Infamia de la ultra izquierda al progresismo latinoamericano
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Por
Ilka Oliva Corado.
Por
culpa de Chávez y su necedad por revivir una Revolución Bolivariana
que solo vivía en las nostalgias de los abuelos, en la burla de los
traidores y en los cantos de trovadores nace una nueva revolución;
oxigenada, con nuevos bríos, con incontables anhelos, que parecía
imposible y estéril tomando en cuenta el incisivo ataque
imperialista en el continente. Demasiado anhelo el de aquel hombre
que como paria, de niño vendía dulces de arañas (dulces de
papaya). Demasiada ilusión sabiéndose del neoliberalismo bien
cimentado post dictaduras. La hazaña no se quedó en veremos, la
hizo realidad y con esto se ganó el odio de la oligarquía
internacional y el propio de Estados Unidos que, a pesar de sus
intentos no pudo hacer nada para que ese rebelde no se le saliera del
corral. De ahí pal real…
No
se puede hablar del progresismo latinoamericano de las últimas
décadas sin mencionar a Hugo Chávez pues ese niño arañero fue el
propulsor de lo que es hoy en día la Revolución Chavista. Cualquier
analfabeta político, desleal y pretensioso dirá que aquella
revolución fue un embuste de otro ladrón -oligárquico- vestido de
pueblo, pero la realidad es otra, no por gusto Estados Unidos
cataloga a Venezuela como peligro para su política (ambición) tan
así que Obama firmó esa famosa Orden Ejecutiva, adelantando el
camino para una posible invasión militar.
De
aquella entraña fecunda nacieron los gobiernos progresistas de la
región como algo inverosímil, por su excelencia y por su amor a ese
pueblo mancillado que otros vendieron al mejor postor. Son retoños
que le apostaron a la integración desde la visión particular de la
nueva era, alejada de la recalcitrante ultra izquierda altiva,
fracasada (por su inconsecuencia política y su individualismo) y en
mucho desertora que en su afán por desprestigiar a los gobiernos
democráticos de Néstor, Cristina, Lula, Dilma, Lugo, Mujica, Evo,
Correa (y en su tiempo Bachelet) se han puesto a merced de la derecha
oligárquica y a los pies de Estados Unidos imperialista, pegando
puñaladas por la espalda. No, si la derecha no necesita comprar
detractores, ellos se llegan solos.
Y
hay que poner las cosas en perspectiva, la ultra izquierda presenta
candidatos en las elecciones y no logra pero ( ni el gol de la
dignidad) ni espantarse las moscas. (Y podrán poner mil pretextos
pero lo cierto es que la verdad duele). Hablando propiamente de
Suramérica, cuando queda fuera de la contienda, con tal de derrocar
a los gobiernos progresistas ha sido capaz de llamar al voto nulo,
facilitándole con esto el paso al neoliberalismo en la región. ¿Se
puede ser más traidor siendo de izquierda? Es decir: o ganamos
nosotros o que se jodan todos, al final lo que menos le importa a esa
ultra izquierda es el pueblo, cuando para los gobiernos democráticos
ha sido el pueblo el motor, es el pueblo el que los respalda. Porque
estos gobiernos han trabajado por la desigualdad, la pobreza y la
miseria. Por supuesto que los gobiernos progresistas son populares,
¿qué otra cosa podrían ser?
Esa
ultra izquierda tan patriarcal y conservadora como la ultra derecha
(el colmo de los colmos) también es misógina y ejerce a la
perfección la violencia de género desde un halo de intelectualidad
política, hay que ver los ataques que ha hecho a lo largo de los
años a Cristina, Dilma y Bachelet. Tomando como pretexto decisiones,
forma de vestir, forma de hablar, apariencia física de las
presidentas para atacarlas, invisibilizarlas y mancillarlas como
mujeres. ¿Se puede ser más ruin en esta vida? ¿Qué tipo de
izquierda es esa que supuestamente le apuesta a la igualdad social
pero que está en contra de la equidad de género? Que supuestamente
le apuesta a la inclusión pero que excluye todo aporte del género
femenino si éste demuestra inteligencia, criterio propio, coraje y
capacidad. ¿Qué esperamos nosotros de esta ultra izquierda que nos
margina? ¿Cuál es la esperanza para un mundo equitativo en todos
los sentidos? De la ultra izquierda jamás vendrá ese cambio.
Mucha
responsabilidad tiene la ultra izquierda en ese retroceso
latinoamericano porque no acepta ningún otro pensamiento que no sea
lo recalcitrante que la nutre a ella. Hay que realizarse una auto
evaluación, por el bien propio y del pueblo que tiene que ser razón
de ser de esas luchas. Esa ultra izquierda donde militan muchos
editores, periodistas, intelectuales, sociólogos, politólogos,
personajes que tienen en sus manos la oportunidad de censurar todo
pensamiento que no sea igual al de ellos. Y lo hacen, censuran con
toda la cólera, con toda la envidia, con todo el desprecio a
articulistas que defienden los logros del progresismo
latinoamericano.
Y
ni qué decir si en ese texto se habla para bien de Cristina y Dilma,
ahí viene la dosis extra de misoginia. Una de las luchas principales
de toda persona con conciencia social debe ser la de la libertad de
expresión. Pero si vamos censurando por ahí a quien no piensa como
nosotros, la verdad es que no tenemos nada que envidiarle a la ultra
derecha, es más remedos suyos somos y lo que es peor, desde una
izquierda que dio a Latinoamérica muchos hijos honrados y un mar de
mártires que sí fueron cabales.
Esa
ultra izquierda rechaza y boicotea los logros del Mercosur, la
Unasur, la Celac, de los Brics. Ni qué decir del Banco del Sur y del
Consejo Suramericano de Defensa. ¿La razón? Porque son logros de
los gobiernos progresistas. Tenemos que aceptar que no somos los
dueños del mundo, que hay más vertientes, que hay distintas formas
de pensar, y que mientras nos lleven hacia el mismo objetivo que es
la liberación de los pueblos es nuestro deber humano formar parte de
ese frente porque todos los aportes son necesarios.
Mientras
los gobiernos progresistas hacen frente a toda hegemonía imperial
estadounidense, la ultra izquierda coloca campos minados para buscar
ganar terreno abatiendo a los únicos que en los últimos años han
logrado frenar el avance del neoliberalismo en la región. Y vamos
que ha sido una lucha contra corriente. Tenemos al Plan Cóndor
sobrevolándonos a todas horas, tratando de reinstalarse por
completo, nos llueven golpes blandos, guerras económicas con la
ayuda de una mediatización mundial que hace de los medios de
información la mejor herramienta para polarizar a las masas.
Y
la ultra izquierda todavía viene con sus malas ganas a despotricar
contra los que han puesto la cara por todos, no jodan.
Nos
están dejando el continente en los puros huesos, han colocado bases
militares en países que son ya colonias estadounidenses, veamos
Argentina y el avance hacia una dictadura Macrista a un mes y días
de instalado el nuevo gobierno, veamos a la derecha en la Asamblea
Nacional en Venezuela, veamos la militarización que hizo Estados
Unidos desde la frontera sur abarcando todo México, pasando por
Guatemala y Honduras. Esa ultra izquierda que critica a Nicaragua
pero no reconoce que a pesar de todo es el país más estable de la
región. Vemos el ataque a Evo, a Correa, y la ultra izquierda ni se
mosquea.
Esa
ultra izquierda que se hace a un lado con el ataque imperial, que no
utiliza los medios a su alcance para hacer frente a la invasión
extranjera, que prefiere un nuevo Plan Cóndor a reconocer el avance
de los gobiernos democráticos progresistas de Latinoamérica. Si el
pueblo no necesita enemigos, ya los tiene y son quienes supuestamente
lo defienden desde esa rancia ultra izquierda latinoamericana. Sean
capaces de renacer, de podarse, de dejar ese pensamiento patriarcal e
individualista y únanse a la defensa de la Patria Grande de una vez
por todas. De lo contrario apártense y no estorben que aquí hay un
pueblo y gobiernos progresistas que sí defienden esa Revolución
Bolivariana que un niño arañero convirtió en la esperanza de los
parias.
Nota:
con esa ultra izquierda ejemplar, tan o más recalcitrante que la
derecha, después se preguntan por qué triunfó la Operación Cóndor
en Latinoamérica y sigue la invasión estadounidense en la región.
Por supuesto, a excepción, nunca hay que generalizar.
@ilkaolivacorado contacto@cronicasdeunainquilina.com
Blog de la autora: Crónicas
de una Inquilina