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sábado, 1 de febrero de 2014

SABERES Y PARECERES


¡Quién pugliera ver el lado oscuro de la luna!
Por Henry Tovar
  • Todas las teorías son legítimas y ninguna importa. Lo que importa es lo que se hace con ellas.
  • Dios existe. ¿por que admitir esta hipótesis? ¿Por qué negarla?
                                                Jorge Luis Borges
Con el presente trabajo se intenta caracterizar los atributos de determinados saberes, los cuales pertenecen al todo y al único ámbito del conocimiento humano. Comulgamos con el humanismo existencialista predicado por Heidegger, con relación a que cualquier entidad física es siempre concebible desde la unicidad de quien la percibe. Y siendo sólo el hombre el único ser capaz de otorgar sentido a la realidad, no puede ser ésta la que determine el valor o significación de éste. Dicho de otro modo, es sólo el hombre quien estima el valor de las cosas. Con lo cual, “lo existente fuera del hombre no puede tener un valor superior al hombre mismo." Esta valoración, únicamente humana, permite establecer una escala de valores para contender con todo aquello distinto de lo humano, lo cual pretenda anteponerse como valor superior al hombre en quien las cosas adquieren sentido.

LOS SABERES EMPÍRICOS
El saber empírico, sin más definiciones, está relacionado con la experiencia. Pero, el término posee diversas connotaciones en el ámbito filosófico. En lo epistemológico, Dunes) lo vincula con el conocimiento obtenido a posteriori. (1984:117). Es decir, como racionalización de la experiencia. En el método científico se le vincula con la práctica que permite la elaboración de una hipótesis. En nuestra revisión bibliográfica sobre el saber empírico, observamos que también recibe el calificativo de conocimiento vulgar-natural popular. El profesor Tarsicio Jañez Barrio, lo vincula a la información obtenida directamente a través de la percepción y afirma que es el tipo de conocimiento espontáneo, acrítico, primario, ingenuo.(Jañez,1996:60)

El conocimiento empírico es entonces toda información aprehendida a través de los sentidos, traducida en afirmaciones o conceptualizaciones de esa realidad aprehendida. No es necesariamente cierto. No es menester su confirmación. Prescinde del rigor. Puede ser aprehendido y expresado desde diversas dimensiones y con diversos grados de subjetividad. Surge de la percepción corriente de la realidad. Es la primera fuente de conocimiento sobre la que luego se estructuran saberes o conocimientos más complejos. 
 
Debido a que estaremos utilizando, en algunos momentos, el término conocimiento y saber, con algún descuido o sin excesivo rigor, cabe señalar que, en el idioma castellano, estos vocablos tienen distinto significado. Saber es una estructura de contenido amplio con la cual se denota, especialmente, la posesión de muchos conocimientos empíricos o saberes. En sentido contrario, conocer implica saber con rigor, o normativamente, poco o mucho de algo.

LOS SABERES INTUITIVOS
Los saberes intuitivos abarcan un amplio espectro de interpretaciones. De modo más o menos unánime, se acepta que es un estado de conciencia o de percepción trascendente de los sentidos. No obstante, se distingue entre dos tipos de intuición. Una percepción proveniente de signos sensoriales y otra independiente de signo alguno, a la cual le llaman pura. De esta última, afirma Clark Francés, que se puede definir como "la habilidad de penetrar en la naturaleza de Las cosas, como una forma de conocimiento que trasciende los límites de tiempo y espacio. (1978:257). El significado más común es el asociado a las "corazonadas" o sentimientos inexplicables, presentimientos, los cuales tendrían una base fundamentalmente perceptiva e inconsciente. En un sentido más amplio, la intuición está asociada a procesos intelectivos de origen irracional cuya expresión más corriente es la creación artística. También se le concibe como una forma de conocimiento inmediato de una cosa, idea o verdad, sin el concurso de la razón. (Ob. Cit, 1978:255)

Se afirma que la percepción dependiente de signos sensoriales puede llevar a un estado de conciencia, o no, sobre esos signos. Se puede o no, tener conciencia de la intuición. Quienes tienen conciencia de su presentir pueden asumir determinadas conductas vinculadas a su estado conciencia. Pueden elegir conforme aun estado anímico (sin plena conciencia) o actuar conscientemente conforme a su presentir. El término presentir es revelador de la naturaleza inconsciente del fenómeno. Denota anterioridad al sentir, o al aprehender de los sentidos. En algún texto de un psicólogo, cuya fuente no recordamos, éste afirmaba creer en la existencia un sentido adicional a los cinco sentidos conocidos. Conforme interpretamos a Carl Jung, al referirse a los complejos autónomos, la intuición sería un atributo de un complejo autónomo de la conciencia, al margen de la conciencia, o correspondiente a un fragmento energético de la conciencia de la cual ya no forma parte; o un fragmento de información percibida atemporal e inespacialmente no se sabe cómo. Su energía se expresaría como fuerza emotiva subyacente debajo de los niveles de la conciencia y cuyas relaciones al emerger y ocupar nuevamente espacios de la conciencia, pueden hacerse concientes.

Para la mayoría de los psicólogos la intuición tiene una base sensorial. Pero lo más importante es la admisibilidad de su existencia y su importancia en el proceso de conocer. Es cosa sabida que tiene mucha importancia en el proceso creativo. Y se le se atribuye significativa importancia en proceso de aprendizaje, aunque por ahora no se conozca suficientemente y de modo sistemático sobre este fenómeno.

LOS SABERES ARTÍSTICOS
El saber artístico es una forma de aprehensión y de transformación de la realidad en la cual confluyen la intuición y la vivencia o experiencia personal de la realidad. El acto creador transfigura la realidad y la muestra desde determinadas perspectivas subjetivas y sensoriales. Es una forma de interpretación personal la realidad sin fines prácticos, ni gnoseológicos. "No busca afirmar, ni negar nada, propiamente, sino expresar un modo de ver distinto y de captar lo vivenciado." (OB. Cit Jañez 1996:45). Es decir no busca predicar verdades, ni creencias. Tiene como fundamento intuitivo, la belleza. Los saberes artísticos tienen la propiedad de expresarse de diversos modos. Los más conocidos son la pintura, la literatura, la música, la danza, la escultura, pero en cada caso, la creación no tiene un fundamento predicativo. Se manifiesta para ser contemplada, o percibida a través de nuestros sentidos. Su aprehensión requiere de la interpretación personal, de la lectura personal, en donde adquieren diversos y distintos significados. Se afirma que, el arte que tiende a perdurar es el susceptible del mayor número de interpretaciones. De la obra dramática Hamlet, de Shaskespeare, se afirma que su grandeza universal radica en la multiplicidad de interpretaciones que les son posibles.
El artista puede tener conciencia o no de su creación. Es decir, puede crear a partir de determinadas intencionalidades comunicativas, que en modo alguno se expresan con afirmaciones divulgativas susceptibles de ser confirmadas negadas o corroboradas. Contrariamente, sucede que, el artista se ve en la necesidad de recurrir a la transfiguración de la creación para poder mostrar su personal modo de percibir la realidad. En este sentido se habla de los límites del lenguaje y del lenguaje punto cero para explicar lo que es un discurso artístico o no. Octavio paz, dice que, cuando un poeta adquiere un estilo, una manera, (léase técnica) deja de ser poeta y se convierte en un constructor de artefactos literarios (Paz, 1983:17) Por eso distingue entre la creación del artesano y la del artista.

LOS SABERES MÍSTICOS
Los saberes místicos abarcan los conocimientos religiosos y sus correspondientes explicaciones teológicas o filosóficas sobre el origen del mundo. Por lo general incluyen la práctica de ritos y determinados modos de vida orientados a lograr un contacto directo entre el individuo y algunas divinidades espirituales. Por lo general, constituyen saberes de tipo complejo, misteriosos u ocultos. Es decir, accesibles a muy pocas o determinadas personas por su grado de complejidad o requerimientos de aptitud o disposición a superar crecientes niveles de exigencia intelectual o espiritual. Son saberes fundados en dogmas o creencias aceptadas por la razón de la fe. Incluye las creencias y las prácticas de sectas con motivaciones religiosas, o sólo la búsqueda de la perfección espiritual.

El saber místico trasciende la creencia religiosa a través de la vivencia del propio saber, y de un estado de éxtasis, "que es un encuentro con la divinidad en el interior del alma infundido gratuitamente por aquella."(Balmes, 1984:7) Dentro de estos saberes se mencionan la mística judeo cristiana y la mística islámica con sus correspondientes pontífices. Dentro de la judeo cristiana se mencionan a Clemente de Alejandría, San Agustín, Dionisio el Místico y corrientes de pensamiento. (Dilthey, 1980; pp. 111-115)

Otras corrientes místicas fundan sus prácticas y saberes en conocimientos que denominan de origen "extraterrestre" y que tienen como guía y maestro a Hermes Trismegisto, quién, conforme a sus propias explicaciones fue poseedor de una "ciencia estelar" obtenida en el espacio exterior. Hermes Trismegisto difundió su ciencia o filosofía Hermética entre algunos elegidos, mediante la cual es fue posible conocer las claves inmutables de la naturaleza. (Ob. Cit. Balmes, 1984:7). Los depositarios de este saber dicen trabajar en secreto por cuanto la sabiduría hermética no puede constituirse en saber cultural (...) por cuanto es un tesoro espiritual que no debe ser expuesto a la a voracidad consumista de la muchedumbre" (Ídem,1984:8). Los practicantes del hermetismo distinguen entre experiencias filosóficas y prácticas religiosas. Su cuerpo de creencias explican comportamientos psíquicos y abarcan prácticas esotéricas.

LOS SABERES FILOSÓFICOS
Los saberes filosóficos están constituidos por doctrinas o tratados acerca de los modos como es posible conocer los aspectos más profundos y complejos de la realidad física, y de aspectos inmateriales inaccesibles a la percepción corriente del hombre. En ese sentido, constituyen estructuras semánticas en las cuales la realidad adquiere determinados y diversos sentidos.

El saber filosófico se estructura a partir de una concepción de la realidad que pretende explicar. La realidad explicada esta representada por categorías lógicas con las cuales se nomina cada cosa existente o imaginada. Expresión de los desarrollos de la filosofía en los diversos campos del conocimiento, son la lógica tradicional, la lógica formal, la lógica gramatical, la lógica simbólica, desarrollos particulares en la lingüística, la semántica, la filosofía antropológica, el materialismo histórico, la metafísica, la filosofía de la historia, de la educación, del arte.

Generalizadamente, se niega a la filosofía la condición de actividad científica. Pero a filosofía se ha constituido en una plataforma conceptual, en un medio para clarificar los propósitos particulares de cada ciencia y como método general que busca la intersubjetividad con relación a los diversos saberes humanos.

LOS SABERES CIENTÍFICOS
Los saberes científicos están estrechamente vinculados a la existencia de métodos para la búsqueda sistemática y eficaz de conocimientos vinculados a la realidad física, tanto en el campo de las ciencias naturales, como en el campo de las ciencias sociales. Algunos de los métodos más usados por las ciencias, en general, son el método científico asociado a los estudios cuantitativos, y los métodos cualitativos normalmente vinculados con estudios heurísticos y estudios de carácter fenomenológico. Cada uno de ellos constituye un modo, un medio singular para acceder a las distintas formas en las que se representa la realidad sensible e inteligible.

El método científico está orientado a cuantificar y cualificar aspectos medibles con exactitud. "Medir valores numéricos, lógicos, formales, intelectuales para lograr la precisión en la comprensión."(OB. Cit.1996:48). El método cuantitativo (matemático) experimenta, a partir de la determinación de variables matemáticas referibles a determinados sistemas, busca analogías y sondea magnitudes del comportamiento, más o menos constantes, de conjuntos humanos o no. Él, o los métodos cualitativos, aplicables a las ciencias humanas (histórico, hermenéutico, fenomenológico, crítico, dogmático, dialéctico) tienen como fundamento la generalización de la realidad, con relación a conceptos generales y sintéticos que reflejan su carácter y propiedades, pero, condicionadas aquellas categorías o conceptos, por una determinada concepción social o económica o psíquica de la realidad. De modo particular, lo fenomenológico intenta la reconstrucción de la realidad a partir de los significados que se les atribuye en determinado ámbito y ajenos a cualquiera teoría o modelo.

En cuanto a las características de este saber, la primera condición que lo define como científico, es su objeto de conocimiento orientado a la realidad sensorialmente perceptible y a la experiencia cognitiva o vivencia de lo real. Independientemente de la corporeidad o sustanciabilidad de la realidad. Dentro de sus características, Tarsicio Jañez, distingue entre las condiciones específicas de saber científico y las características de las ciencias. De las condiciones, afirma que debe ser impersonalizado y comunicable, inventariable y exhaustible, relacionable y proyectable, revisable y reformulable-falible. De las características, se exige objetividad intersubjetividad, subjetividad o subjetivo y relacionalidad-verdad. En general y en forma de síntesis, podemos interpretar entonces que, el conocimiento científico es tal, cuando su objeto de conocimiento aborda un plano de la realidad en el cual se verifica una acción o efecto, que puede ser recíproco entre el objeto y el sujeto del conocimiento. La exigencia de la experiencia o de la vivencia, en el mayor grado de lo posible, es una condición necesaria, pero relativa. La verificabilidad es una condición deseable en tanto sea posible. Las condiciones como la impersonalidad y la comunicabilidad, expresan la necesidad de excluir el subjetivismo presente en emotividad, sin que implique la supresión de los modos personales o cognoscitivos de conocer y expresar la realidad. La comunicabilidad se explica por la necesidad de su divulgación en el contexto de la intersubjetividad o subjetividades compartidas. Lo inventariable y lo exhaustible proclaman la necesidad y la posibilidad de que los resultados puedan ser expresados y unificables en diversas estructuras o lenguajes lógicos. Lo relacionable y lo proyectable es la condición que permite al investigador, vincular lo conocido con lo probable para verificar correspondencias que permitan dilucidar nuevos hallazgos o predecir determinados comportamientos, o como mejor lo explica Jañez: "relacionar lo que no conoce - problematicidad de la ciencia (investigación) -con aquello que ya está debidamente sabido o establecido. (OB. Cit. Jañez, 1996:51) Se consigna además, que los conocimientos son provisorios falibles y por consecuencia perfectibles como toda obra humana. Dentro de las características de las ciencias se menciona la necesidad de alcanzar la objetividad intersubjetividad, entendida la capacidad para elaborar constructos cognoscitivos que reflejen las diversas dimensiones del sujeto y el objeto del conocimiento.

LOS SABERES TÉCNICOS
La techne, es definida por Dunes, "como conjunto de principios o método racional, que intervienen en la producción de un objeto, o en la realización de un fin,"(OB. Cit. 1984:365). La técnica existe desde que el hombre primitivo comenzó a elaborar instrumentos para facilitarse las condiciones de su existencia. Desde entonces, los saberes técnicos forman parte de la vida cotidiana del hombre. Desde entonces el hombre los aprecia como un bien. Incluso, es verificable su contribución al desarrollo físico y espiritual del hombre. Pero el desarrollo acelerado de las fuerzas productivas, durante los últimos dos siglos, y por consecuencia la experiencia y los conocimientos, han modificado los modos y la intensidad como el hombre regularmente se vinculaba con ella. Tal ha sido esa modificación, que siendo la técnica una determinación de la acción y la voluntad humana, su alucinante desarrollo ha logrado invertir la relación del hombre con la técnica. Ella se ha convertido, por obra del propio hombre, en un imperativo funcional que condiciona y determina la conducta del hombre. Su dominio, presencia y omnipresencia y su prevalencia en la vida del hombre lo ha convertido en un ser cada vez menos libre.

El valor funcional y utilitario de la técnica ha conducido al desarrollo apodíctico de razones técnicas y paradigmas tecno-económicos desde las cuales se pretende imponer los valores de la técnica y los valores del mercado, en su acepción general, como valores supremos. Y con ello su valoración del hombre como objeto y como medio para la realización de fines que son posteriores al valor supremo del hombre.

La técnica, en tanto que conocimiento, abarca todos los ámbitos del saber. Incluye los desarrollos empíricos del hombre común, los métodos de la ciencia, la teoría y los medios para la expresión de todas las artes, la economía, la administración, la medicina, el lenguaje, las prácticas del conocimiento hermenéutico, las prácticas del amor y la reproducción humana, el ejercicio del pensamiento, la educación y el aprendizaje. De allí el inmenso poder de la técnica y el poder que ella otorga a quienes la utilizan como medio para la consecución y el mantenimiento de poder.

Desarrollos teóricos sobre los efectos de la técnica sobre la vida, la psiquis y la libertad del hombre, han sido agudamente abordados por Carl Marx, Erich From, Robert Merton, y otros autores, en un conjunto de ensayos reunidos bajo el título, LA SOLEDAD DEL HOMBRE (1980), de la Editorial Monte Ávila. Ernesto Maiz Vallenilla ha estudiado el tema con profundidad en diversas obras como, CRÍTICA DE LA RAZÓN TÉCNICA (1974), SUEÑOS DEL FUTURO (1984), y TRAVESÍAS DEL PENSAR (1999), dentro de las que podemos mencionar. En ellas el autor aborda el estudio del fenómeno de la técnica con relación a la ciencia, la educación, la libertad y otros ámbitos de sus efectos.

LOS SABERES DIVULGATIVOS
El lenguaje, en su acepción más general, es cualquiera de los sistemas empleados por el hombre para expresar ideas, es decir, abstracciones. Éstas, reflejan una realidad o la percepción que tenemos de ella. Nos permite la expresión de sentimientos, emociones y saberes y la imaginación o la construcción de símbolos con los que otorgamos sentido a nuestro mundo de cosas. Gracias al lenguaje, lo percibible o lo imaginable adquiere un sentido o una significación. Con sonidos, grafías y gestos, identificamos, señalamos, nombramos, imaginamos, designamos, convenimos, conocemos, reconocemos y ordenamos nuestros saberes.

Con el lenguaje las cosas adquieren identidad y las palabras sus propios matices. Un ejemplo concreto de esta aserción, son los distintos significados de las palabras saber y conocer. Conocer, es tener conocimientos suficientes y sistemáticos sobre determinada realidad. Conoce quien sabe lo suficiente para poder relacionar lo que sabe. Conocer, afirma el profesor Luis Villoro, no es una suma de saberse, sino una fuente de ellos. Conocer supone tener un modo para relacionar cualquier saber de algo con lo demás. (Villoro, 1996:205) A esta característica del lenguaje se agregan las diversas dimensiones connotativas de las palabras, las cuales, en determinados contextos, mimetizan o subvierten los significados.

El lenguaje oral y escrito son los modos como el hombre expresa su realidad. Y dado que la realidad del hombre es múltiple y compleja y única o diversa, en cada caso así se manifiesta. Es decir, en su unicidad. Ello da origen a la diversidad del lenguaje, dentro de determinada identidad, Vg., los regionalismos, los dialectos, la jerga, el argot.

El castellano hablado y escrito en España, refleja los vocablos y los diversos matices regionales o provinciales de la península. El mismo castellano hablado en Venezuela, refleja e incorpora la herencia aborigen. (Caracas, Maracay, Coromoto) dando origen a venezolanismos. Refleja, además, la singularidad cultural y espiritual (nombres dados a comidas, bebidas, querencias) de los hombres de una región. Así surgen, americanismos, mexicanismos, regionalismos, tecnicismos y palabras propias de subculturas corporativas, familiares etc. como manifestaciones propias de determinados saberes.

También la literatura es una de las más ricas fuentes de invención del lenguaje. La dinámica del lenguaje, es decir, su capacidad para renovarse y enriquecerse, sin perder su identidad, depende o esta vinculada a la calidad, al ejercicio y al desarrollo de su literatura.
La literatura permite la revelación del mundo de los hombres, es decir, de sus palabras. O de modo inverso, permite la revelación de sus palabras, es decir, de su mundo. Permite la creación y la recreación de los vocablos, y asimila o rechaza nuevas y determinadas palabras. En ella se proclaman licencias y se refleja el desuso. Sus sonidos adornan o exornan lo puro, o conjuran lo impuro, En ella se proclama la vida y la muerte de un pueblo. Es la dentadura del alma. El escenario y los ojos del mundo. Refleja la verdadera riqueza o la extrema pobreza del hombre. De los hombres. En ella nace lo nuevo y perece lo viejo. Ella es la piel de los pueblos y la piel de los siglos.
SABERES Y PARECERES
Una de las características de la sociedad actual es la debilidad de sus fundamentos espirituales. El cuestionamiento de muchos de los fundamentos culturales de la modernidad nos ha dejado en el desamparo. Nos ha despojado de creencias y certezas científicas, filosóficas, pedagógicas, económicas, políticas. Casi ninguna de las ciencias que abordan los problemas del hombre está al margen de las reflexiones que cuestionan su objeto, métodos y eficacia. Pero, más que nunca son ellas, y en primer lugar, las llamadas a dar las respuestas más eficaces.

Los aportes de las filosofías, han establecido bases metodológicas para abordar parcial y temporalmente, los problemas del saber y del conocer de la realidad más próxima al hombre. Particularmente, los saberes de fundamento empírico, es decir, los que tienen un indubitable referente existencial o una base material de la cual se derivan productos espirituales vinculados a la conciencia del hombre. Sólo desde la cual, conforme a Heidegger, es posible explicitar la existencia de las cosas. Pero, cualquier intento de síntesis y conclusión unificadora en este campo, no deja semejarse con la lectura y explicación de un libro, al cual le han arrancado parte de sus páginas. Todo conocimiento último sobre la esencia del problema del conocer, no deja de ser incompleto.

El positivismo tiene el valor de haber despojado a las ciencias o pre-ciencias de los dogmas que limitaban. Las ciencias sociales tienen el valor de habernos despojado de la unilateralidad y la creencia en la infalibilidad de las ciencias llamadas positivas. Posiblemente estamos en vías de reencontrarnos con verdades extintas por el facer racional. El agotamiento de los recursos naturales, una catástrofe ecológica, una nueva guerra atómica podría hacer retroceder los cimientos tecnológicos del mundo y disponer al hombre a reencontrarse con alguna fase del desarrollo humano en la que abandonamos los saberes intuitivos para sustituirlos por los dioses de la tecnología.

La intuición parece cosa innata y también desarrollable. Algún capítulo de la educación debería potenciar su desarrollo. A lo mejor descubrimos que Dios está hecho a nuestra imagen y semejanza. O descubrimos con rabia y con dolor, como el personaje de "Ruinas Circulares", de Jorge Luis Borges, que somos el simulacro de unos dioses que habitan en nuestra imaginación. Posiblemente en los huecos negros de nuestra imaginación.

¿Cómo se comunicaba el hombre cuando carecía del complicado lenguaje que posee hoy? ¿Podría haber existido un metalenguaje o un intralenguaje más cercano a la intuición? ¿Será cierta la afirmación de Nietzsche de que tenemos que dejar de pensar si nos negamos hacerlo en la cárcel del lenguaje, pues no podemos ir más allá de la duda que pregunta si el límite que vemos es realmente el límite? ¿Será posible la existencia de un instinto gramatical conforme supone Chonsky (el innatismo)? ¿Cómo encaja la moral kantiana dentro de este apriorismo gramatical?

El hombre, en la medida que se ha complejizado por su quehacer técnocultural, depende menos de los instintos y de las intuiciones, y en sentido contrario, depende más de la razón y de los conceptos lingüísticos y en esa orientación, depende más de la ciencia. Pero, la ciencia ha comenzado a reconocer su finitud y sus limitaciones tempo-espaciales. Pareciera que, a pesar de los múltiples enfoques metodológicos, el problema cardinal del conocer es el referido a las preguntas para las cuales no existen respuestas empíricas de carácter radical, es decir, las preguntas referidas al conocimiento trascendental, que por oposición al conocimiento empírico, está más allá de la experiencia.

Pareciera que la racionalidad común tiene límites, justamente racionales. Pero contrariamente a lo que Ludwing Wittgenstein, afirmaba, no comulgamos con su propuesta de callar o admitir la finitud del pensamiento racional. Creemos que la Matemática y las ciencias del lenguaje podrán, posiblemente, concebir sistemas lógicos capaces de abordar los extremos metafísicos del lenguaje, lo cual será siempre un anillo más, un estadio más en el desarrollo del lenguaje y el pensamiento. Por de pronto, no podemos más que admitir la verosímil existencia de "la cárcel del lenguaje," presentida por Schopenauer.

Algunas de las más recientes tendencias filosóficas y científicas, admiten la imposibilidad, por lo menos actual, de conocer determinados aspectos de la realidad física, a partir de lo cual, postulan premisas que permiten revalorar la visión que hasta ahora ha prevalecido en torno al conocimiento no científico, y en torno a los múltiples saberes y misterios del hombre. Queda claro entonces que no existe la objetividad persé, como se aceptaba.

Los conocimientos que hoy tenemos sobre la psicología de la percepción hacen inválida la suposición de que la realidad, siendo una, pueda ser percibida de modo igual por cualquier sujeto. Por otra parte, diversos avances en el campo de la física han permitido superar, en el sentido hegeliano de la palabra, las clásicas nociones y exigencias de universalidad y legalidad estrictas.

Es sabido que dichas nociones dejaron de responder las interrogantes planteadas por la teoría general de la relatividad y otras teorías físicas, cuya demostración parcial, ha dejado en vilo, las certezas tempo-espaciales que teníamos del universo newtoniano. Ello explica los inconcebibles virajes que se operaron en las estructuras políticas y en los cenáculos académicos de la ciencia. ¿Pero, cuál es el retrazo espiritual en el que nos encontramos todavía con respecto a ellas? Pareciera que las ciencias no están al margen de los procesos sociales. Diríase incluso, que esponden a sus demandas. El darwinismo, el positivismo, el marxismo, parecieran dar prueba de ello

¿Será posible concebir una ciencia, cuyo objeto matemático este orientado a la investigación y al esfuerzo por reducir el hambre en el planeta? ¿Cómo encarar los imperativos de la tecnología para hacerla menos alienante y lograr que no se revierta contra la especie humana? Si bien el hombre no puede renunciar a la técnica y a los valores del progreso deberá cuando menos enriquecer los contenidos espirituales de su vida. Algo de eso ya esta aconteciendo con la revalorización del medio ambiente y del propio hombre por la psicología humanística.
¿Puede la educación abordar el problema del ser a través de la práctica de la religión del humanismo, de una moral para sí, frente a un cosmos indiferente de sus propias partículas de energía llamadas seres humanos?

Ya no es posible educar para fines concretos o generales, como lo determinó la perspectiva de una sociedad industrial. Se requiere ahora formar al hombre que recibe como herencia del siglo xx, el dogma sacralizado de la tecnología y de la ciencia, como panaceas de la felicidad. Tiene la educación, igualmente, la responsabilidad de reintegrarle su intuición óntica, en correspondencia necesaria con el origen holístico de la naturaleza, para la conservación equilibrada de su psiquis.
En nuestro siglo a dicho el Historiador H. Carr “Lo que se pone en duda es que el siglo XX haya sido testigo de algún progreso en la ordenación del mundo social y ambiente nacional o internacional”; y termina preguntándose, si no ha tenido la evolución del hombre como ser social, un retraso total frente al progreso de la tecnología.



BIBILOGRAFÍA CITADA Y REVISADA


Balmes, J. (1984) EL DESARROLLO DEL MUNDO INTERNO
Tomasis S.A. Madrid- España.

Blanché, R. (1975) EL MÉTODO EXPERIMENTAL Y LA FILÓSOFÍA DE LA FÍSICA
Fondo de Cultura Económica. México.

Carr, Edward. (1969) ¿QUÉ ES LA HISTORIA?
Editorial Seix Barral Barcelona – España.

Dunes, R. (1984) DICCIONARO DE FILOSOFÍA
Editorial Grijalbo. México.

Dilthey, W. (1980) HISTORIA DE LA FILOSOFÍA
Fondo de Cultura Económica. México.

Francés, Clark. (1978) FANTASÍA E IMAGINACIÓN
En: 4 PSICOLOGÍAS APLICADAS A LA EDUCACIÓN
Narcea S.A Ediciones. Madrid - España.

From E. y otros (1980) LA SOLEDAD DEL HOMBRE
Monte Ávila Editores. Caracas.

Heidegger, M. (1975) ES LA PREGUNTA POR LA COSA
Editorial Alfa Argentina Buenos Aires.

Heidegger, M. (2001) ARTE Y POESÍA
Fondo de Cultura Económica. México

Jañez B, T. (1996) EL TRABAJO DE INVETIGACIÓN EN DERECHO. Una orientación metodológica.
Fondo de publicaciones de La fundación Polar. UCAB

Jaspers, C. (1993) LA FILOSOFÍA
Fondo de Cultura Económica. México.

Jung, Carl (1982) Generalidades sobre la teoría de los complejos.
En: Energetica psiquica y esencia del sueño. Editorial
Paidos. Buenos Aires.

Maiz Vallenilla, E. (1974) CRÍTICA DE LA RAZÓN TÉCNICA
Equinoccio. Ediciones de la USB. Caracas

Maiz Vallenilla, E. (1984) SUEÑOS DEL FUTURO
Editorial Ateneo de Caracas.

domingo, 15 de febrero de 2009

¿NUEVOS PARADIGMAS O NUEVAS PARADOJAS?


COMENTARIOS ACERCA DE LA OBRA “LA REVOLUCIÓN QUE NADIE SOÑO”

Henry Tovar

El propósito de abolir el pasado ya ocurrió en el
pasado y - paradójicamente- es una de las pruebas
de que el pasado no se puede abolir. El pasado es
indestructible. Tarde o temprano vuelven las cosas y
una de las cosas que vuelve es el proyecto de abolir
el pasado. J.L.Borges

Hemos leído, con cierta perplejidad, los dilemas planteados en la obra, “La Revolución Que Nadie Soñó”. La obra de Mieres, es también testimonio de la perplejidad de pensadores y científicos, quienes dan cuenta de lo que parece dejar de ser, sin que puedan vislumbrar lo porvenir. En todo caso, estamos siendo copartícipes del nacimiento de una cultura política universal, la cual ha comenzado por cuestionar los paradigmas con los cuales veníamos, por diversos caminos, cincelando nuestros modelos científicos, políticos y socio-económicos. Se nos dice que los conocimientos de la física cuántica y la teoría de la relatividad, desmontaron los fundamentos de la racionalidad predominante en la ciencia y en la política, tal como lo hizo en otra época el testarudo Galileo.

Conforme a Fernando Mieres algunas de las características de los paradigmas de la modernidad que habrían comenzado a ser cuestionados, son el principio de determinación causal, el naturalismo, el esencialismo, el culto al racionalismo, la lógica dicotómica, la idea de trascendencia, la creencia en un orden universal objetivo, y la separación entre objetividad y subjetividad. No obstante la complejidad del tema, nos atreveremos a disentir. Más adelante quisiéramos argumentar algunas ideas con relación al principio de determinación causal.

Ciertamente, la modernidad se fraguó en el molde de la razón. Su característica fundamental fue una pretendida visión racional del mundo. Contraria a una visión metafísica y religiosa de la realidad. Bacón, en primer término, y Augusto Comte, después, son en nuestro parecer los más importantes exponentes de tal pretensión. Desde entonces, la ciencia hubo de convertirse en dogma. No fue extraña la expresión irónica: "la religión de la ciencia."

Conforme a Mieres, se ha generado una segunda secularización, desacralizadora de la ciencia como religión. Pero, agregamos nosotros, paradójicamente desde una postura nuevamente cientificista y racionalista, sustentada en aportes de la física cuántica, la teoría de la relatividad y recientes construcciones referidas a una teoría de la complejidad y del caos. Nuevamente se pretende validar una concepción de la estructura de la materia, sin la comprobación empírica. Salvo que certifiquemos la validez absoluta de la teoría de la relatividad y las aportaciones inconcluyentes de la mecánica cuántica. Nadie duda de la importancia de los más recientes aportes de la física. Ellos abren nuevos caminos, hasta ahora intransitados por la ciencia. Las aportaciones matemáticas (racionales) de Einstein contradicen las propiedades del espacio y el tiempo newtoniano, pero, tampoco no han podido demostrarse. Dicho de otro modo, tienen un sustento fundamentalmente racional.

Los nuevos paradigmas de la teoría de la complejidad y del caos, partiendo de descubrimientos de la física, nos revelan la inexistencia del caos, tal como se le concebía, (desconexión, discontinuidad, irregularidad absoluta) Ahora sabemos, que el caos tiene su propia dinámica, ¿su propia lógica? a partir de la cual, surge un nuevo orden. La teoría de la complejidad, sustentada en conocimientos de la física, ha comenzado a negar el principio de causalidad. Conforme a él, efectos y causas se entretejen para generar una lógica borrosa, incapaz de predecir el origen y las consecuencias de un fenómeno. Estas fundamentaciones, pretenden sustentar una nueva lógica para el análisis de los problemas sociales, pero haciendo más imprecisos los conceptos con los que se sustentó la certidumbre de la modernidad. Es inexplicable entonces, ¿cómo inexistiendo principios causales, podemos construir nuevos principios que pretendan explicar la realidad?

Los principios de la teoría de la complejidad están siendo usados para entender la complejidad de nuestras sociedades abiertas. Ellos se convierten, de este modo, en expresión de regularidades observables las cuales harían explicable la realidad física y pretendidamente la social, pero desde una perspectiva en la cual no existen jerarquías fenoménicas, ni causas últimas. Pareciera que pretendemos refundar una física social, que paradójicamente poco podría explicar. Esta nueva lógica debería negar todo lo que conocemos como causas y consecuencias de la caída del Imperio Romano, causas y consecuencias de La Revolución Francesa, causas y consecuencias de La Revolución Norteamericana, y por supuesto negar los mismísimos motivos mencionados por Bolívar, en La Carta de Jamaica, como las causas de La Revolución Hispanoamericana. Es decir, se admite la existencia de unas causalidades iniciales, aunque no sean las que determinen finalmente la alteración completa de un sistema.

Los anteriores ejemplos permiten suponer la validez de una concepción de la causalidad relativa, enunciada por la filosofía materialista de principios del siglo XX. Pareciera que el error consiste en suponer el carácter universal de sus conceptos los cuales hoy se enuncian como nuevos. Por eso expresamos nuestra perplejidad, la cual no es indistinta de la de Francisco Mieres, cuando afirma: "De la misma manera, no he querido establecer ninguna jerarquía, entre esas distintas manifestaciones, que es lo mismo que decir que no he podido encontrar en el proceso analizado ningún principio determinador, ni externo, ni interno. Desde luego habría sido bastante cómodo establecer relaciones recurriendo a los paradigmas conocidos." (P.153) Obviamente, le resultó más cómodo recurrir a la lógica subyacente en los nuevos paradigmas, los cuales, aparentemente él comparte. Es decir, su propia lógica, la cual se sustenta, lamentablemente, en la negación de la lógica contraria.

Por otra parte, observamos que el trabajo de Fernando Mieres, constituye fundamentalmente un ensayo, con lo cual el discurso construido es apropiado para el uso de la paradoja, la ironía, pero en modo alguno para abordar de modo riguroso y con la lógica apropiada, el problema filosófico subyacente en la temática.

El texto entrecomillado en el párrafo anterior es un buen ejemplo de cómo los propios paradigmas tienden a reproducir ciertas lógicas. Esa declaración de Fernando Mieres, en la que afirma no haber conseguido ninguna jerarquía y ningún principio determinador, se corresponde con uno de los principios de la teoría de la complejidad. Pareciera entonces que todo aquel que comulgue con esos principios debería verse tentado a validarlos, tratando justamente de no ver o de ignorar la posibilidad de establecer alguna relación causal entre los fenómenos, bien físicos o sociales.

Otra de las características ciertas de la modernidad es la separación entre objetividad y subjetividad; La relación entre lo objetivo y lo subjetivo. Las disquisiciones filosóficas en torno a estos conceptos, creo que ha sido suficientemente útiles y fecundas para las ciencias sociales. Parecieran circunloquios intelectuales, discutir en torno al valor de estos conceptos, los cuales, dudo puedan ser ignorados como acervo de la necesaria intersubjetividad científica. Por eso referimos a Borges en tanto pareciera un intento por abolir el pasado o los fundamentos conceptuales, de todavía, nuestro propio presente. Una discusión más profunda en torno a este tópico podría ser objeto de extenso aparte.

Ciertamente la teoría de la complejidad y la teoría de la relatividad, junto a otros aportes de la física, han dejado nuestra razón a la intemperie. Una parte de las ideas cuestionadas sirvieron para construir el mundo actual. Ellas sirvieron para fundamentar nuestra visión científica, tecnológica, política y social. Los pensadores materialistas del siglo XIX dieron coherencia y síntesis al pensamiento precedente del siglo XVIII. Después de una buena labor crítica se creía que el proceso había logrado el deslastre necesario de ciertas lógicas precedentes. Se entendía que lo logrado hasta entonces era consecuencia del desarrollo de la ciencia, cuyo río se alimentaba de las distintas vertientes del pensamiento científico y social. Los pensadores materialistas lo asumían como complementario. No así los distintos ismos, que como castas enemigas intentaban afirmarse dentro del campo de las ciencias en general, y en un caso de mención particular, el de la psicología.

Los diversos enfoques de la psicología declararon siempre su arrogante verdad, o su primacía, contrariamente a los filósofos materialistas, quienes trataron de sintetizar todos los avances de la ciencia, lo cual derivó finalmente en el surgimiento de otras lógicas y métodos científicos, que son y siguen siendo, útiles para comprender, desde diversos ángulos la diversa y muy compleja realidad. En ese tránsito se hubo de reconocer, con angustia e impotencia, la imposibilidad de conocer la verdad última. Wittgenstein y Nietzsche, se percataron de los equívocos y de la finitud de nuestro lenguaje, y así lo proclamaron. El desarrollo posterior de la física demostrará ese angustioso presentimiento.

Entre Nietzsche, Wittgenstein y Russel, hay no obstante, un punto de quiebre de aquella relativa continuidad en el pensamiento filosófico. Los hombres del siglo xx, testigos alucinados de dos guerras mundiales, recrean el escepticismo y el nihilismo y dan origen al existencialismo, concepción humanista y filosófica con la cual se aborda nuevamente, desde una perspectiva distinta, los problemas del conocimiento. Constituye a su vez, una extraña amalgama, que desde el pesimismo se yergue para proponer una visión más humana y terrenal del hombre. Un punto de síntesis y encuentro, logra por una parte, una visión existencialista de carácter ateo, y otra existencialista de carácter cristiano. Uno de los más importantes representantes del existencialismo, como lo fue Heidegger, declara que la verdad es siempre una visión múltiple y personal. Y con esa apreciación comulgamos. De modo que no estamos completamente de acuerdo con la percepción de una ruptura real con la cual recomienza un "nuevo pensamiento" científico, unos nuevos paradigmas, los cuales, explicados con el discurso y el estilo de Fernando Mieres, no dejan de parecernos buenas paradojas.

JUNIO 2003