Patrulla
Fronteriza.
Que todos
estamos expuestos. Que las mujeres somos las más vulnerables. Que
antes de los 72 hubieron miles más, por docenas, por montones que
se denunció y las autoridades le dieron carpetazo. Que lo de los 72
fue la tragedia escalofriante, como las que hubo antes y que
están ocultas ahí en las fosas clandestinas por el mismo gobierno
mexicano. En el desierto de Sonora-Arizona por el mismo gobierno
estadounidense.
Si las aguas
del río Bravo hablaran, si pudiera hablar la oscurana del desierto,
si pudieran hablar los cactus, los caminos empolvados, aquellos
cerros, las vías de tren. Ay, si yo pudiera olvidar, si pudiéramos
olvidar todos los que somos post frontera. Se nos secó el alma en
la travesía. Nos mataron a 72 hermanos, de ellos lo sabemos por las
noticias. Pero nos han matado miles, han violado a miles de niños,
niñas y mujeres. Les han quitado los órganos y desmembrado a miles
y lanzado su carne a las llamas en un tonel lleno de gasolina para
que no quede rastro alguno. Sus nombres han sido borrados de los
registros de denuncias, las paredes de los centros de detención han
sido testigos de la barbarie.
Sus cuerpos
cercenados quedan expuestos en las vías del tren. Se ahogan los
gritos y el llanto de las niñas que son violadas en los vagones. Y
los asaltan y los maltratan los mismos policías que forman parte de
las bandas delictivas que se hacen millonarias a costillas del
tráfico, tortura, violación, desaparición y asesinatos de
migrantes indocumentados.
Por
desgracia después de los 72 han sido más. Cinco años después de
aquella tragedia se sigue criminalizando a los migrantes. Se ha
triplicado en número de migrantes que emigran a fuerza de la
denigración del sistema en sus propios países de origen. Se habla
de país de origen, tránsito, llegada y retorno. Todos al final
criminalizan al ser humano estigmatizado por su condición de
indocumentado y extranjero. Lo re victimizan.
Nos faltan
72 migrantes indocumentados. Nos hacen falta miles alrededor del
mundo. ¿Quién los nombra? ¿Quién los busca? ¿Quién los trata
con humanidad? ¿Quién los visibiliza? ¿Quién los honra? Ningún
ser humano es ilegal. ¿Quién será capaz de detener estas masivas
migraciones forzadas? ¿Qué sistema? ¿Qué gobierno? ¿Qué
humanidad?
Del ser
humano indocumentado se aprovechan miles, directores de cine que con
documentales se hacen un nombre y caminan en alfombras rojas y
reciben distinciones presidenciales. También llenan sus cuentas
bancarias con las regalías. Con el apoyo que reciben de
organizaciones humanitarias que les creen lo de buena fe y honestos.
Del
indocumentado se aprovechan los gobiernos, las redes de trata de
personas, los mismos presentadores de noticias que brillan cuando
masacres como la de la 72 los coloca en tarimas por la cobertura
amarillista que jamás denunciará a los que debe, y los premia con
distinciones en diplomas, trofeos y cheques. Del indocumentado se
aprovecha el chucho y el coche. Pero quién, ¿quién lo dignifica?
¿Y la
sociedad? ¿Los intelectuales? ¿Los que pertenecen al gremio de los
titulados y organizaciones sociales? ¿Los que oran día y noche?
¿Quién en potestad ocupa su espacio de difusión para nombrar a
los migrantes indocumentados? ¿Para exigir sus Derechos Humanos?
¿Para exigir que se juzgue a los culpables de este genocidio
mundial?
¿Y usted
que lee estas letras, qué está haciendo para visibilizar esta
barbarie? ¿Qué está haciendo para detenerla? ¿Usted se atrevería
a nombrarlos?
Por los 72.
Por los miles alrededor del mundo. Por los que ya no están, por los
que están y por los que vienen. Por los que somos post frontera,
qué el dolor de estar vivos nos sea breve.
#NosFaltan72
#NingunSerHumanoEsIlegal
I@ilkaolivacorado
cronicasdeunainquilina@gmail.com
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