Bruno
Lima Rocha: Brasil y la Carrera Electoral en la segunda vuelta ? 1
Enviado por Barometro Internacional el sábado, 11 octubre, 2014 a las 23:07
El avance del voto conservador y la difícil
capacidad de respuesta del movimiento popular brasileño
El
país líder de América Latina, de Mercosur y de los acuerdos
diplomáticos latinoamericanos se ve hoy en una encrucijada.
Existe un consenso desde el medio hacia abajo de la pirámide social
brasileña. Nuestro votante medio admite de hecho un retroceso en
términos de políticas públicas, no tolerando un discurso que
implica la reducción del papel del Estado en la economía y en el
logro de los avances en las condiciones materiales de la vida. Marina
Silva, exministra del PT para el Medio Ambiente (en el primer
gobierno y hasta la mitad del segundo gobierno de Lula) no pudo
explicar cómo propone una "nueva política" y tuvo la
participación de economistas neoliberales en su equipo formulador
del programa de gobierno. El postulado por el PSDB, el senador Aécio
Neves y su partido han tenido –y tienen– para explicar (y hacer
creer) que en ningún caso irán a desmantelar el aparato de las
políticas sociales del lulismo.
Por
otro lado, el electorado brasileño eligió un Congreso en el que
casi la mitad de sus miembros estará compuesto por millonarios (248
diputados elegidos tienen esta condición de clase); casi el 80% de
los parlamentarios se compone de blancos (descendientes de europeos o
socialmente blancos, como los de origen árabe o judío) y
según el Departamento Intersindical de Asesoría Parlamentaria
(DIAP), tendrá el perfil más conservador desde el período
post-golpe de Estado de 1964 Esto implica el crecimiento de la
representación directa de los propietarios de tierras (como el más
votado diputado federal de Rio Grande do Sul, Luis Carlos Heinze del
PP) o básicamente neopentecostales como el célebre Pastor Marco
Feliciano, diputado del PSC de São Paulo), militares (como el ex
capitán del Ejército Brasileño y partidario de la dictadura, o el
congresista más votado en el estado de Río de Janeiro, Jair
Bolsonaro, del PP) y otros defensores de causas retrógradas.
Ante
la paradoja del progreso en las propuestas de las condiciones
materiales de vida y el retroceso en términos de
comportamiento y universo ideológico, observamos que la
centro–izquierda al desplazarse hacia el centro y hacer alianzas
oligárquicas, empujó al tejido social desorganizado a las manos de
la derecha. Los 44 millones de personas que ascendieron en la escala
social, pasando a convertirse en la llamada clase C –la clase
obrera urbana y metropolitana– se balancean en medio de la
agitación del post-fordismo, trabajando, estudiando, y rodando sus
deudas con su tarjeta de crédito, y han contraído compromisos
financieros para sostener el consumo, la vivienda y el estudio
(todos programas subvencionados por los bancos estatales).
Esta masa humana brasileña del siglo XXI no tiene ideas de cambio ni
un gran avance ideológico en su horizonte. Recuperar estos votos es
el drama de Dilma y del partido del gobierno.
La
primera vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil trajo
algunos problemas de continuidad para el gobierno de coalición.
Dilma Rousseff (PT) tuvo 4 millones de votos menos que en 2010 y
necesita con urgencia atraer a algunas franjas del electorado, es
decir, los votantes más a la izquierda que en gran medida estuvieron
ausentes o anularon su voto en las elecciones; la porción del
electorado todavía progresista de Marina Silva y los votantes de la
clase C, beneficiados por el lulismo social y sus políticas
económicas, pero que están lejos de ser ideológicamente de
izquierda.
Con
los resultados de la primera vuelta la candidata del lulismo se
enfrentó a una significativa falta de votantes. Dilma recibió
43.267.668 millones de votos; la suma de cero, en blanco o
abstenciones dio 38.797.280 millones; ya el representante de la
alianza PSDB–DEM, Aécio Neves ganó 34.897.211 millones;
Finalmente, Marina Silva, encabezando la coalición del injerto PSB
afiliado al PPS, tuvo 22,176.619. Es importante destacar que Aécio
ganó en São Paulo y Paraná, pero perdió en su estado natal Minas
Gerais. Dilma ganó ajustada en Rio de Janeiro y Rio Grande do Sul,
tuvo una buena victoria en Bahía y perdió por poco en Pernambuco.
De los colegios electorales importantes, el problema se encuentra en
São Paulo (el más grande del país y el 40% del PIB nacional) y, en
consecuencia, la posibilidad de transferencia de los votos de Marina
y el PSB (no necesariamente los mismos votos) a Aécio.
El
crecimiento del nieto del ex presidente Tancredo Neves tuvo una
correlación directa con el voto útil a la derecha (más a la
derecha), cuando el ex gobernador de Minas fue visto como una posible
oportunidad contra Marina, y una vez que la ex senadora por el estado
de Acre no pudo mantener su discurso de "apolítica" bajo
el manto de “La nueva política”. Incluso con divisiones internas
significativas, el Ejecutivo Nacional del PSB decidió apoyar la
candidatura Tucana (tucano es un pájaro y también el apodo de los
miembros del Partido de la Social Democracia Brasileña –que de
hecho es un partido neoliberal– el partido social demócrata
brasileño –muy semejante al PSOE del Estado Español– es el PT);
lo mismo se dio con el proto-partido político de Marina, la Red de
Sostenibilidad (REDE). La REDE decidió rechazar la candidatura de
Dilma y recomendar a sus votantes a votar nulo, en blanco o a Aécio.
Es preciso separar, como se dijo anteriormente, los votos del
PSB (como en Pernambuco) de los votos de Marina (como en São Paulo y
Río de Janeiro). Los votos para la Red son menos relevantes que la
confianza en su líderesa, ya derrotada dos veces. La tendencia es
que Marina apoye, pero con discreción y sin la plena participación
en la campaña al senador Aécio Neves. Como he dicho en otros
textos, la "El lulismo sólo pierde por sí mismo o por su
disidencia." Con Marina apoyando explícitamente el PSDB, algo
que no hizo en 2010 cuando se declaró neutral, se trata de alguien
salida de la militancia y la trayectoria de la vida consagrada por el
lulismo y ahora puede transferir votos reales a la oposición de
inmediato.
Refiriéndose
a la cuestión fundamental
Si
la nueva clase C está desorganizada, entonces, ¿quién va a
reaccionar a la posibilidad real de pérdida de derechos y al
desmonte de las políticas sociales en el caso que el neoliberalismo
se transforme en victoria? Hay fatiga en la acumulación y expansión
del capital y entonces hay también una desconfianza concreta de la
comunidad empresarial brasileña hacia un gobierno que le sirvió tan
bien.
Brasil
tiene un modelo económico que se dirige hacia el agotamiento. No
está por caer a tierra la práctica de las políticas sociales, pero
si el crecimiento basado en el gigantismo chino. Este se basa en la
venta de productos básicos a China y la India y en el juego de
ganar-ganar, donde el Estado subvenciona la mejora de las condiciones
materiales de vida y así retroalimenta al capital de siempre. La
maldita SELIC en nivel "bajo" (tasa básica de intereses
definida por el Consejo de Politica Monetária, órgano clave del
Banco Central de Brasil, esta tasa hoy está en 11 puntos al año), y
correlacionada con el 42,3% del presupuesto utilizado para el
desplazamiento de la deuda pública, es también parte del juego. Es
un ritmo menor que en los ocho años de Fernando Henrique Cardoso
(FHC) –significativamente más corto– pero todavía absurdamente
alto para las urgencias del pueblo brasileño.
Ahora,
con alianzas con el goteo de gobernanza escurriéndosele entre los
dedos, la desesperación llama a la puerta del Directorio Nacional
del PT, a su comité ejecutivo y de coordinación de la campaña de
reelección de Dilma. En este lado del mostrador, el tema clave es la
capacidad o no del movimiento popular para reaccionar de manera
soberana, para asegurar los pocos derechos concedidos por estas
políticas de tímido keynesianismo tardío. El PT optó por gobernar
desde la derecha, con la derecha oligárquica y desorganizando al
pueblo brasileño. Esto implicó una relación promiscua de los
sindicatos y movimientos con el aparato estatal.
Tal
derrota ideológica fue escuchada por este analista de la propia boca
de petistas históricos: "aceptamos parte del juego de la
sociedad democrático–burguesa en la reorganización partidaria
propuesta en 1979–1980 y llevada a cabo por el general Golbery do
Couto e Silva. Teníamos como objetivo entrar en el aparato del
Estado para transformarl de arriba a abajo, y a través de éste a
las relaciones sociales. Ganamos el Poder Ejecutivo en las urnas en
2002 y no transformamos ni la naturaleza del Estado brasileño
(patrimonial), ni las relaciones sociales. Nos transformamos
nosotros, siendo hoy más parecidos a los antiguos adversarios
políticos y enemigos de clase”.
Considerando
que el otrora reformismo radical en sus propuestas de los años '80
hoy no es más que una "caricatura grotesca de sí mismo,"
para lo cual al partido desorganizó y cooptó al movimiento popular
que lo tuvo como referencia política, que incluso tiene una sólida
central sindical de izquierda.
Cabe
la pregunta. Si el neoliberalismo vuelve, ¿qué hacer? Y ahora,
¿quién va a reaccionar?
www.estrategiaeanalise.com.br
/ blimarocha@gmail.com
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